Nunca Regalo Diamantes

CAPITULO 13 LA BESTIA

La cena transcurrió alegremente. Camilo descubrió que Rocío, además de fantásticamente inteligente, podía ser muy divertida. El sr Uzur estaba cautivado por sus puntos de vista, por lo embebida que estaba en política y finanzas. Sus consejos eran atinados y sobre todo, favorables para las transacciones comerciales que realizaría con el Grupo Echeverría. La señora Uzur también se sentía de lo más cómoda y relajada junto a Rocío. Su conocimiento del idioma turco y sus chistes ocasionales tornaban la conversación entretenida y descontracturada.

Camilo observaba a su acompañante con una extraña obnubilación. Era una mujer de rasgos sutiles, labios frescos y piel de durazno, que con cada sonrisa derretía los polos del pobre Camilo, que se sentía más confundido que nunca. Jamás en su vida había sucumbido bajo el encanto de ninguna mujer, eso estaba más allá de toda posibilidad. Sin embargo, sentía su corazón acelerado, tenía una necesidad enfermiza de tocarla, abrazarla, besarla, como si fuese la última mujer sobre la faz de la Tierra. ¿Qué demonios le estaba pasando? La miraba como los idiotas enamorados que veía en las películas románticas de Netflix. ¡Eso era una anormalidad en su persona! Definitivamente algo andaba mal, muy mal. Aun así, sabiendo que no había lógica posible, luego de haber terminado de cenar, la invito a bailar. La banda tocaba melodías de los cincuenta y varias parejas ya estaban en la pista, danzando al son de canciones de Paul Anka.

_Debo reconocer que eres una caja de sorpresas, Rocío_ le murmuro al oído.

_ ¿Por qué lo dices? _ musito ella mientras se movía.

_Te creía antipática e incapaz de entretener a nadie_ confeso con total honestidad.

_Gracias_ agrego Rocío con cierto sarcasmo.

_No es mi intención ofenderte, solo me siento…confundido. ¿Esto forma parte de lo que pague?

_Si te refieres a mi presencia aquí, sí, pero si piensas que estoy simulando, debo confesarte que no, no suelo representar un personaje. Si me siento cómoda, puedo ser autentica y esta noche, me siento así. Sé que tu padre necesita cerrar este negocio y si puedo colaborar lo hare. Es un hombre muy simpático, me cae bien, de veras. Los Uzur son gente simple y un poco de turco aquí y allá, ameniza el ambiente.

_Bueno, estoy tranquilísimo_ admitió Camilo.

_ ¿A qué se debe esa supuesta tranquilidad?

_A que eres agradable cuando no estás en esa bendita oficina, con esos atuendos tan horribles que vistes.

_Esta es una ocasión especial. Me vestí de acuerdo a la ocasión. No es lo mío la ropa ceñida, los tacones o el maquillaje. Me siento observada.

_Ciertamente todos te están mirando porque te ves fabulosa_ le dijo sonriendo.

_Se lo dices a todas, Camilo, a mí no intentes conquistarme. Esto es negocios y nada más.

_ ¡Ya rompiste el clima! _ exclamo mientras veía a la Sra. Rodríguez abrazar a su esposo, no sin antes lanzarle una mirada fulminante. _ ¡Qué cara dura!

_ ¿Perdón? _ le pregunto dejando de bailar, sintiéndose ofendida.

Camilo la tomo por la cintura, trayéndola hacia su pecho emborrachándose con su perfume y obligándola a retomar la danza.

_No hablaba de ti, es esa mujer.

_ ¿Quién? _ quiso saber dándose la vuelta.

_No mires para atrás_ le recrimino _Es alguien que conozco.

_Una de tus mujeres, era de esperarse. Y supongo que llegaste tarde por ese motivo.

_NOOO_ sostuvo Camilo sonrojándose, cosa que deslumbro a Rocío.

_No seas vergonzoso. Esto es un trato comercial, nada más. No estoy celosa, no tengo derecho a estarlo. Me imagino entonces que esa mujer nos está viendo ahora.

_Algo así.

La charla se vio interrumpida por un sutil choque con otra pareja que bailaba a su lado.

_Disculpen_ afirmo un hombre con voz grave.

Rocío se estremeció al oirlo. Su cuerpo temblaba intempestivamente. Camilo se percató de inmediato y observo con rudeza al hombre que estaba parado tras la figura de su compañera. Allí, en medio de la pista de baile, estaba Pedro del Valle, la Bestia.




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