William Beckinsale.
«Eres tú, cielo, y me pierde la manera en que te mueves, cariño. Y podría intentar huir, pero sería inútil».
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—¿Y cree que ella esté lista para cortar con el Joven Víctor?.—acotó Bertrand mientras que me ayuda a organizar mi habitación.
Era un miedo constante lo que sentía cuando estaba con Camila, la quería demasiado, me gustaba más de lo que me atrevo a confesar y de solo imaginar que podría estar considerando dejar de lado lo que siente por mi para continuar con una relación llena de falsedad y mentiras, me abruma; ella debe estar conmigo.
—Veo en sus ojos miedo, me tiene miedo y siente miedo de lo que experimenta por mi.—aventé con fuerza una de mis sudaderas a la cama.
—¿Cree usted que vale la pena la Señorita Lansford?.—preguntó, dejando aquella pregunta nadando en las profundidades de mi cerebro, haciendo pequeños choques eléctricos, no tenía una respuesta y mi silencio para él dijo mucho.—Señor Beckinsale no sea un gilipollas que traiciona a su hermano por una mujer, si de verdad quiere a esa joven haga las cosas bien.
—Ella no desea dar fin a la relación con Víctor.—mencioné en susurro, cabizbajo, aceptando lo que decía y lo que ella me decía con sus acciones.
—Ahí tiene su respuesta Señor Beckinsale.—en eso, el radio que todos los trabajadores de la mansión tienen, suena en el bolsillo de Bertrand. Él se aleja por un buen rato necesitando privacidad, y quedándome consumido por mis pensamientos con respecto a Camila.
Ella quería estar conmigo y lo podía notar, aquel brillo que desprende de sus orbes cuando me ve no puede ser falso y lleno de mentiras solamente, yo lo sentía tan sincero que me daba la fuerza suficiente como para enfrentarme a quien sea de mi familia con tal de tener su cariño conmigo.
Estaba enloqueciendo encerrado y pensando solamente en ella, comenzaba a necesitar verla, escuchar su voz, sentir su tímida mano rozar la mía con miedo. Ella me estaba drogando lentamente, llenando cada rincón de mi con si droga para volverme un adicto, quiere que esté adicto a ella.
Lo malo es que no siempre las drogas hacen bien a nuestro organismo y que habrá un momento en donde habrá una elección dura, sería bastante complicado dejar atrás aquella droga que me hace tan bien pero no puedo estar con ella, me está haciendo daño lentamente.
—Era el alcalde confirmando que el cumpleaños del Joven Víctor se hará en España Málaga, el vuelo sale en la madrugada de hoy.—presioné fuertemente la sudadera en mi mano viendo por mi ventana.
Quiera o no, tendré que ver a Camila.
—Ya ni ánimos de asistir a la fiesta de mi hermano tengo.—desanimado suelto un suspiro y me dejo caer en el sofá de mi habitación, con la mirada de Bertrand fija en mí.
—Vea el lado positivo Señor Beckinsale.—inicia él.—Mientras este en Málaga pasará más tiempo con la amiga de su hermana, con la señora Melissa Hunter.—arrugué mi ceño.
—Ella no es quien de verdad me importa Bertrand Hernández.—dije en un hilo de voz recostando mi cuerpo en el sofá, viendo al blanco techo.
—Pero aquella que usted quiere no lo quiere lo suficiente a usted, Señor Beckinsale.—Era duro pero tenía mucha razón en eso.—Camila Lansford solamente busca divertirse con el hermano mayor de su novio, quizás un simple acostón para saciar las ganas pero no amor, si ella de verdad estuviera interesada estaría afuera tocando la puerta buscándolo a usted.
Justo cuando pensaba responder, una de las tantas mucamas que habían por toda la mansión ingresa a mi habitación para darme la siguiente información:
—En la planta baja lo busca una jovencita, Señor Beckinsale.—esperanzado observo a Bertrand.—Dice que desea hablar con usted en este instante.—prosiguió
—Ve y dile que el Señor la recibirá con mucho gusto en el despacho del alcalde.—pide Bertrand por mi al verme demasiado quieto.
—Enseguida Bertrand.—Ella sale y cierra la puerta despacio.
—Si resulta ser la Señorita Lansford este firme e intimidante, Señor Beckinsale, no permita que ella juegue con usted.—me pide para segundos después salir de mi habitación.
Sin darme del rogar termino por salir de mi habitación para dar inicio a mi recorrido por el extenso y ancho pasillo donde se encuentran las habitaciones de los integrantes de la familia. Ya mis padres se encontraban en Málaga preparando todo para la sorpresa de Víctor, y mis ambos hermanos también se encuentran allá. Camila se iría con Simón y Ocasia aparte, mientras que yo me iré con Melissa en el jet privado de mi familia.
Por lo que él día de hoy estaría únicamente yo en la casa, nada más que yo y la servidumbre con Bertrand. Crucé la esquina final de las escaleras entrando al pasillo que había por ahí y por dónde quedaba la oficina de mi padrastro, se escuchaba voces desde el interior.
—¿Desea agua, café, té o nada?.—Era mi buen amigo Bertrand.
—Estoy bien así, muchas gracias.—los vellos de mis brazos se erizaron al escuchar su voz.
Entro al despacho y ella estaba en una de las sillas individuales tomada de entre sus manos nerviosa mientras que al frente Bertrand la miraba juzgando.
—Puedes retirarte Bertrand, muchas gracias —Él recoge el vaso de agua que le había dado a Camila y me mira.
—A su disposición siempre, Señor Beckinsale.—y sale dejándonos solos.
—¿Qué estás haciendo aquí, Camila?.—indago rodeando el escritorio para situarme en la silla de Howard.
Ella pasa saliva pesadamente, mientras que parece coger aire.
—Vine para hablar de nosotros.—mi corazón latió desenfrenado al escucharla pronunciar un «nosotros».
—Eso no existe, no eres mía.—recordé con pesar, quería que la fuera pero ella no.
—Y de mi relación con Víctor.—prosiguió apartando unos mechones de su cabello.
Eso me interesó.
—¿Le vas a terminar?.—me aclaré la garganta, removiéndome incómodo en la silla.—No quiero que lo hagas si es por mí.
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Editado: 03.11.2024