Nunca te dejaré ir

Capítulo 6: Sven

Belle puede decir que no quiere saber nada de mí y seguiré sin creerle. Si yo no le gustara, no se pondría nerviosa con mi presencia ni intentaría evitarme, justo como está haciendo en este momento mientras le acomoda la ropa a una modelo y la hace girar colocando alfileres para moldear la ropa o lo que sea que está haciendo.

Me dijo que podría retirarme y regresar mañana para la sesión de fotos de los niños, aunque ahí lidiaré más con Blue porque es la diseñadora de la línea de niños. Así que, estoy esperando que termine para intentar, una vez más, que acepte salir conmigo.

Me dije a mí mismo que sería paciente y no la acosaría, pero con ella soy diferente. No entiendo que tiene que me vuelve loco y apenas la conozco.

Unos meses atrás, yo estaba huyendo de una cita que un amigo me había arreglado. La mujer era muy intensa y le dije que estaba saliendo con alguien, por lo tanto, no podría salir con ella, aun así no me creyó y se puso insistente, fue cuando salí del bar, me choqué con Belle y le pedí que fingiera que estábamos juntos. Desde que la besé, sentí algo diferente, algo explosivo que me haría caer en picada si tenía la suerte de estar con ella. Fue cuando terminamos en la cama.

Pensé en ella varias veces durante tres meses. Era virgen, pero no fue tímida, sino pasional, segura y desinhibida. No creía que la volvería a ver y cuando la busqué, usando de excusa la culpa por haberme ido sin decirle nada, y la encontré, supe que había algo y no estoy dispuesto a irme sin descubrirlo.

No digo que vayamos a ser novios y casarnos, pero tampoco es algo que descarto. Por ahora me gustaría salir con ella y conocerla un poco más.

De momento puedo decir que es hermosa, trabajadora, tiene mucha pasión y amor por lo que hace, es exigente, detallista y le gusta tener el control de las cosas. Es firme con sus trabajadores, sin dejar de ser amable.

Cuando la conocí su cabello era castaño claro y lo tenía corto, ahora lo tiene por debajo de los hombros y se lo ha teñido de rubio muy discreto y natural que le queda bien. Aunque podría teñírselo de verde y no dejaría de gustarme.

Solía salir con mujeres de color, piel morena como mi madre, pues ella suele decir que es importante mantener viva nuestra raza y no es posible si nos mezclemos con gente blanca. No es que mi madre sea racista, solo prefiere que mis parejas fueran de color, como ella y papá.

La madre de mi hija es morena y eso lleva a que mi hija lo sea. Mis padres adoran que sea de esa manera. No puedo prometer que me casaré con una negra y tendré más hijos negros, no cuando la mujer que me interesa en este momento es de piel blanca.

Acomodo el bolso con mi cámara y equipo al mismo tiempo que Belle avisa que pueden irse todos. Ella no se irá, se quedará trabajando porque debe terminar algunas cosas.

Espero que todos salgan del salón y me acerco a ella, lo hago con cautela por si pierde la paciencia y me tira algo por la cabeza. No puedo arriesgarme debido a mi hija.

Mi amigo Sean dice que debería dejar de ir detrás de las mujeres de figura delgada y curvas delicadas, que debería buscar mujeres de verdad con buenas curvas, en especial un buen trasero. El problema, es que prefiero las delgadas con curvas delicadas, justo como Belle, que detonan elegancia sin planearlo. En conclusión, prefiero a Belle, lo hago desde que tuve la suerte de hacerle el amor y acariciar su cuerpo delgado y firme.  

—¿Hay algo que no te guste? —exclamo colocando una bolsa de comida sobre la mesa. Ella arquea una ceja.

—¿Qué haces aquí?

—Me estaba yendo cuando escuché que le dijiste a alguien que te quedarías hasta tarde para terminar unos diseños y como no quisiste ir a cenar conmigo y yo quiero cenar contigo, se me ocurrió que podíamos cenar aquí. Me da igual que tú no quieras cenar conmigo, puedo soportar tu compañía.

Dibuja una débil sonrisa que oculta enseguida.  

—¿No te rindes?

—No—tomo asiento dejando el equipo de cámara al lado—. Compré hamburguesas y tacos. No sabía si eres vegetariana o no, si te cuidas la figura o es natural, así que traje de carne y vegetarianas, también una ensalada nutritiva.

Niega con la cabeza, se aleja con pasos firmes hacia alguna parte y regresa con dos platos y dos sodas en sus manos.

—No tengo energías para lidiar contigo y el olor a comida me está matando. No comeremos aquí cerca de los bocetos.

Me levanto con una sonrisa, orgulloso de mi triunfo, y la sigo hasta su oficina.

—Asumo que no estás dieta. —declaro cuando la veo sacar una hamburguesa de la bolsa.

—Me cuido con las comidas, no por la figura, sino por amor a mis órganos. Hago ejercicio cuando tengo ganas y tiempo, que es casi nunca.

—Tu linda figura es natural.

—Sí, gracias a Dios heredé el metabolismo de mi madre y no necesito preocuparme por subir de peso. No podría ser gorda ni intentándolo. Muy diferente el caso de mi padre y de mi hermano que deben cuidarse con las comidas y hacer ejercicio.

Me pongo a comer también.

—Yo estoy igual que tu hermano y tu padre, aunque me doy gustos. ¿Eres muy unida a tu familia?




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