Haberla conocido hizo de mi vida una dicha pero a su vez una perdición.
Y no cabía duda de que aquella testaruda castaña me había atrapado, me hizo amarla para luego dejarme, para desecharme y regresar con él.
Pero al probar sus besos y su cuerpo supe que no habría vuelta atrás a lo que era antes de ella, nunca seré el mismo otra vez.