Melissa
Desde que puse un pie dentro del lugar, supe que algo no estaba bien, no era exactamente por haber visto algo malo, más bien era un sentimiento, un escalofrío que recorría todo mi cuerpo indicándome que debía correr o gritar por ayuda; o quizás ambas.
Todas las personas allí se encontraban en su punto máximo, llenos de adrenalina y disfrutando de su momento, pero yo no, me encontraba sentada en un pequeño sillón color café con las piernas cruzadas y mis manos a los costados del sillón a la espera de la llegada de mi mejor amigo, quien había ido a buscar algo para beber, pero era hora que no aparecía
Realmente no quería estar aquí, me sentía atosigada, pero sobre todo observada; mi vista iba de un lugar a otro entre la multitud tratando de ver en aquel lugar que solo era alumbrado por pequeños focos con luces neón, la música retumbaba en mis oídos recordándome constantemente que no debería estar aquí, continúe buscando algún par de ojos que apunten hacia mi dirección o a alguien sospechoso, pero como las veces anteriores, no distinguí a nadie y no sabía si eso era bueno o malo.
Todo había pasado tan rápido, fue una decisión tan espontánea en la que apenas ahora recaigo.
Hace unas horas, me encontraba en mi habitación recostada en mi cama, con mi pijama de hello kitty; boca abajo y leyendo mi libro favorito con ayuda de la lámpara con forma de vaquita que se encontraba en el buró del lado izquierdo de mi cama. Escuche la vibraciones de mi celular entre las sabanas enredadas y coloqué el libro sobre el buró buscando mi celular, frustrada por no encontrarlo, levanté todo el edredón rosa y lo tiré al suelo dejando al descubierto mi celular que mostraba una llamada entrante junto a la foto de Leonardo, mi mejor amigo.
—¿A qué hora piensas llegar?
Lo primero que pensé fue que se había confundido de persona, yo no tenía ningún plan para esa noche, aparte de estar acostada leyendo alumbrada por la tenue luz de mi lámpara.
—¿De qué hablas?-contesté sentándome de piernas cruzadas en la orilla de mi cama que ahora se encontraba sin el edredón; mi vista viajó por toda mi habitación reparando en cada detalle, las repisas repletas de libros y portarretratos con fotografías de hace años, un cubo rubik que hasta ahora no he podido armar y lo más importante, mi varita de luna lovegood.
—Melissa, ¿hablas enserio? Te estoy esperando afuera de tu departamento, revisa nuestro chat
Fue lo único que me dijo antes de colgar, ¿qué hacía él afuera de mi departamento cuando el reloj marcaba casi las 9?
Revisé el chat a como dijo y observé un mensaje de las 3:46 pm.
Leo: La fiesta de Anna es a las 10, paso por ti a las 9 porque sé que no estarás arreglada hasta que llegue.
Hice una mueca al leer su mensaje, no quería ir a ninguna fiesta y mucho menos a la de "Anna" una chica a la cual ni siquiera conocía, me habría dado tiempo de crear una excusa perfecta para decirle a Leo que no iría pero al parecer había pasado tanto tiempo distraída en el trabajo, leyendo y escuchando música en el día, que no me había percatado de su mensaje y ahora mismo lo tenía afuera de mi departamento listo para llevarme a una fiesta a la que no quería ir.
Sin importarme realmente que me viera con mi pijama de hello kitty, salí de la habitación con las pantuflas puestas—¿¡Te puedes apurar Melissa!?—Escuché el grito de Leonardo detrás de la puerta principal; rodee el sillón de la pequeña sala que solo consistía de un televisor de tamaño promedio y dos sillones con una mesilla en medio, justo donde se encontraban las llaves de la puerta
-—Ya abrí, desesperado—noté su mueca de frustración, cosa que solo me causó gracia, me tome el tiempo de observarlo de arriba a abajo, venía muy bien vestido a decir verdad, traía un pantalón negro de cuero que remarcaba sus piernas y una camiseta blanca con un estampado de "Hey!" en medio con letras negras
—¿Ya terminaste de observarme? Porque necesito pasar a tu baño, mientras, tú arréglate, vamos a una fiesta no a una pijamada.
—Ya sabes dónde está el baño—Terminé de abrir la puerta y me di la vuelta; sentí como Leonardo pasó corriendo detrás de mí en dirección al baño.
Nuestra amistad era algo rara a decir verdad, nos volvimos amigos a partir de que él rompiera con Sara, la que en ese entonces, era mi mejor amiga.
Cuando Sara y Leonardo empezaron su relación, las cosas no salieron muy bien, las peleas eran muy comunes entre ellos y para arreglarlos, Sara me decía que hablara con Leonardo y viceversa; por lo mismo, inicié a llevarme muy bien con Leonardo, a tal punto de que nos llamábamos mejores amigos, aunque realmente aún no lo éramos.
El problema inició cuando las amigas de Sara comenzaron a meterle ideas descabelladas, como por ejemplo, que yo le quería bajar a su novio, que era una completa fácil y descarada por querer quitarle el novio a mi mejor amiga, por supuesto, yo tenía en mente que Sara no creía nada de eso, de hecho, había veces en las que me preguntaba "Oye, te gusta Leonardo?", yo le dejaba en claro que era sólo mi amigo, pero lo que no sabía, era que la hipocresía era el don que Sara mejor utilizaba.