Nunca fue mi culpa

Mientras tanto

Es difícil ver cómo la persona que idealizas cambia y te destruye por completo. A veces nos engañamos y pensamos que aquella persona que nos causó daño fue por un motivo externo, que tuvo que haber otra razón. Es una forma en la que justificamos las acciones, pero la realidad no se puede cambiar, y el engañarnos no hace que una mentira se vuelva realidad, aunque todo es un proceso.

Le pedí a tomas que sí podría sacar a Jean y el me respondió: "Él ya salió hace mucho tiempo y se fue del país". Mientras tanto, me dio la espalda y siguió bebiendo su trago.

Salí directo al apartamento de Jean, acompañada de Laura, quien le escribió a Sia que no se molestara y que los tres dejaran de tratarla como a una niña pequeña. Tenía las obligaciones de una adulta, pero no el respeto de una.

Laura nunca supo cómo sería su vida sin sentir ese vacío en su corazón. Su padre le exigía demasiado y la golpeaba cuando no hacía las cosas como él quería. Santiago, su hermano, le tenía demasiado temor a su padre, así que nunca hacía nada, o solo se alejaba y se hacía indiferente a los problemas. Cada vez que Laura recibía una mala nota, significaba un golpe, así que siempre fue la mejor de su clase. Nunca supo qué fue fallar, siempre fue la chica perfecta, se rodeaba de amigas que se burlaban de ella o la hacían menos con sus críticas constructivas, pero a ella no le importaba, porque eran las hijas de los amigos de sus papás. Eso se decía a sí misma. Pero no todo era malo, pues desde pequeña le reconfortaba ver al mejor amigo de su hermano, quien era su vecino. Siempre lo espiaba, hasta que un día encontró a Sia haciendo lo mismo con Santiago, y desde ese día se volvieron inseparables. Una familia la salvó y las unía que sus familias eran iguales, y sus madres eran mujeres que no parecían tener espíritu cuando estaban cerca de sus esposos.

Pero aunque trabajaba todo el día como doctora, cada vez que cometía un error en la clínica era mandada a la oficina de su padre, aunque el error solo fuera no encontrar la vena de un paciente a la primera, algo insuficiente.

Después de un largo día de trabajo, llegaba a su casa a ver cómo su padre llenaba de cumplidos a su hermano, solo por ser un militar. Así que decidió meterse como suboficial al tomar una carrera, pero su padre se enteró y solo causó una pelea que terminó en: "Eres mi niña, pero no te compares con tu hermano, jamás vas a llegar a ese nivel".

A Laura le gustaba cortarse en secreto, sentía cierto placer en sentir un dolor que solo ella se causaba, y era tan extraño que eso le diera felicidad, pues sabía que a nadie en el mundo le gustaría hacer eso. Pensaba en qué la hacía ser única, pero luego veía las fotos de Enrique y todo no era tan malo al parecer. Recordaba que era el único chico que la defendía de su padre y de su hermano, incluso de los niños que intentaban golpearla. Regañaba a Santiago cuando no la cuidaba y le enseñaba a ser un mejor hermano. En las noches tristes, solo miraba sus fotos y lo imaginaba presentándolo a sus papás como su pareja, a sus amigas que siempre se burlaron de ella por no tener pareja. Incluso Eric, el chico guapo que la enamoraba, y ella no le hacía caso porque tenía un novio que no sabía que era su novio. No le importaba qué tan guapo, listo, o qué tanto dinero tuviera Eric, ella no dejaba de pensar en su verdadero amor.

Ahora su verdadero amor estaba con la chica que ella detestaba, pero que, según decía, era su amiga: Natalia, la de los comentarios pasivos-agresivos, quien sin hacer esfuerzo logró hacerlo suyo.

Mientras estábamos dormidas abrazándonos, solo pensaba cómo Enrique satisfacía a Natalia, cómo ella disfrutaba que él la tocara, cómo se abrazaban mientras estaban desnudos. Sus pensamientos cambiaron, ya no era Enrique y Laura, ahora era Enrique y Natalia teniendo sexo.

Una lágrima brotó en su mejilla. Laura me dijo: "Puedo solo no decir nada".

Le respondí: "Probablemente, mañana tengas doble turno y estamos durmiendo en el piso, teniendo una cama al lado, solo porque la cama me trae recuerdos tristes, así que haré cualquier cosa".

Laura: "Estoy esperando a que te quedes dormida para luego pasarme. ¿Soy una tonta al creer que él en algún momento me amaría?"

No, Laura, él es un tonto al no amarte, le respondí.

Laura, llorando, me contaba toda su vida mientras se quedaba dormida. No dije nada, solo me quedé en silencio. Creo que ella lo único que quería era que la tomaran en serio, que la escucharan y no que opinaran sobre su vida.

Al día siguiente, Laura se despertó y me entregó una carta de Jean que había encontrado, que decía: "No sé quién tuvo la culpa, no sé si tú me traicionaste, solo sé que aquello que hice no fue correcto. Estaba muy drogado y borracho. Jamás había golpeado a una mujer, y lo mejor es alejarme de ti. No quiero averiguar si tú me hiciste algo malo, solo me quedaré con la imagen de que me salvaste la vida, y haré lo posible por olvidar el mal que te hice, porque me siento más culpable por eso que por todo el mal que he hecho en mi vida. Trataré de continuar y espero que tú lo hagas. Si quieres arreglar lo nuestro, no me busques, pero si tienes algún problema, no dudes en contar conmigo".

¿Quién era? Me convertí en una persona tan débil. No me importaba lo que otros pensaran, solo pensaba en que tal vez Jean no lo hizo con intención, tal vez era mi culpa, y en ese "tal vez" se convirtió en una excusa. No quería aceptar, "que no estaba tan enamorada", me decía, pero sí lo estaba. Y después de quitarme el maquillaje y ver los moretones en mi cuello, fue que acepté que me gustaba demasiado y que si seguía con él, luego sería difícil terminar con el maltrato. Podría sacar un clavo con otro, podría Tomás hacerme olvidar lo que sentía. Tal vez dejar a Jean me convertiría en una buena amiga, pero la realidad era que me decía a mí misma cómo lograría que Jean no pensara que fui yo y me perdonara. No puedo creer lo masoquista que soy.




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