Nunca te dejaré ir

Capítulo 7: Belle

Mi plan de sábado era pasarlo en casa en una sesión de belleza, relax y leyendo antes ir al cumpleaños de Kenny, que iba a ser anoche y se pasó para hoy para que Oriana pudiera asistir con su novio. Hemos estado vueltas locas con la tienda y el desfile en puerta. Sin embargo, estoy en el centro comercial acompañando a Milka a probar pasteles para sus padres que renovaran los votos casándose aquí en Australia.

Milka dijo que se ocuparía de todo y me convenció para ayudarla a elegir un buen servicio de catering. Acepté porque me vendría bien tener algún contacto para algún evento futuro. Y no hablo de mi boda porque dudo que alguna vez me case.

Mis amigas dicen que soy muy exigente con mi futuro esposo y mis padres opinan que tengo tiempo para encontrar al hombre ideal. Yo no pienso de ninguna de las dos maneras, sinceramente, me da igual. Alguna vez soñé con el hombre perfecto, mi futuro esposo, hoy no. 

No sirvo para tener relaciones casuales, aun así, no significa que sea buena en las relaciones no casuales.

Solo un hombre me tentó lo suficiente para perder la virginidad y se fue tan rápido como pudo, aunque apareció, no puedo involucrarme de ninguna manera. Trabajamos juntos y mezclar trabajo con placer siempre acarrea problemas que prefiero evitar.

Él sigue insistiendo en salir conmigo, no se da por vencido y sigue diciendo que estamos destinados a estar juntos y otras tonterías que dicen los hombres cuando quieren convencerte para llevarte a la cama.

No sé por qué insiste, ni que fuera la mujer más deseable del mundo o lo hubiera dejado fascinado en la cama. Tal vez se siente un poco posesivo por haberme quitado la virginidad; hay hombres así. Dudo que se quiera aprovechar de mi apellido y de los contactos de mi familia como otros hombres han tratado. Sven no parece interesado en eso y tiene una carrera consolida, la cual logró por sus propios méritos. 

De cualquier manera, no saldré con él y mucho volveré a acostarme. No importa que sea guapo, que lo desee y tenga recuerdos fugases de aquella noche, no va a pasar. 

—Creo que voy a tener un orgasmo. —exclama Milka probando un canapé dulce.

—No creo que sea para tanto—agarro uno y lo pruebo—. Diablos, tienes razón.

Reímos.

—Qué bueno que ahora sepas lo que es tener un orgasmo. Es más divertido.

—¿Por qué ya no soy virgen? Te recuerdo que tengo a mi amigo Skep en el segundo cajón de mi mesa de noche.

—No es lo mismo uno de juguete a uno de verdad.

—Puede ser.

—Es así, amiga. Deberías dejar de dar vueltas y volverte a acostar con el guapo fotógrafo sabiendo que está dispuesto, le gustas y sabe complacerte. Un hombre así no aparece por arte de magia.

Bebo un poco de jugo para evitar hablar más de la cuenta. No soy tan abierta para hablar de sexo como lo es Milka.

Es patético admitir que tiene razón. Después de tener sexo con Sven, que me diera esos buenos orgasmos, ha sido difícil sentirme complacida con mi vibrador Skep. Él no puede acariciarme y besarme como podría un hombre real.

A veces quisiera ser más simple con el sexo y dejarme llevar como lo hace Milka. Si fuera menos complicada, ya me habría acostado nuevamente con Sven o con algún otro.

—Señora, ¿me da un pastelito de chocolate con limón?

Volteo ante la voz infantil y me quedo enternecida con la pequeña morena de vestido rosa y cabello afro. Puedo imaginar a mi sobrina de más grande y ya deseo que sea así para poder llevarla de compras y pasar un día de chicas. No puedo esperar que me pida consejos de maquillaje.

—Lo siento, yo no trabajo aquí, solo ayudo a mi amiga a elegir pasteles para la boda de sus padres—señalo a Milka que está haciéndole el amor a la comida—. ¿Dónde están tus padres?

—Mamá está en casa haciendo cosas y mi papá estaba hablando por teléfono. Me dio hambre y quería un pastelito. Él va a pagar con su tarjeta. A mí no me dejan usarla porque soy chiquita.  

Arrugo el ceño y miro hacia afuera. Hay bastante gente paseando de un lado al otro, pero no veo a ningún hombre hablando por teléfono.

—Creo que sería mejor buscar a tu papá.

Hace una mueca.

—¿Y mi pastelito?

—Vamos a buscar a tu papá y luego podrás ir por un pastelito. ¿Me dices donde está tu padre?

Ella se encoge de hombros y una voz masculina conocida suena fuerte dentro del local. Alzo la mirada y me quedo sorprendida de encontrarme a Sven, y más sorprendida me quedo cuando camina hacia la niña y me ignora para ponerle atención a la pequeña, quien parece querer huir.

—¿Me quieres decir que sucede contigo, Riley? Te dije que no te apartaras de mí. Me doy vuelta dos minutos para responder un maldito mensaje y no estás.

—Dijiste una mala palabra, papá. No puedes decir malas palabras.

¿Sven es padre de la niña? ¿Sven es padre? Okay, es lo último que me imaginé. No está casado, no lleva sortija. Capaz es divorciado. ¿O será viudo? ¿Me acosté con un divorciado o viudo? Espero que no sea casado. No quiero ser amante de nadie.




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