Nunca pensé volver a tu lado

Un Extra Navideño.

Allyson.

—¡Bajame!—grite en medio del desespero—¡Bajame, maldita sea!

—Shh, no hagas tanto escándalo.

—¡Qué me bajes, carajo!

Ryan me llevaba sobre su hombro bajando las escaleras de nuestra casa. Habíamos hablado hace unos meses sobre nuestra relación, y decidimos que ya era tiempo de que nos mudaramos con él. Creí que a Jake le afectaría el cambio porque estaba acostumbrado a vivir con mi padre y conmigo solamente, pero el se lo ha tomado mucho mejor que yo.

Le encanta la idea de vivir con su padre, y con Ramona también.

—Solo espera.

—¿A que me espero? ¿A que me llegue la sangre a la cabeza y me muera?

—No seas dramática.

—No soy dramática ¡Bajame ahora mismo!—ni siquiera me percate que ya estábamos en la planta baja cuando me puso en el suelo.

Sentí un leve mareo y tuve que sentarme en el sofá qué había escogido cuando nos mudamos. Ryan me dio la libertad de cambiar la decoración de la casa, incluidos los muebles.

Los que tenia no estaban mal, pero quiso que le diera un toque mío al hogar. Casi me infarto cuando me entere que Ramona fue quien decoro, de haberlo sabido no habría cambiado nada. Aunque la verdad, a ella le gustó también así que no hubo problemas.

—¿Qué eran esos gritos?—pregunta Ramona desde las escaleras.

—Allyson como siempre de exagerada.

—No soy ningún exagerada—golpeé el hombro de mi ahora esposo.

Porque sí, nos habíamos casado hace unas semanas, después de mudarnos comenzamos a planear la boda, qué fue muy linda, nada parecida a la primera que tuvimos hace ya una década. Teníamos la opción de dejar a Jake a cargocon mi padre o Ramona, pero quisimos incluirlo en el viaje. Así que en vez de luna de miel, tuvimos un lindo viaje familiar alrededor de bastantes sitios turísticos de México.

Muy hermosos por cierto.

—Claro que si.

—¡Qué no lo soy!—volví a golpearlo—¡Tu me bajaste como si fuera un costal de papas!

—Oye, qué yo no he dicho que fueras un costal de papas—alzó las manos inocente.

—¿Me estas comparando con un costal de papas?

—¿Qué? Yo no...

—¡No soy un maldito costal de papas, Ryan! ¡Soy un ser humano!

—Tranquila, yo nunca dije que eras un costal de papas—intenta tocarme pero me alejo.

—¡Deja de decir que soy un maldito costal de papas!

—¡Solo quería mostrarte algo!—me alza la voz—¡Jamás dije eso!

El sentimiento de que me haya gritado se hace presente. ¿Por qué me habla de esa manera? ¿Qué no ve lo sensible qué estoy?

—Ryan, deja de gritar, vas a despertar a Jake—lo regaña Ramona.

—Pero si la qué estaba gritando era Allyson—me acusa.

—Oh, oh, ¡¿Me estas diciendo loca?!—las ganas de llorar se apoderan de mi.

¿En serio piensa que estoy loca?

—Yo nunca dije que... —se detiene al ver que estoy llorando—, no, no, no, ¿por qué lloras?

—¡Me estas comparando con un puto costal de papas y luego dices que estoy loca!—le reclamo entre sollozos.

—¡Yo nunca dije nada de eso!

—¡Qué no grites, hombre!—le regaña Ramona de nuevo.

—¿Por qué me dices esas tantas cosas horribles, Ryan?—las lágrimas—¿es que acaso no me quieres?

—Yo no te he dicho nada.

—Encima tienes el descaro de negarlo—el llanto me toma por completo.

—No... Ally, no llores—me acerca hasta su cuerpo rodeandome con sus cálidos brazos.

Escondo mi rostro en la curva de su cuello donde sigo llorando incontrolable.

—Ya... no llores ¿vale?—deja suaves caricias en I espalda—perdoname ¿si? Solo quería mostrarte algo.

—Son las tres de la madruga, ¿no pudiste solo pedirme que bajara como una persona normal?

—Ally, ¿es que no te das cuenta que no somos normales?

Rodé los ojos separándome de él. Lo que decía era cierto, nosotros éramos las personas menos normales del mundo. Basta solamente con habernos casado, divorciado y vuelto a casar años después.

—¿Y que es lo que me quieres enseñar?

Camina hasta el enorme árbol de navidad que hay en la sala, yo no quería uno tan grande y tan exagerado como ese, pero Ryan insistió como niño chiquito y lo compramos. Debajo están los obsequios de Jake ya envuelto y listos para que los habrá por la mañana.

Toma una de las cajas envueltas en papel navideño y me lo entrega.

—Feliz navidad, mi Ally.

Recibo el obsequio, conmocionada. Ya quiero llorar otra vez.

—Ryan...

—Ábrelo.

Hago lo que me pide, emocionada.

El contenido de la caja me deja inmóvil por un par de segundos. Siento como la nariz me arde y los ojos se me vuelven a llenar de lagrima nublandome la vista.

—Yo... —no se que decir.

Saco la cámara profesional qué hay dentro, y no solo eso, viene con varias lentes diferente.

—Sé que después de separarnos te metiste a estudiar fotografia y que no terminaste la carrera por cuidar de nuestro hijo. Esta es nuestra primera navidad juntos después de cinco años.

—Ryan...

—Feliz navidad, esposa mía.

—Dios...

Dejo mi obsequio a un lado para abrazarlo e inevitablemente vuelvo a llorar en su hombro. Cada día me convenzo más de que lo amo. Mucho. Más de lo que lo llegue a amar hace años.

—Hoy estas muy sensible—murmura.

—Yo también tengo algo para ti—me separo.

—Qué maravilloso abrir regalos a las tres de la madrugada en navidad.

—Solo falta Jake.

—Iré a ver si no se despertó—Ramona quien observa todo vuelve a subir por las escaleras.

Tomo la caja forrada especialmente de rojo y se la entrego. Toma a burla el color del forrado, porque se que no le gusta el color rojo.

Abre la caja sin cuidado alguno, sacando el interior de ella, eso me deja confusa, no era lo que había preparado.

—Amo los zapatos—murmura.

—Ese no era el obsequio—le quito la caja de las manos.




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