Nunca Me Olvides

Capítulo Díez: Enredos

Camila caminaba por el extenso y delgado pasillo del supermercado. Controlo la lista de comestibles que debía comprar. Palmearon con suavidad su hombro y ella perceptible al contacto, giro en la dirección de quien importunaba su concentración. Lourdes o como la solían llamar las personas que la conocían "La sabelotodo"

-Hola, querida- le dijo en un tono muy falso- ¿Cómo estás?- beso sus dos mejillas-

-Bien, bien, Lourdes- respondió y siguió camino, ella la siguió sin entender la indirecta- Vos, ¿Cómo estás?-observando una caja de cereales e ignorándola-

- Bien, es poco. Estoy esplendida, querida- río exageradamente y golpeo la mano de Camila-

-Me alegro- Camila secamente mitigó y ese "querida" le sonaba muy hipócrita-un gusto verte- para poder cerrar la conversación y trató de esquivarla- me encantaría seguir conversando pero debo hacer muchas diligencias. El día de hoy es de locos -mintió descaradamente e intento retirarse-

-Espera- la tomo por el antebrazo. Camila se detuvo con media sonrisa, disgustada porque sabia que algún chisme le acarraría- lamento mucho lo que sucedió con Emilia.

- ¿Con Emilia?- le preguntó en un desconcierto-

- Por lo de tu hijita- miro sus largas uñas perfectas de un matiz claro casi impecable- perdóname que te lo confiese. Se que los jóvenes de ahora son muy liberales. A mi punto de vista es una bajeza lo que le hizo a esa pobre muchacha.

-¿Qué?- Camila dejo las compras a un lado. Confundida ante la declaración de Lourdes- no estoy comprendiendo de lo que estas hablando. ¿Qué hizo mi hija? ¿Qué muchacha? y ¿Qué tiene que ver Emilia en todo esto?

- Hay- llevo la mano, tapando su boca- creo que me fui de lengua. ¿No lo sabias?

Camila no respondió. Levanto una ceja y su rostro se transfiguró.

-No me mires de esa manera Camila, por el amor de Dios, parece que me quieres arrancar la lengua. Una pregunta a la vez contestó y te lo resumo, porque lo comente tanto que estoy un poco cansada de contar siempre lo mismo- hablaba con una impunidad tremenda, sin reparo al desconcierto de Camila- tu hija se metió con Leonel "sentimentalmente" La muchacha, por supuesto, que es Aldana, pobre criatura. Se tuvo que ir de la ciudad por la vergüenza. Emilia, seguramente esta al tanto de todo, por eso te dije que lo lamentaba mucho. Pero... por tu reacción y desconcierto, no sabia que te mantenías al margen.

- ¿Mi Fernanda? No, no puede ser. Ellos son un grupo de amigos muy unidos. Fernanda tiene principios muy respetables, no le jugaría una treta tan maligna a Aldanita. Seguro es un malentendido.

-¡Pero no, mi cielo! Si hasta hay fotografías en Internet. Mi nene me contó que Aldana estuvo destrozada en el colegio por culpa de tu hija, la paso muy mal. El primer amor- suspiró- cuando pasas por semejante trauma, pensas que es el fin del mundo... Adolescentes. Yo creo que a Aldana, le partió el corazón el puñal por la espalda de tu hija, enterarse por fotografías, que espanto.

Camila estaba casi boquiabierta, mientras Lourdes continuaba con su discurso.

-Cariño ¿te sentís bien? Empalideciste.

-Si, me encuentro bien- exhalo por la boca y se abanico con una de sus manos- si, no te preocupes.

-Disculpa si me desubique. Yo siempre tan brusca, te lo conté sin anestesia. De igual manera, fue mejor que te enteres por mi, para que abras tus ojos. Lo sabe toda la ciudad- tomo sus manos y Camila las soltó bruscamente-

- Debo irme- Camila, agarro las bolsas-

- Adiós cariño, que tengas buena tarde- sonrió maliciosamente-

Llego a la caja, pago en efectivo y se dirigió a paso rápido al coche. Salio a toda prisa del estacionamiento y de un santiamén estaba en casa de Emilia. Golpeó la puerta repetidas veces, al ver que la puerta se abría, su corazón de los nervios le latía de una manera descomunal. Andrés la miro extrañado.

- Hola, Andy ¿se encuentra tu madre?

-Hola, tía Camila.

Camila noto que de inmediato que Andrés cambio la expresión del rostro apenas termino de decir "tía", como si la culpa le hubiera dicho al oído que no diga esa palabra.

Andrés trato de disimular y trago saliva incomodo.

- No se encuentra. Salió temprano de casa, Camila.

-¿Camila? ¿Desde cuando me dices Camila? Soy la tía Camila.

-Perdón, lo dije sin pensarlo- se disculpo amable- le diré que pasaste tía Camila o ¿necesitas dejarle algún recado?

-Sí, dile que tengo que hablar urgente con ella. Y que por favor me conteste las llamadas, que hace semanas que no me atiende y no se el motivo. ¿Vos lo sabes?

Andrés negó con la cabeza. Camila, su marido Gustavo, su hijo Eduardo y hasta Fernanda los sentía pertenecientes de su pequeña familia. La familia que la vida le había regalado. No quería entrometerse. Ella y su madre, amigas desde la secundaria, por todo el enredó de Aldana y Fernanda. Emilia, ignoraba por completo a Camila. Andrés, sabia que ella, al principio no se daría cuenta por qué era muy ingenua. Pensaría que estaría ocupada para verla. Por la cara de desencajada que traía, seguramente la verdad la golpeo bruscamente y el no estaría dispuesto a decirle que si era cierto lo de Leonel y Fernanda. Conocía a Camila y le realizaría la pregunta.

- Se que mentís y lo entiendo porque es tu madre. Lo único que quiero saber, es que si es verdad lo de Fernanda y Leonel.

-No lo sé- desvió la mirada y nervioso mordió sus labios-

-¡Dios mío! ¡Es cierto!- se llevo la mano a la frente- ¡ como pudo Fernanda lastimar de esa manera a tu hermana! Yo no le inculque esos principios.

- Ya lo sé, tía. No te tortures, no es culpa tuya. Cada uno, es responsable de sus propias acciones. 

-Eduardo, ¿lo sabe?

Eduardo, el mejor amigo de Andrés. Ellos dos optaron por no hablar, ni entorpecer. Respetando la amistad y apartando el acontecimiento ocurrido entre sus hermanas.




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