Nunca fue mi culpa

Fracasos

En la mañana madrugamos y las chicas me ayudaron a arreglarme, mientras pedían disculpas por ofrecerme tanto trago cuando lo que tenían que hacer era enseñarme lo que sabían y cómo comportarme. Ahora no sabía qué hacer, sabía que era un evento importante y jamás estuve en uno.

Me tranquilizaron diciendo que me acompañarían y ahora tenía que fingir que éramos amigas íntimas y que no me enamorara de ninguna. "Vamos a aguantar el aburrimiento por ti", dijeron.

Llegamos a ese evento y había muchas mesas rodeando una tarima. Nos sentaron en una mesa donde había mucha gente. Me habían vestido muy sencilla, a diferencia de cómo estaban vestidas las otras chicas de ese lugar. Me hicieron dos trenzas y mi vestido era muy infantil. Sin embargo, era parte de su plan y yo no estaba ahí para complacer a la gente, solo estaba haciendo mi trabajo. Pero eso no evitó que me sintiera incómoda. Al momento de sentarme, todos nos quedaron viendo como un bicho raro. Empezó a hablar de la nada, sobre su carrera de abogado. Alguien interrumpió al abogado y dijo "podemos hablar a solas contigo sin ella". Tomás me pidió que fuera a servir comida. En ese momento, se acercó una chica pelirroja, mientras caminaba me puso el pie, tropecé con la mesa y se me cayó encima una torre de copas de vino, ensuciando todo mi vestido blanco. Tomás estaba mirándome desde lejos con cara decepcionada. Fue una humillación total. Salí corriendo a un rincón y le pregunté a un chico con traje donde quedaban los baños, él me dio la espalda. Un camarero me dijo dónde quedaban y entré directamente a encerrarme en el baño. Me senté allí, busqué mi teléfono y le escribí a Laura pidiéndole que me buscara en el baño cuando llegara, contándole el momento vergonzoso que había tenido.

En ese momento escuché la voz de unos chicos y me di cuenta de que no había diferenciado entre hombres y mujeres. Ellos llegaron riéndose, diciendo "no sé qué hace con una chica como esa, está acostumbrado a salir con chicas muy lindas". Otra persona les dijo, "-pero ella no es fea\ "Sí, pero es una niña, además no viste a la mujer pelirroja que estaba a su lado, no tiene comparación". "¿Qué tiene que ver ella?", preguntaron. "Estaba saliendo con ese mujerón y de un momento a otro sale con esta niña, no le encuentro sentido". "Tal vez lo haga mejor". "No seas idiota, es una niña, ¿qué va a saber de eso?".

Y así siguieron con su conversación estúpida mientras se iban. Ahora todo tenía sentido para mí, creo que soy una robachicos y recibí lo que merecía.

Laura gritaba mi nombre y sentí una tranquilidad, me abrazó, apenas me vio y lloré en sus brazos. En eso apareció Sia, me puso un saco y dijo: "podemos salir por la puerta de atrás".

Ellas me llevaron a comer. "La comida resuelve todo", dijo Laura.

Yo tenía unos ahorros y estaba segura de que los iba a gastar en alcohol. Pedí una botella y Laura y Sia se sorprendieron. Me serví un trago y Tomás llegó con un vestido nuevo. Yo ya estaba mareada, Tomás, Andrés y las chicas estaban mirándome con cara de lástima. El mayor pidió hacer una videollamada conmigo y estaba a punto de regañarme. Antes de que hablara, lo interrumpí y le pedí que, por favor, me dejara hablar sin interrupciones.

Me sentía fatal conmigo misma. ¿Cómo hago para que todo cambie y para que no me sienta tan pequeña? Amaría ser fuerte, pero no lo soy. Soy la razón por la que dicen que no todo el mundo lo es. Yo formo parte del 50% de personas que no lo son. Solo estoy intentando ser suficiente.

El mayor preguntó: "¿Estás borracha?"

Tomás tomó el teléfono y colgó.

Continuó hablando, alejó a todas las personas de mi lado. Mi vida está vacía y estoy sola. Quisiera ser la chica a la que le dicen: "Me siento muy motivado por tus palabras, tu forma de vivir, pero al contrario, soy la que dice: "Me identifiqué con tu mensaje, yo me siento igual de miserable".

¿Quién te dice eso?, preguntó Tomás, preocupado.

"Nadie, pero supongo que eso me lo dirían", respondí. Recuerdo mi juventud, era una adolescente triste, pero tenía una idea de lo que haría con mi vida. Lo único que cambió en él antes y después es que ahora no tengo idea.

Tomás preguntó: "¿Es que ahora estás muy vieja?".

"No me interrumpas, Tomás. No ves que estoy hablando. No seas grosero", le respondí. Tomás se rió y me dijo: "Perdón, sigue hablando, te escuchamos".

Andrés agregó: "Sí, no seas grosero, no ves que la niña está hablando", de forma sarcástica.

Y ahí estaba yo, diciendo cosas que a nadie le importaban y dando pena ajena. Me gustaría decir que la tristeza salió de mi ser, pero no es tan fácil. La verdad es que jamás me digo cosas bonitas, pero actúo como si lo hiciera. No quiero ser otra persona, todos viven sus propias luchas. La mayoría muestra tener una vida mejor, pero puede que tengan problemas más serios que los míos. Sé que no me esfuerzo lo suficiente. También sé que una de mis mejores excusas es cuando me esfuerzo demasiado y fracaso, y a nadie le gusta poner su esfuerzo en sus anhelos, intentar una y otra vez sin obtener algo y volver a lo mismo. Es como una relación, queridos amigos. Al final de tanto amar, sabes que el sentimiento no es mutuo y dejas de intentarlo. Solo que esto no es una relación, es mi vida. Deberían dejar de forzar las cosas, deberían darle el trabajo a otra persona.

Tomás dijo: "Estoy seguro de que existen miles de escritores que tienen la misma idea que yo del fracaso. Ve todos los que estamos aquí, en realidad no sabemos qué estamos haciendo con nuestras vidas. Estuve en un momento en el que no sabía si seguir los pasos de mi padre o estudiar informática. Mi familia me quitó todo el dinero y pensaba en cómo había arruinado mi vida. Veía la vida de mis amigos disfrutando de sus vidas y yo estaba viviendo día a día, trabajando y estudiando. ¿Sabes cuántas veces reconsideré rendirme y pedirle ayuda a mi padre? Más veces de las que me motivaba a mí mismo. Estaba arruinado y sentía que mi vida se estaba cayendo. No quiero hablar tanto de mí, pero la verdad es que, gracias a todas las veces que fracasé, sentí que mi vida no tenía sentido, sin importar el paso que daba. Gracias a mis pensamientos destructivos, supe que podía seguir viviendo de mi familia y logré crear mi propia empresa, seguir adelante. No te voy a decir que dejes tener estos pensamientos destructivos, porque el plantear qué quieres hacer con tu vida y recaer es parte del proceso que te va a ayudar a seguir adelante. Así que si te sientes mal, puedes sentirte afortunada, y si te sientes bien, también."




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