Nunca te dejaré ir

Capítulo 1: Belle

Planear un desfile es más complicado de lo que imaginé. Hay que elegir el lugar, una temática, ver la iluminación y la decoración según la temática, el catering de comida y bebidas, la lista de invitados, las modelos, la ropa que usaran, el ensayo, la ayuda extra… Todo es demasiado.

Conseguimos el lugar y tenemos la temática. Blue se está encargando del catering y tenemos que ver la ropa y luego buscar a las modelos para que se la prueben antes de desfile.

El primer desfile de moda que organizamos hace un año fue más simple y privado. Lo hicimos en el salón de eventos del hotel Carter en Sidney, usamos el servicio del hotel para comida y bebida. Milka y a mis primos fueron los modelos luego de rogarles que lo hicieran y fue un éxito. Nuestras ventas aumentaron.

Ahora necesitamos modelos profesionales y que todo sea sofisticado para dar el siguiente paso que atraer clientes de todas partes de Australia y, quizás, del exterior. Mi mayor objetivo es la semana de la moda en Nueva York o en París o en Milán, con cualquiera me conformo, aunque todavía falta para eso.

—¡Belle!

Desvío la mirada de las invitaciones digitales y la único sobre mi socia, mejor amiga y cuñada Blue.

Luce un pantalón sastrero de color negro que se ajusta a su delicada figura, una camisa blanca de hombre y una corbata de color roja, también de hombre, la cual combina con sus zapatos de tacón del mismo color.

—Dime que conseguimos el catering.

Sonríe.

—Lo conseguimos y también el fotógrafo.

—Me había olvidado del fotógrafo profesional.

—Quería uno experto en moda, pero los buenos están ocupados y los otros cobran una fortuna que no vale pagar, así que contraté uno que es bueno a pesar de no especializarse en moda. No suele sacar fotos a modelos y desfiles, pero sus fotografías son impresionantes.

—¿Qué fotografía?

—Paisajes y vida urbana. Viaja por el mundo haciéndolo.

Enarco una ceja.

—Necesitamos un fotógrafo con experiencia en moda. Uno que sepa desde donde se obtiene el mejor ángulo de los atuendos, desde donde luce mejor la modelo…

—¿Ah sí? Yo creía que un fotógrafo podía fotografiar todo aunque se especialice en un tema específico.

Niego con la cabeza.

—No todos. Algunos se sienten cómodos fotografiando paisajes y no personas o viceversa. Si yo fuera la diseñadora y hubiera hecho algo más que un curso de fotografía, podría encargarme de las fotos.   

—Tranquila, no te estreses. No lo contraté oficialmente, no quería hacerlo sin tu aprobación. Ahora mismo está en la oficina viendo el contrato. Puedes ir a conocerlo y hablar con él. Tal vez puedas guiarlo dentro del mundo de la fotografía de la moda. De paso echarle una mirada porque es un hombre muy guapo.

Me pongo en pie.

—Blue, no empieces.

Ríe.

—Oh, vamos, llevas siglos sin salir con nadie. Todavía no puedo creer que perdieras la virginidad con un hombre que conociste una noche, uno que apenas conocías su nombre, después de que esperabas encontrar al hombre ideal.

—No me lo recuerdes que todavía no sé como fue que me dejé llevar. No esperaba una propuesta, pero tampoco que se fuera sin despedirse como ladrón en la noche—sacudo la cabeza, intentando no recordar aquella noche tan pasional, intensa y la mañana tan amarga—. No pensemos en eso, fue hace tres meses y prefiero olvidar. La rotura del himen no me quita el sueño y tampoco me prohíbe acostarme con otros. Saldré con alguien dentro de unas semanas cuando pase el desfile.

Trato de sonar convencida, pero ni yo estoy segura.

Intento no reprocharme la noche de placer de tres meses atrás donde perdí la cordura y fui presa de la pasión.

Todavía no sé lo que me sucedió. Es como otra Belle que no reconozco y que aceptó ir a un hotel con un desconocido guapo y se perdió en sus besos y caricias.

Recuerdo la cara que puso cuando supo que era virgen, pero ya era tarde, él no pudo detenerse y yo no quise que lo hiciera. Lo hicimos dos veces más, las cuales fueron mucho mejor que la primera, y lo siguiente que tengo en mente es despertar sola en la habitación, completamente desnuda y desorientada.

No había una nota de despedida, ni ninguna explicación, solo soledad y aroma a sexo.

Me sentí mal, no por perder la virginidad con un extraño, sino por como se fue. Y entiendo que prefirió huir antes de lidiar con la mujer a quien le sacó la virginidad, pero debió tener algo de consideración, al menos no irse sin despedirse.

Milka dijo que la realidad lo golpeó cuando pasó el calor de la pasión y huyó para no lidiar con esa situación porque, después de todo, él no sabía si yo era una loca que iba a obsesionarse con él o a querer casarlo. De lo contrario, no habría llegado virgen a los veintisiete años y no la habría perdido con un hombre con aspecto de Dios griego de color y que besa increíble.

—Me parece perfecto. ¿Vas a ir a ver al fotógrafo?

—Sí. ¿Vienes conmigo?




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