Nunca pensé enamorarme de ti

Capítulo XVIII

Ryan.

—Quiero que sea algo especial. Allyson ha sido lo mejor que me ha pasado, y quiero obsequiarle algo significativo.

Demian me miraba con una ceja enarcada.

A falta de comunicación con Lydia por la distancia y por la diferencia de horario, recurrí a algo que jamás creí que haría. Amigar con Demian.

Descubrí que teníamos algo en común, y es qué, él, a sus 26 años ya estaba en matrimonio desde hace unos cuantos años. Lo descubrí porque en su oficina tiene una fotografía de él, junto a los que supuse son su esposa y sus hijos.

A raíz de eso, comencé a hablar con el sobre mi matrimonio. Sentí que sería el único que entendía ya que su estado Civil era el mismo que el mío. Incluso más que Lydia. Es algo extraño, pero cómodo.

—¿Algo como que?

—No lo sé, algo significativo.

Analizó mis palabras, asintiendo un pra de veces en silencio.

—Comprale un collar, o lo que sea—arrastró la silla frente a mi escritorio, y tomó asiento—. Las mujeres se conforman con cualquier cosa, siempre y cuando sea costosa.

Lo mire, funciendo las cejas por lo que acaba de decir. Eso no lo habría dicho Lydia, su opinión es bastante diferente a la de ella. ¿Que me habría sugerido ella?

Soy un pésimo para esto de los detalles.

—Allyson no es así.

—Por supuesto que sí—contradijo—, todas las mujeres son iguales. No les importa nada más que lucir ropa de marca, tener millones de pares de zapatos diferentes, millones de bolsos, y presumir joyas costosas con sus amigas.

—Allyson no es así —repetí.

—Tal vez eso es lo que quiere que creas. Todas las mujeres son así, superficiales. Solo les importa tener el vestido más caro, el bolso más costoso.

—No hables de ella como si la conocieras.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Llevo casi tres años viviendo a su lado. La conozco, no es ese tipo de chica.

—¿Qué tipo de chica?

La voz de Gwenn irrumpió en la estancia. Demian y yo dirigimos la vista hacia la entrada, estaba parada sosteniendo la puerta que ha abierto sin permiso con una mano, y en la otra un folder de color verde.

—Antes de entrar a un lugar se toca—sisee.

Noté como mi amigo frente a mi la repaso de arriba a abajo lentamente con la mirada. No una mirada normal, había algo en ella que causó que la pelos de zanahoria se removiera.

—Solo vine a traerte los informes que pediste—habló ella.

—Entonces ¿por que te metes en lo que no te importa?

No respondió, camino hasta mi escritorio bajo la atenta mirada depredadora de Demian. Gween se aclara la garganta, claramente incomoda por que el chico no le quita la vista de encima.

—L-las estadísticas del último mes e-estan... están...—dejó el folder sobre el escritorio—. Las estadísticas del último mes están al inicio—se recompuso—, si algo está mal házmelo saber.

Tomé el folder en cuanto ella se alejo rápidamente del escritorio hasta llegar a la puerta entre abierta, y salir.

—Esa chica es hermosa—dijo Demian sin despegar la mirada de la puerta por donde había entrado Gwenn.

—Tienes esposa—murmure inconscientemente leyendo los documentos que me había traído.

—No veo cual es el problema, dije que es hermosa.

Cerré la carpeta y centre mi atención en él.

—Por favor, vi como te la comías con la mirada.

El alzó una de sus cejas. Era algo que lo caracteriza, siempre hacer ese gesto ante cualquier cosa, situación o conversación.

—¿Tienes algún problema con eso?—se inclinó sobre el mueble—¿A caso te gusta y por eso estas tan molesto de que me la haya comido con la mirada?

—No digas estupideces—lance la carpeta al escritorio.

—No son estupideces, Ryan. ¿Te gusta esa chica pelirroja?

—Yo solo tengo ojos para una sola mujer, y esa es, y siempre será Allyson.

Su mirada cautelosa, y examinativa me repasó por completo el rostro. Comprendí porque Gwenn se había sentido incomoda, que Demian te mire con esos ojos qué parece mirar más allá de mi rostro, como si estuviera intentando descubrir lo que pasa por mi mente.

—¿Qué tanto me vez?

—Nada—responde con simpleza, dejando caer todo su peso en la silla de nuevo.

—No, dime.

Mantiene el silencio por unos minutos.

—Algo en tu mirada me dice que te gusta esa chica—suelta, haciéndome reír sin un gramo de gracia.

—Dices puras estupideces, Demian.

—No le veo otro motivo por el cual te moleste que la mire.

—No me molesta.

—¿Seguro?

—Completamente.

—Entonces ¿No te molestaría que la invitara a salir?

—No me interesa donde metas el pito, tú sabrás muy bien lo que haces.

Abrió los ojos, sorprendido por mi respuesta.

—Me parece maravilloso, entonces.

—¿A donde vas?—inquirió apenas entró.

—A donde sea que no tenga que ver tu cara—respondí sin mirarlo a los ojos.

No me dio tiempo ni de pararme siquiera, el camino hasta mi a zancadas, rodeo el escritorio, me toco el hombro y me sentó de nuevo.

—No vas a ningún lado.

—¿Solo por que tu lo dices? —aparte bruscamente su toque de mi

—No porque ahora seas el presidente significa que puedes hacer lo que se de tu regalada gana—soltó.

Hice la silla hacia atrás, poniéndome nuevamente de pie. Cada vez toleraba menos a Black.

—Puedo hacer lo que me de mi regalada gana no por ser el presidente.

—Atrevete y te destituyo del cargo—amenazó.

Pero si mi padre creía que su estúpida amenaza funcionaria, estaba totalmente equivocado. Conmigo hace tiempo que su autoridad no funcionaba. No porque fuera mi padre ante la ley, significaba que seguiría obedeciendo sus ordenes. Para mi, el poco respeto que tenia por el Sophie había muerto el día que me entere de la verdad.

—Metete tu cargo por donde más te quepa.
Intenté largarme de ahí. Sin embargo me detuvo con más fuerza esta vez.

—No te iras de aquí hasta que termines de hacer lo que te ordené—se impuso frente a mi, alzando el rostro con altivez y superioridad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.