Allyson.
El estado de salud de Ryan se ha complicado un poco. El médico dijo que se debía al estrés con el que vivía día a día, y que por lo tanto debía tomarse un reposo.
De todo. Absolutamente todo. Incluyendo a su familia.
Él no estuvo de acuerdo. Aún así, Ramona no le dejó oponerse. Estaba terco en ir a trabajar, y ocuparse de lo que tenía que hacer, pero ella se lo impidió. Muy a regañadientes, lo ha obligado a tomarse por lo menos, una semana de descanso. Hablo con Black para decirle de la situación de Ryan, él, muy indiferente le respondió que no le interesaba, solo que se presentara a la junta importante de no se que en dos semanas.
Lo que había sucedido en el baño de su habitación, parecía haberlo olvidado. Seguia teniendo la misma actitud de siempre.
Como lo dijo, estuvo presente en mis clases. El profesor no tuvo inconveniente, siempre y cuando no interrumpiera. No lo hizo. Pero tampoco dejo de ver al pobre como si quisiera asesinarlo.
Aprobé mis exámenes, con una nota considerable. Seguía con dificultades para alcanzar mi promedio, y mi anterior rendimiento.
Ryan cumplió lo que me dijo, apenas recibí el resultado poco positivo de mis exámenes, para aprobar el semestre, despidió al pobre profesor. Y al jardinero también. Lo que le llevo a contratar a otro jardinero. Esta vez, asegurandose de que fuese alguien ya mayor. El tipo era un hombre como de unos cincuenta años o más. Le dejo estrictamente prohibido, que no podía acercarme al jardín. Ni hablar conmigo.
De hecho, nadie podía hablar conmigo. Solo Ramona. Quise protestar, no lo hice porque estaba cansada de las peleas.
Ahora mismo se encontraba en su habitación, descansando. Toque un par de veces, antes de entrar. Se encontraba recostado en su cama, con un brazo tapando sus ojos de la luz.
En mis manos llevaba una bandeja, con su comida, le había pedido a Manu qué prepara una sopa de verduras especialmente para Ryan. No sabía se le gustaba, pero debía comer bien por recomendación del doctor. Y otra cosa, también debía dejar de hacer corajes. Eso era el principal motivo de su mala salud, y la causa de los vómitos.
Justo por eso, intenté no llevarle la contraria aún así no estuviera de acuerdo.
Se resistía mucho si de cuidarlo se trataba. Decía que no lo necesitaba, que estaba bien, y que debía estar trabajando y no perdiendo el tiempo.
—Vete de aquí—me dijo apenas entre.
—Necesitas comer algo—deje la bandeja aun lado de su cama.
—Necesito ir a trabajar, no estar aquí encerrado contigo y Ramona pretendiendo ser enfermeras.
Me senté a la orilla de la cama, manteniendo la paciencia. No debía provocar que se molestara. Todo lo contrario.
—Te aseguro que te gustará.
—Te dije que te fueras—replica—Y llevate tu estúpida comida.
Suspiré, no me daría por vencida tan fácil.
—El médico dijo que necesitas llevar una buena alimentación.
—Me importa una mierda lo que diga el médico.
—Vamos, prueba un poco. He pedido que lo preparen especialmente para ti.
Creí que eso haría que cambiara de opinión. No lo hizo.
—Largate, Allyson.
—Aunque sea poco, para que no tengas vacío el estómago. Por favor.
—No.
El sonido de su móvil me interrupciones cuando iba a seguir insistiendo. Logre ver el nombre de la personalidad que lo llamaba.
Lydia.
Sentí una punzada de celos.
Me había dicho que entre ellos no había nada..., pero era difícil no pensar en que sí.
El no respondió la llamada, aventó su móvil bajo la almohada y volvió a colocarse el brazo encima de los ojos.
—¿Sigues aquí?
—No me iré hasta que hayas comido algo.
—¡Ah, últimamente estas más insoportable que nunca!—se quejo—No soporto el sonido irritable de tu voz.
Ignoré el sentimiento en mi pecho. Si quería que mejorase, debía evitar discusiones a toda cosa. Aún si eso implicaba ignorar lo que sentía.
—Es por tu salud—dije suavemente.
—¿Qué mierda te importa mi salud? Te importará mucho si me muero, mejor para ti.
—Hazlo por mi.
Quito el brazo de su rostro, alzó un poco la cabeza para verme a los ojos. No supe descifrar la manera en la que me veía. Pero si supe algo. Ya no me miraba como lo hacía cuando nos conocimos. No me miraba como con ese brillo especial, no. Ahora me miraba con desprecio. Como si fuese lo peor que hubiera sucedido en su vida.
Soltó una risa corta, y amarga.
—No seas estúpida—pude sentir el desprecio en sus palabras—¿Por que haría yo algo por ti?
—Hazlo por ti, entonces—murmure, reprimiendo las ganas de llorar.
—Largate. Verte lo único que me provoca es asco—volvió a recostarse.
Asco. Le provocaba asco verme.
Me puse de pie lentamente, para salir de la habitación.
—Dejaré esto aquí por si te da hambre.
No dije más, y salí.
Sus palabras me dieron ganas de llorar. Hasta ahora, no me había dicho este tipo de cosas. Tampoco se había atrevido a insultarme. Había soportado qué lo hiciera, porque le quería. Realmente lo hacía.
Al parecer, no era recíproco. Dude de si alguna vez llego a quererme tanto como decía.
Por más que no quisiera, sus palabras me apuñalaban el corazón, tanto que llegue a sentir que quererlo me quemaba por dentro. Había instantes en los que deseaba que todo fuera diferente. Que jamás hubiera dejado de quererme.
Voy hasta mi habitación.
Me encierro en ella, queriendo llorar por lo que acaba de pasar. No lo hago. Solo permanezco sentada en el piso, recargada en la cama y abrazada a mis rodillas.
Asco. ¿De verdad sentía eso por mi?
Tan solo la idea de pensar que el podría llegar a odiarme... me daban más ganas de llorar. No sabía porque no podía hacerlo. Supongo que se había vuelto tan común hacerlo qué ya no quedaban más lágrimas que derramar.
Las horas pasan, me mantengo en la misma posición. A través de la ventana puedo ver como el sol se va ocultando poco a poco, dejando mi habitación a oscuras.
#4985 en Novela romántica
#1407 en Chick lit
matrimonio por contrato, amor sufrimiento dolor, peleascelos
Editado: 15.02.2025