Nunca me dejes ir

Capítulo 7: Kenny

Miro el contacto de Milka pensando en escribirle, pero no sé que decirle. Ella huyó después del beso intenso del armario y no la he vuelto a ver. Blue me dijo que Milka estaba avergonzada y me aconsejó invitarla a salir porque ella ya sabe que me gusta así como yo me di cuenta de que ella amaba a Liam.  

La cuestión es que no sé que hacer. Nunca me sentí tan inseguro en mi vida, mucho menos cerca de una mujer.

Josh me aclaró cosas y me dejó el camino libre, Belle y Blue me animan a ir por Milka y yo arruino las cosas, perdiendo la oportunidad de acercarme a ella, de conocerla y descubrir de una vez por todas si lo que siento por ella es una atracción física que se intensificó con los años o es algo más fuerte y menos superficial.

—¿Qué opinas, Kenny?

—Lo siento, ¿qué me dijiste, Blue?

Ella ríe.

—Te agradezco que me invitaras a cenar para que me distrajera del trabajo y extrañara un poco menos a Liam. Apenas se fue hace unos días y ya lo extraño—acomoda a su hija en sus brazos—. Mi hija ya se durmió y el embarazo me baja sueño, así que será mejor que vaya a casa donde mi hijo perro debe estar esperando.

—Claro, te ayudo con tu mariposita. 

—No, yo me ocupo. Mi mariposita no pesa mucho y ya estoy acostumbrada.

—Espera que pague la cuenta y te acompaño al auto.

—No es necesario—se levanta y se niega a recibir mi ayuda—. Me voy yendo y nos estamos hablando. Gracias por la cena.

No insisto porque es una pérdida de tiempo. Por lo apurada que está, algo me dice que tendrá sexo telefónico con Liam y por eso está ansiosa de llegar a su casa. En este momento él se encuentra en París y allá debe ser de mañana. Nuestro día está terminando y allá está comenzando.

El camarero me trae la cuenta, pago en efectivo dejando una generosa propina y me pongo en pie.

La idea original era cenar solo en el hotel, pues decidí quedarme en el penthouse del hotel en lugar del departamento de mi padre porque tengo todo lo que necesito ahí. Limpieza, servicio al cuarto, gimnasio y el trabajo. Estoy acostumbrado a vivir en hoteles, aunque a veces es agotador y es lindo tener una casa propia, yo no me he visto en necesidad de comprar una casa o departamento cuando viajo tanto.

Papá se compró un departamento aquí para cuando viene de visitas con mamá no molestar a nadie. En especial cuando vienen casi todos los miembros de la familia por algún cumpleaños y evento.

Llevé a Milka al departamento para evitar que me vieran con ella en el hotel y los empleados inventaran algo que pudiera llegar a los oídos de mi tío Drago.

Milka, ¿por qué no dejo de pensar en ella?

Acomodo la chaqueta en el pliegue de mi codo y saco el celular dispuesto a escribirle a un mensaje. Necesito averiguar que sucede entre ella y yo.

Me choco a alguien, maldiciendo porque mi teléfono se cae y alzo la mirada de inmediato al reconocer la voz.

—¿Kenny?

—Parece que el destino no deja de encontrarnos.

Me agacho y levanto el teléfono. Por suerte no fue una caída mortal y parece estar bien.

—¿Qué haces aquí?

—Cenaba con Blue y se fue. ¿Y tú?

—Yo, bueno—mira hacia atrás—, finge que eres mi novio.

—¿Cómo?

—Milka… —dice alguien detrás de ella. Ella se acomoda  mi lado, agarra mi brazo y apoya la cabeza en mi hombro.

—Milo, lo siento, justo llegó mi novio por mí.

El joven rubio arruga el ceño en dirección de Milka. Yo no entiendo nada, ¿se quiere deshacer del hombre fingiendo que tiene novio? ¿Para qué aceptó salir con él? No tengo respuestas, pero no puedo hacer las preguntas delante de este tipo y mucho menos dejar mal parada a Milka desmintiéndola.  

Extiendo la mano hacia él y le brindo mi mejor sonrisa.

—Kenny. ¿Tú eres?

—Milo. Milka y yo trabajamos juntos… ¿Desde hace cuánto salen?

—Pues… —la miro, esperando que ella responda—. ¿Hace un mes?

—Sí, tres semanas en realidad. —agrega ella y ambos asentimos.

—Lo decía porque ayer Sally y tú estaban hablando de la app de citas y decían de buscar el alma gemela ahí y por eso pensé que quizás… Obvio que no.

¿App de citas? ¿Milka busca su alma gemela en una app de citas?

—Tengo que hacer una campaña con la app de citas y solo bromeábamos. Recuerda que ella se está por casar… Milo, la cena de esta noche no fue una cita personal, fue de trabajo porque estamos juntos en el proyecto de la nueva publicidad del restaurante. Vinimos a probar los nuevos platos para tener un panorama mejor de lo que debemos promocionar. No pensaste que era una cita romántica. ¿Verdad? —cuestiona Milka.

El rubio se pone incómodo y se acomoda la corbata con nerviosismo. Así que estaban en una cena de trabajo que el joven mal interpretó. Siento pena por él.

—No, claro que no—se apresura a decir el rubio—. Sabía que no era una cita…




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.