Capitulo 2.
Camila Lansford.
Tomé a Tom del brazo y me balanceé siguiendo su ritmo. De inmediato tocaba mi solo en pleno puente de la canción. Experimenté aquello según mi entrenadora, debía sentir lo que la letra decía. Debía de vivir aquel dilema, aquel dolor colarse en mis huesos hasta hacerme llorar y pedir clemencia. De pronto todo se detuvo y se una puerta salió la entrenadora aplaudir emocionada, dirigiéndose a nosotros dos.
—Estuvieron estupendos.
Tom me abraza y dice que fue mi mejor interpretación hasta el momento.
—Lansford es la mejor y todos los saben.
Me sonrojé de sobremanera al ser el centro de atención de mi clase de danza.
Está era mi pasión, me gustaba bailar ya que era la mejor manera de expresar mis emociones y como me siento. Mientras que mi padre lo único que hace es incluirme en el mundo de las empresas, cosas que verdaderamente no me gustan y no son de mi agrado. Hace unos meses me inscribí en esta clase y fue mi mejor decisión, me enfrenté a él aún cuando es quien me mantiene a mi corta edad de 18 años.
—Estás ida.
Tom es un buen amigo y junto con su novio son un sol de personas. Hace poco él salió del closet y según sus palabras fue la mejor decisión que pudo tomar. Su padre se encuentra decepcionado pero él es feliz al lado del hombre que ama.
—Mis pensamientos me llevan a pensar que soy la decepción de la familia Lansford.
—Que no te inquiete. Todos somos la decepción de una generación en nuestra familia. No te aflijas.
Es bueno aconsejando y escuchando, a decir verdad es el único hombre que ahora considero amigo.
De pronto del otro lado de la calle aparece aquel chico de piel canela que conozco como la palma de mi mano, sus ojos marrones al verme se suavizan y en sus pequeños labios aparece una sonrisa. Tom a mi lado exclamó:
—Aún no se que le ves a ese niño, Camila.
Si, Víctor es menor que yo por un año pero yo lo quiero mucho.
Es mi novio desde hace un año y medio y nadie de nuestra familia y del medio (excluyendo a Tom) saben que nosotros dos salimos. Mi mejor amiga Valencia lo sospecha, mientras que mi otra amiga Carmela lo repudia. Dice que de estar yo enamorada de una cosa como esa debo estar loca y ciega.
Víctor tiene su encanto y no lo digo solo porque sea hijo del alcalde, lo digo porque así de verdad lo siente mi corazón.
—Lo quiero y lo sabes.
Tom no lo aprueba sin embargo apoya mi relación.
—Me llamas cuando estés sin esa cosa. —. Le dedicó su peor mirada a Víctor y se fue al lado de su novio que lo espera en el coche.
—¡Hey! ¿Ocurrió algo con Tom? —. Él me abraza y deja un pequeño beso en la mejilla.
Negué a la vez que enrollaba mi brazo alrededor del suyo.
—Solo se siente indispuesto.
Víctor entendió y continuamos nuestro camino por la acera de la calle.
—Está noche harán una cena en casa de mis padres, mi hermano William va a graduarse de la universidad con honores y tomará el puesto de presidente en la empresa de Estocolmo. —. Me cuenta interesado.— Mi madre está emocionada y quiere celebrar en grande el logro de Will.
—Eso es estupendo, Vic.
—Me preguntaba si… ¿Tu quieres ser mi acompañante?
Me enternece su propuesta por lo que termino asintiendo efusivamente.
—¿De que color hay que vestir? —. Pregunté por diversión.
—Si gustas puedes llevar a Valencia y Carmela, entre más personas mejor.
Ouh, se que por obviedad Valencia fue invitada, sus padres con amigos y socios de los Beckinsale.
—Estupendo.
🔸 🔸 🔸
William Beckinsale.
Inhalé hondo observando mi reflejo en el espejo de cuerpo completo.
Me habían encargado un traje elegante en tonos tierras muy refinado y que sin duda va con mi gusto de ropa. No suelo ser muy colorido en cuanto la ropa se trata, me conformo con los trajes oscuros, azules oscuros o colores tierras. Bertrand a mi lado me ayuda con un quita pelusa a sacar lo que encuentre. Él ya se había encajado el traje que pedí exclusivamente para él.
—No debió molestarse, Sr.
Está apenado, él más que nadie me conoce y me quiere por quien soy. Merece mi cariño y mis atenciones.
—Eres como mi padre, Bertrand. Eso nunca lo olvides.
—Y tu cómo mi hijo, William… como mi hijo…
Se alejó cuando Fanny, mi hermana menor entró a mi habitación.
Ella usaba un vestido que va de juego con mi traje solo que el de ella trae dorado brillante.
La observé y en ella encontré una versión mucho más intrépida y joven de nuestra madre. Fanny es de estatura promedio, de piel de porcelana delicada, risueños pero profundos ojos azulados y una larga cabellera dorada que cae sobre su espalda baja. De pequeño solía tratarla como a una princesa. Ahora éramos los reyes de nuestro patrimonio. De lo que heredaremos de nuestro padre.
—Juntos.
Ella elevó su mano y las entrelazamos sellando nuestra promesa que mantenemos desde pequeños.
—Siempre.
Al bajar nos encontramos con varios conocidos de nuestros padres y familiares paternos que tenemos años sin ver, y que ahora mágicamente se acuerdan de mi. Ella afianzó su agarre cuando vio entrar a Bruno, ella desde que lo conoció experimentó un enamoramiento platónico por él que nunca ha superado.
—Ve con él y avísame si se pasa de imbécil.
Ella asiente emocionada y sale a dónde Bruno se encuentra tomando una copa de vino.
Yo me adentré ante la multitud siendo la atención de todos y recibiendo miles de felicitaciones que para mí criterio se escucharon muy falsas. En el jardín trasero se encuentra la otra parte de invitados y a mi madre Luisa y mi padre Guillermo preparados para subir a una pequeña tarima a dar un discurso.
Al ser el celebrado tuve que subir y encandilar mi vista con los reflectores, pero todo por complacerlos a ellos.