Nunca Regalo Diamantes

CAPITULO 8 EL PRIMER FRACASO

Camilo regreso a su despacho conduciendo a toda velocidad. Aquella mujer era realmente exasperante. No había caído ante ninguno de sus encantos y, sin embargo, no lograba sacársela de la cabeza. Había algo en su mirada que lo obnubilaba. Tristeza quizás, nostalgia tal vez o dolor, una herida profunda sin cicatrizar. Conversaba con inteligencia, ninguna de sus palabras salía de la nada, sino que se hallaban cargadas de significado y eso era algo muy raro de encontrar. Supuso que sus demás compañeras solo eran bellos frascos vacíos, pura apariencia y nada de consistencia y que esta vez, se había topado con alguien más racional y práctica. Sus labios eran rojos y dulces, ansiosos de ser besados al igual que su elegante cuello.

“No puede ser” pensó ofuscado mientras giraba en la esquina de avenida Libertador,” Se supone que ella debe quedar muerta por mí y no que yo …esto está mal, muy mal, Camilo”.

Ingreso al estacionamiento haciendo sonar rabiosamente los neumáticos. Avanzo a paso furioso hasta su oficina y se dejó caer en el sillón totalmente confundido. Nunca había fracasado tan estrepitosamente en su primera cita por más que se había esforzado por ser gentil y seductor. Comenzaron con un debate político durante su viaje hacia el restaurante, prosiguieron con discrepancias con el menú, tampoco se pusieron de acuerdo con la ropa con la que asistirían a la gala y terminaron con un postre a medio consumir y un regreso a la oficina de Rocío en el más absoluto silencio. Sin embargo, admiraba la potencia con la que esa mujer defendía sus ideas y como no se dejaba dominar por ninguna de sus insinuaciones. Debía tenerla ya, lo necesitaba y no era cuestión de ganar aquella estúpida apuesta entre amigos. No, era asunto de orgullo y de curiosidad. No se vestía como una dama, más bien tenía un aura masculina, tampoco se maquillaba ni usaba adornos, pero su cuerpo voluptuoso caminaba como un felino y sus manos se movían con gracia. Olía a flores silvestres y sonreía sin pudor alguno al descubrir cómo cada una de las evidentes tretas de Camilo se desarmaban.

Tomo el celular y llamo a Ramiro. Después de todo, era su jefe y tenía que conocerla bien. Esa mujer escondía alguna debilidad y Camilo iba a encontrarla para bajarle la guardia.

_Hola, idiota_ respondió del otro lado de la línea_ ¿Empezaste a conquistar a Rocío?

Camilo na sabía si insultarlo o dejarlo pasar. Eran amigos y se conocían de toda la vida.

_Salimos a comer, Ramiro_ respondió el. No le diría que se sentía fracasado, eso no lo admitiría_ Vamos con calma, no hay apuro. Es cuestión de saborear la caza antes de comer a la presa.

_Entonces no necesitas nada…_ sostuvo Ramiro intentando terminar la conversación.

_NO! _ afirmo Camilo rápidamente_Solo me preguntaba…decime, amigo, ¿Esa mujer que esconde? Porque es evidente que algo le paso para ser así.

_ ¿No lo sabias?

_ ¿Queee? _ quiso saber intrigado.

_Bueno…espera que cierro bien la puerta. Dame cinco.

Camilo se sentía más que intrigado, intranquilo o preocupado.

Ramiro regreso para finalmente agregar:

_Salió en las noticias, hermano. Ella tenía unos dieciséis años y el degenerado unos cuarenta. El tipo era millonario, de esos a los que les gusta las jovencitas. Sus padres habían fallecido en un accidente automovilístico y ese monstruo era el padre de su mejor amiga. Fue un caso muy renombrado porque el sujeto era conocido en los medios. Después de eso, no volvió a ser la misma. Mi padre ayudo a su abuela, que quedo como tutora legal en ese entonces. Por eso la conozco tanto. Papa la adora …pensándolo bien, si sabe lo de la apuesta e va a matar.

Ramiro continúo dándole algunos detalles que Camilo ya no escucho.




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