Solo quería oír las olas
y tu respiración.
No sé en qué momento
la música me taponó los oídos
y dejé de escucharme.
Sentí
tu tacto
áspero
que acariciaba mi piel
fina.
Nuestras manos se encontraron
en la oscuridad
con la facilidad que otorga la luz
y el hilo de Ariadna.
Este laberinto
sin muros,
con salida,
no tiene escapatoria.
Es tu vida,
dices,
es tuya y tienes que vivirla tú.
Me aprietas sin darte cuenta
contra ti:
nuestros cuerpos se despiden.
No quiero que te acabes,
no soporto el olvido de estos sentimientos,
de este verano,
de este error.
Olvídate de mí,
pero ya eres pasado,
ya eres el recuerdo de un recuerdo,
ya eres lo que una vez fuimos.
Olvidarte es caminar por la playa
en línea recta
hacia el horizonte.
Tienes los ojos del color del mar
iluminado por las luces del hotel.
Tienes la vida que todavía no has vivido,
tienes el tiempo,
el mío,
el que te regalo,
y tienes espacio
para volar
lejos de mí.
Tienes los ojos de todos los azules
que no he visto,
ni veré,
porque tú lo harás por mí.
Si no he sido fiel en el amor
solo ha sido
por fidelidad a los fantasmas.