Nunca fue mi culpa

Dilema emocional

Santiago tomó su maleta y se retiró enojado, con el único pensamiento de proteger a su hermana.

Mientras tanto, Tomás había iniciado un romance con una influencer llamada Karina, la pelirroja que me había hecho tropezar y quien provenía de una familia adinerada. Ambos estaban involucrados en un negocio entre sus familias. Tomás se debatía en un dilema: rescatar a las chicas torturadas o expandir aún más su empresa. A pesar de su fortuna, había perdido credibilidad al delatar a socios interesados en menores. Era probable que Tomás no se interesara en mí, ya que nuestra relación iría en contra de sus principios. Pensar en él parecía una fantasía inalcanzable.

Tras las palabras de Jean, caí rendida al sueño. Al despertar al día siguiente, me debatía entre la realidad y la nebulosa de la fiebre que me había provocado alucinaciones. Actué como si nada hubiera ocurrido, pero la intensidad de la mirada de Jean me hizo sentir expuesta, como si pudiera desnudarnos con la mirada. Era un déjà vu; esa forma de mirar me recordaba a Tomás, así que preferí ignorarlo y volver a dormir.

En el fondo, sabía que lo compartido por Jean podría interpretarse como una historia trágica, pero yo solo podía percibir lo obsesionado y posesivo que sonaba. La idea de que su familia lo quisiera muerto significaría que no tendría motivo para investigar, ya que ellos poseían un gran poder y él no quería que se enteraran. Estaba destinada a estar con un chico que, cada vez que imaginaba tener una relación, solo se me ocurrieran escenarios donde él me engañaba con media industria del modelaje.

Al abrir los ojos, noté que Jean había transformado su cuarto en un santuario femenino. Ropa de mujer llenaba el armario; un tocador con diversos accesorios de belleza ocupaba un rincón. Era como si hubiera comprado toda una tienda; todo lo que alguna vez había soñado tener.

Una chica que organizaba las cosas me miró y, en un susurro, dijo: "Ah, ya estás despierta. Mucho gusto, me llamo Rosa y soy tu nueva asistente personal".

Rosa, vestida con un elegante vestido estilo princesa y adornada con joyas que delataban que ganaba el triple de mi sueldo, me pareció maravillosa. "¿Todo está bien?", preguntó Rosa, notando mi distracción.

Mientras la observaba de pies a cabeza, le respondí: "Lo siento, estaba distraída. Me llamo Estefani".

"Te llamas Sara Estefani, ¿verdad"? Bueno, ¿quién soy yo para juzgar los nombres que eligen las madres colombianas?, replicó con una sonrisa.

Reí y, con incredulidad, le dije: "Yo no me llamo Sara".

"Pero Jean me dijo que te llamabas Sara", insistió, con un tono coqueto y vanidoso.

Con una sonrisa traviesa, le susurré: "Es que a él le gusta llamarme Sara".

"Tu cédula dice que te llamas Sara", dijo, reafirmando su afirmación. "Pero olvídalo. Tal vez sea por el medicamento que estás desorientada y asustada. Debe ser duro que te quieran matar solo por ser el amor de la vida de Jean".

Mi sonrisa era hipócrita; no entendía nada.

De repente, recibí un mensaje: "Hola, soy Tomás. No sé si te acuerdas de mí. Supe que te dispararon y estoy muy preocupado por ti. Mandé al guardaespaldas a aquel país, pero no pudo hacer nada porque estaba en el edificio. Sé que suena un poco loco, pero me preocupas demasiado. Cuando te dije que si me pedías cualquier cosa te lo daría, no lo decía en vano. Llámame cuando pueda".

Me volví y vi a Rosa en la cama a mi lado, leyendo mi mensaje. Su rostro reflejaba sorpresa. "Ay, lo siento. Es que tu cara de sorpresa me dejó muy intrigada. Pensé que estabas siendo amenazada o algo así", se disculpó.

"No te preocupes, solo no se lo digas a nadie", le respondí.

"Tranquila. Yo solo estoy como tu asistente y traductora. Soy diseñadora de la marca de Jean, y como soy la única que habla español con fluidez, él me puso como tu asistente. Así que él no me cae tan bien", explicó.

Mientras tanto, Jean había contratado personal que hablara mi idioma, me llevó a conocer diferentes lugares del país y me presentó a sus amigos, solo aquellos que hablaban mi idioma. Aunque pareciera que los había contratado solo para fingir ser sus amigos, no podía comprender la razón. Me decoró la casa con tulipanes y girasoles. Le pregunté por qué lo hacía y me respondió que había visto en mis redes sociales que lo quería y que desde ese momento cumpliría todos mis anhelos. Es probable que mis ojos se hubieran iluminado, pues nadie se había esforzado tanto en complacerme ni siquiera en mis cumpleaños. Se me había olvidado mi idea de alejarme del chico que me dejaría sin dependencia emocional y que mostraba muchas señales de alarma. Mi fuerza de voluntad se desvaneció cuando lo vi con su traje negro, una mano en el bolsillo y la otra cargando rosas. Jean decoró la mesa con velas, la misma decoración que había publicado en redes sociales en el pasado. Me mostró un collar de diamantes, algo que nunca había visto antes, y ahora lo veía brillar.

Mientras yo vivía en un cuento de hadas, Laura estaba viviendo un infierno, ya que su hermano había decidido contarle a toda su familia sobre su trabajo y las acciones que iba a llevar a cabo.

En la sala de estar de la casa de Laura, ella se enfrentaba a su padre, quien mostraba una actitud machista y furiosa.

Padre: (gritando) ¡No puedo creer que hayas hecho esto, Laura! Tú y Sía, ¡son unas prostitutas! ¿Acaso crees que esto es ser militar? ¡Estás arriesgando tu vida por nada!

Laura: (temblando) Papá, no somos eso. Solo quería ayudar y hacer algo significativo. No pensé que esto causaría tantos problemas.

Padre: (despectivamente) Ayudar, dices. Lo único que estás haciendo es mancillar el nombre de nuestra familia. Un verdadero militar es tu hermano, Santiago. Él es lo mejor que nos pudo pasar. No como tú, que te acuestas con muchos hombres y te arriesgas por un capricho.

Laura: (Con lágrimas en los ojos) ¡No es cierto! Solo quise servir a mi país. Estoy tan cansada de sentir que nunca soy suficiente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.