Camila Lansford.
«Tú tienes la culpa, con solo una dosis de ti, sabía que nunca seré la misma».
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De estar siendo rodeada por sus brazos a estar a su lado recostada viendo como sus hermosas esmeraldas escudriñan cada parte de mi interior, sentir que este momento solo estamos nosotros y que nada puede arruinarlo y mucho menos echarlo a perder. Él pasa sus dedos por mis mejillas trazando el contorno, memorizando cada punto, cada marca. Y de repente lo detengo, quizás ya era demasiado tarde para sentir culpa pero era inevitable, podía sentir mi conciencia recriminarme el haber engañado a Víctor tan cruelmente con su medio hermano.
—Te aseguro que no merece que pienses en él, Camila.—. Y como si Beckinsale leyera mis pensamientos, habla, sacándome de mi nube gris pesada de culpas.
—Lo extraño es que aunque se que está mal no puedo evitar sentirme bien y feliz.—. Y era lo que más me hacía enfadar. El que esto me esté gustando, que me este haciendo sentir bien y que su realidad sea que está mal.
—Sabes que aún me sigues gustando Camila Lansford.—. La intensidad del sentimiento lo reflejan sus esmeraldas al segundo en que la luz de la luna pega contra su rostro.
—Y sabes que también me pasa igual pero Víctor sigue estando conmigo, William.—. Él no dijo más nada y mucho menos se alejó.
—¿En algún momento crees que todo eso cambie?, ¿Qué tú estarás conmigo libremente?.—. Quería creer que si, que en algún momento estaría con la persona que más quiero en el mundo y es extraño, no tengo mucho conociendo a William y ya está muy dentro de mi, conquistando mi corazón y mente.
—No puedo asegurarte nada, el destino es un enigma que aún no podemos descifrar para acertar.—. Y en los dulces labios de William aparece una tenue sonrisa baja.
—Haré todo lo posible para estar contigo Camila, no quiero que nada nos separe nunca.—. Sentía mi corazón derretirse de amor por él, por sus palabras, por su atención y compromiso hacia mí.
—¿Nunca has considerado la loca idea de comenzar de nuevo con alguien más? Mi vida es complicada William, a Víctor nunca le agradará la idea de que su ex novia sea la nueva pareja de su medio hermano.
William curiosamente niega de inmediato.
—Mi cuerpo y todo lo que soy te pertenece a ti Camila. Soy tuyo y de nadie más. No puedo mirar a nadie más ahora que te vi a ti. Y tampoco es como si quisiera cambiarte, simplemente no podría.
Y era por esta misma razón que quería a William, por estás mismas razones era que yo deseaba quedarme con él y no con Víctor pero se veía tan lejano y era lo que más temía comentarle a Beckinsale.
El que aún no puedo abandonar a Víctor porque lo prometí, le jure que estaríamos juntos siempre y él sabe que cumplo mis promesas fielmente.
—Eres tan tierno con las palabras y tan roca dura al exterior.—. Ambos reímos, había una hermosa atmósfera que nos rodeaba.
—Solo contigo me nace ser así.—. Besa tiernamente mis labios, la intensidad sube al igual que sus caricias por mi cuerpo que al segundo de sentir sus manos tocarlo se enciende al igual que una llama de fuego latente
—Nunca seré la misma después de ti William.—. Le susurro entre besos a lo que él me responde.
—Puedo decirte que me pasa lo mismo Camila Lansford.—. Se detiene para mirarme a los ojos, estaba encima de mi ahora escudriñando mi alma con sus esmeraldas.— Nunca seré el mismo, no después de haber besado tus labios y de haberte adorado y querido.
—Claramente nunca has querido a nadie.—. William sonríe asintiendo lentamente.
—Eres a la única que he querido Camila, la única chica virgen que me gustó aún antes de saberlo y después, te quiero mucho y espero que te sientas igual.
—Basta.—. Le detuve, se con solo mirarlo y escucharlo que me dolerá cuando se cansé de mi o cuando todo ese amor se marchite al igual que una rosa.— Me haces sentir especial…—
—Eres especial para mí.—. Me interrumpe, mi corazón bombea con rapidez, golpea mi caja torácica.
La alarma que William había programado suena cuando ya son las cinco con quince minutos de la madrugada y es nuestra señal para comenzar a prepararnos para el ajetreado vuelo hacia Málaga España al cumpleaños de Víctor. Primero me dio mi espacio para prepararme con más calma y peinar mi cabello, al cabo de un segundo estoy bajando las escaleras ya lista y esperando a que él se termine de vestir.
En el salón principal de la casa andaba únicamente de pie Bertrand, el fiel mayordomo de la familia Beckinsale de seguro preparando algunos asuntos antes de que nos vayamos. Él notó mi presencia y dejó de lado lo que estaba haciendo para mirarme con algo de desconfianza.
—Buen día Señorita Lansford, ¿podría hacerle una pregunta?.
Que directo, pensé a mis adentros.
—Buen día, claro que sí.
—¿Usted a qué juega con el Señor Beckinsale y el joven Víctor?.
Había quedado petrificada viendo con terror a Bertrand, ya que aseguraba fielmente a qué nadie estaba enterado de nuestro amorío secreto pero al parecer no era así.
—¿Quién le dijo a usted que yo…?
La pregunta había quedado en el aire.
—El Señor Beckinsale me tiene muchísima confianza que decidió contarme todo, me busca cuando amerita de un consejo más paternal.—. Uhg, William no me comentó nada.
—Oh bien —. No sabía que más decirle.— Y me da la impresión de que a usted no le resulta bueno ni apropiado de que William guste de mi y yo guste de él.
Curiosamente Bertrand negó, haciendo que me sorprenda.
—Ante cualquier prejuicio está la felicidad del Señor Beckinsale, y es la que él encuentra estando a su lado. Estando entre sus brazos. ¿Por qué decir lo contrario aún cuando veo que en parte a él le hace bien amarla y quererla?.
—¿Él me ..?.—. Él no podía...
—Es así Señorita Lansford, William Beckinsale ha caído ante usted perdidamente.
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Editado: 03.11.2024