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Camila Lansford.
—¡Felicidades abuela Hilda, felicidades a ti!.—cantamos cumpleaños a mi abuela, estaba en sus 80 primaveras y seguía igual de movida y activa.
Mi madre Catalina abraza a mi abuela Hilda por los hombros mientras que le susurra palabras al oído, a su lado mi hermana con mi pequeño sobrino cortando el pastel en pedazos. Mi padre estaba ahora en la sala hablando con el padrino y celebrando la vida, todo mientras que mis primos están a su lado con su consola Nintendo Swich.
—¿Has tomados fotografías, Camila?.—me pregunta mi abuela sentándose a mi lado en el sofá.
Tenía su rostro lleno de arrugas, sus cejas casi inexistentes, su cabello que antes era castaño ahora estaba completamente cubierto por canas blancas. La abuela Hilda usaba una camisa de seda blanca y unos pantalones de vestir negros en conjunto con unos zapatos de plataforma baja negros con un lazo de adorno. Mi madre Catalina reparte en compañía de mi tía los pedazos de pastel y mi prima a su lado ofreciendo su ayuda en servir la gaseosa en los vasos plásticos rojos.
—Claro que lo he hecho, míralas.—encendí la pantalla de mi celular y comencé a mostrarle una a una. Y justamente aparece la que nos tomamos nosotras dos, ella a mi lado era baja. Mi cabello ondulado un poco despeinado, mi piel bronceada un poco brillosa por el iluminador que apliqué mientras que maquillaba, la blusa vino tinto con brillos se veía genial con este shorts blanco corto.
—Están preciosas, Camila.—me sonríe y es cuando mi tía Catherine aparece.
—¿Quieres un poco de pastel mamá? —se dirige a mi abuela mientras me hace entrega de mi pedazo, y más atrás mi prima Gabriela que espera que ella se aparte para entregarme mi gaseosa.
—Guárdala para mañana, Catherine.—exclama la abuela viendo tentativa el pedazo de pastel hecho de hojaldre con dulce de leche, su favorito.
—Está bien mamá. Gabriela te dará un vaso con gaseosa de fresa, se que te encanta.—le dedica una sonrisa a la abuela antes de ir hasta donde estaba mi padre y padrino hablando de trabajo.
—¿Le dieron pastel a tu hermano? —pregunta la abuela a Gabriela bebiendo de su gaseosa.
—Si, mamá ya le llevaba el pedacito.—se balancea sosteniendo jugando con su ondulado y corto cabello, mi prima Gabriela era de tez bronceada con cuerpo curvilíneo, baja de estatura, ojos verdes y pecas sobre su nariz y mejillas.
—Ya iré a ver.—la abuela Hilda se pone de pie y va hasta donde se encuentran mis primos comiendo y mi tía hablando.
Entre mi prima y yo reímos, Gabriela la señala viéndome.
—Ella nunca cambia.—y decide acompañarme mientras termino de devorar el pastel.
—¿Ingresas a diseño gráfico está semana no? —le pregunto por la universidad mientras como.
—Si, Carlos ha prometido ir conmigo ese día.—dice y entiendo que Carlos no quiera dejarla sola el primer día de clases pero debe de darle espacio a Gabriela, a qué conozca amigos.
—¿Te queda un poco alejada de la casa? —pregunto ceñuda.
Gabriela sacude la cabeza negando y yo entorno mis ojos, definitivamente Carlos y Gonzalo no quieren que ella salga de la casa y haga amigos con quiénes convivir.
—Es solo que quiere ir conmigo y ver en qué carrera optar.—dice y yo quiero rodar los ojos pero me controlo, Gabriela adora a sus hermanos y podría tomarlo a mal.
—Bien, Gabi. Espero te vaya genial.—le sonrío.
El cumpleaños de la abuela transcurre con normalidad hasta que mis primos deben marcharse, ahora estábamos despidiéndonos en la puerta de la casa mientras que el padrino enciende el coche dándole más tiempo a mi tía Catherine para buscar sus pertenencias.
—Te cuidas, toma tus medicamentos a la hora.—le dice la rubia de ojos verdes.—Le escribo a Camila o a Carla.—le dice dándole un beso en la mejilla a la abuela y luego a mi hermana y a mí.
Ellos terminan de despedirse y se marchan de regreso a su pueblo que se encuentra a una hora, y el cual lleva por nombre “Bourn”, era extraño y no comprendo quien llamaría así un pueblo pero tampoco es que Beckinsale sea normal. Todos entramos de regreso a la casa y cada quien hace sus quehaceres antes de irse a dormir.
Termino de ayudar a mi madre con algunos platos sucios y subo a mi habitación mientras reviso las notificaciones viejas del celular.
Ocasia Valencia.🐄
¡Debiste venir a la fiesta, estaba genial!.
Rodé mis ojos, Ocasia sabía bien que era el cumpleaños de Hilda y que no podía faltar o sino me desheredarían.
Para; Ocasia Valencia.🐄
No podía, Hilda cumplía años.
Estuvimos hablando por un buen rato hasta que me llegó una notificación de Instagram el cual trataba de un mensaje. Trataba de un desconocido pervertido que al parecer no encontraba en que ocuparse y encontró mejor, molestarme a mi en mi chat.
Cuando estaba por ingresar en el chat me entra una llamada telefónica grupal.
—¡Camila que estás haciendo!.—exclama la voz chillona de Carmela, y más adelante, Ocasia.
—¿Sigues en la celebración de Hilda?.—inquirió curiosa.
Entré a mi habitación lentamente mientras que respondía a la pregunta que hacían mis amigas.
—En este momento subo a mi habitación para darme una ducha, mañana debemos ir a la facultad temprano.—les recuerdo, mis dos amigas suelen ser muy despistadas.
—¡Oye no lo recordaba!.—suelta Carmela.
—Ya mismo comienzo a preparar la mochila porque fíjate que si Camila no nos dice, no me acordaba.—suelta sarcástica Ocasia, se que ella lo recordaba, lo habíamos hablado antes de que mi familia llegara e interrumpiera nuestra conversación.
—¿Saben que deben esperar por mi en la entrada, no?.—les digo, me daba ansiedad entrar y que todos me miren raro solo por ser nueva.
—¡Es obvio Camila!.—dice entre risas Carmela.—Bueno, debo colgar ya mamá está estresada al verme despierta tan tarde.—alejé el celular de mi oreja y fugazmente vi que tan solo era las nueve con quince minutos de la noche.
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Editado: 03.11.2024