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Camila Lansford.
«Debe de haberse estropeado algo en mi cerebro, tengo tus sustancias por todas mis venas».
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—¡Feliz aniversario mi amor bonito!.—me sorprende mi novio al entrar en clases.
Víctor traía en sus manos un enorme ramo de rosas rojas, sin exagerar, era un ramo grande que tenía que sostener con ambas manos y creo que aún así pesaba. En la mesa dónde siempre nos sentamos juntos estaba una cajita rosada con un listón rojo, sabe que amo el rojo.
—No debiste molestarte.—recibí todo con cariño, aunque sintiendo pena ya que no compraría su regalo hasta ahora en la tarde en el centro comercial con Valencia.
—Es lo que te mereces mi reina.—me agarra de las mejillas y planta un beso en mis labios, no lo profundiza ya que sabe que me incomoda mucho. Por lo que a los dos segundos se aparta dedicándome una sonrisa.
—Eres muy atento amor y me encanta pero insisto, pude conformarme con un detalle sencillo y simple como obsequio.—dije mientras tomo asiento, ya mis demás compañeros comenzaban a entrar al aula y veían raro a mis regalos.
Eran exagerados.
—Preciosa, si es por lo que todos dirán, no me importa. ¿Bien?.—besa mis labios una última vez y me dice.—Eres mi chica y como tal mereces está clase de regalos, por ser el centro de mi universo y por permitirme ser tu novio. Es nuestro primer aniversario, nuestro primer año juntos como pareja.—suspiro, cuando se lo propone puede ser un romántico.
—A papá le encantará saber que te haz lucido con los obsequios.—le digo riendo.
Belardo Lansford conoció a mi novio a los dos meses e igual mi madre, mi padre le pareció un buen chico y mi madre igual, aceptaron sin chistar que fuéramos pareja. Y era recibido en ambas casas conmigo a su lado, tomando su mano.
—¿Un anillo, Víctor?.—lo miré divertida aunque asustada.
—Un anillo de promesa y el cual será suplantado por el de compromiso.—coge la cosita de terciopelo en donde está el anillo de oro blanco y pedrería costosa y brillante para ponerlo en el anular izquierdo.
Reprimí mis impulsos de querer decirle que no deseaba casarme en un futuro, que prefiero mantener nuestra relación donde está. Antes de que Catalina y Belardo Lansford decidieran el divorcio sus peleas eran constantes, ruidosas y traumáticas para mí, como mi madre lo humillaba y como él también lo hacía con ella, supe desde ese momento que no quería pasar por lo mismo de nuevo y menos que uno de mis hijos lo presencien tal y como yo lo hice.
Creía en la fidelidad de una relación menos en el matrimonio, para mí el matrimonio es una cárcel para ambas personas que nunca se terminan de conocer bien. Y que por ende, tendrán problemas más adelante.
—¡Oh qué lindos son!.—llega Carmela para fortuna mía, ya que Víctor se alejó.
—¿Todo bien, Rudershor?.—le pregunta mi novio mientras que guardo el cosito de terciopelo en mi mochila.
—En orden, Beckinsale, tal y como debe ser.—Carmela escudriñó con su mirada a mi novio y este igual, fruncí el ceño.
—Creí que seguían en malos tratos ustedes.—digo, dándoles mi atención.
Carmela sacude su cabeza negando, sentándose a mi lado, ya que Víctor le había dado su puesto.
—Decidimos llevarnos bien por ti, Camila.—me sonríe y le creo.
¿No era tan linda mi amiga? Literalmente, Carmela desde que comencé a andar con Víctor no se llevaron como lo esperaba. Fueron días que tuve que soportar las quejas de Víctor y de Carmela, hasta hoy que extrañamente se están soportando.
—Es cierto, amorcito. Solo por ti ando soportando a este engendro.—mira despectivo a Carmela, lo cual me dio un poco de gracia.
—No seas malo con ella cariño.—le riño.—Carmela y Valencia son como mis hermanas.
Y justamente en ese momento entra al salón de clases Ocasia Valencia con sus deslumbrantes vestuarios que son de admirar, y es que Valencia siempre viste a la moda. Las ventajas de tener una madre que es modelo retirada y diseñadora de modas, todas una divas las mujeres Valencia.
—Todo en orden chicos.—nos saluda a nosotras con un beso en la mejilla y regresa a ver a Víctor.—Beckinsale, ¿Qué estás haciendo en nuestro salón y mucho más importante…—Valencia optó una postura intimidante.—… que estás haciendo sentado en mi silla?.
De inmediato mi novio se quita del otro asiento a mi lado para dárselo a mi mejor amiga. Viéndome divertido niega.
—Han llegado nuestras hijas, ellas no nos darán oportunidad de hablar bien Camila. Así que pasaré por ti a casa de tu padre para ir a la mía, mi madre hará una fiesta de gala por la llegada de mi hermano William Beckinsale al pueblo.
Si bien sabía, y fue por él meses atrás, que su hermano se había ido a Estocolmo para estudiar no se que carajos y tenían años sin verse ya que cuando sus padres iban, él no podía. Se que le hace ilusión verlo y que yo lo conozca, además siento que está fiesta puede ser una oportunidad para agradarle a su familia.
—¿Podemos ir con ustedes, Víctor?.—pregunta con interés, Valencia.
Víctor asiente y ve de reojo a Carmela.
—Pueden ir y llevar acompañantes.—dice.
—¡Genial, gracias por la invitación cuñado!.—exclama feliz Carmela.
—Car está puede ser la oportunidad para llevar al chico que conociste hace un mes, para que Valencia y yo lo conozcamos.—le digo feliz por ella.
Recuerdo bien el día que Carmela llegó feliz a la facultad ya que había conocido a un chico sensacional y estupendo, que había sido un total caballero con ella y que estaban intentando una relación. ¿Lo malo? Al parecer el chico tenía una novia o esposa, la verdad no recuerdo bien esa parte. Lo cierto es que Carmela se encuentra ilusionada con él, y me agradaría conocerlo para darle mi punto de vista.
—Debo de hablarlo con él.—dice, ruborizada. Ya mi novio se había retirado, por lo que podíamos hablar del tema abiertamente.
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Editado: 03.11.2024