Nunca te olvidaré

Capítulo 9 - Bajo la lluvia

Pasé de largo aquel pasillo, me di vuelta sobre mi costado derecho y me adentré en los desiertos corredores del instituto. Después de todo mi día no sería muy diferente al que había pensando la noche anterior, por que pasaría aquel almuerzo completamente sola.

A medida que me alejaba del pasillo principal fui aminorando el paso, caminando cada vez más lento, asomando la cabeza por cada puerta que me encontraba, buscando un buen lugar en el que nadie pudiera interrumpir mi solitario descanso. Al final pude encontrar uno, era de los salones más alejados de todo, no estaba segura de si aún se usaba, puesto que algunos de los bancos que ahí se encontraban estaban tapizados de una pequeña capa de polvo en su superficie.

Fui hasta el fondo del aula, coloqué mi mochila en el suelo y pasé una mano encima del asiento de uno de tantos bancos que allí había. Una franja de éste se tornó más brillante cuando el polvo se retiro y cuando quité todo el polvo me senté.

Miré a mi alrededor ¿ahora qué? ¿iba a pasar toda una hora sólo sentada ahí?. Entonces recordé que dentro de mi mochila guardaba un libro para aquellas ocasiones. Introduje la mano dentro y saqué un libro pequeño encuadernado en pasta delgada y lisa, lo abrí por una página marcada casi al centro y me dispuse a leerlo. Pero no tardó mucho tiempo antes de que algo me interrumpiera.

Escuché claramente cómo se abría la puerta con un ligero rechinido, sin embargo me limité a seguir con la vista fija en la hoja de papel, esperando a que, quien fuera que había entrado se fuera en cualquier momento, pero eso no pasó. Aquella persona, fuese quien fuese se encaminó hasta mí, tirando una y otra vez algo hacia el techo y atrapándolo con bastante habilidad.

- Hola - dijo al quedar frente a mí.

No contesté. Levanté la mirada lentamente, sabiendo con lo que me toparía en cualquier momento. Y no estaba equivocada, al posar mi vista hacia arriba me topé con Curt, quien jugaba con una pequeña pelota de tela, haciéndola rebotar con su pie una y otra vez sin que esta tocara el suelo.

-¿Qué haces aquí?- atajé desviando la mirada y posándola de nuevo en la hoja impresa.

-Pues, pensé que habíamos quedado de pasar el almuerzo juntos- dijo este encogiéndose se hombros.

-Creí que habías cambiado de idea.

-¿Por qué lo dices?- preguntó con el ceño fruncido.

Se sentó en el banco que estaba frente al mío y se dirigió a mí, mirándome atentamente.

-Por nada, olvídalo- exclamé sin mirarlo.

Sentí como éste se movía en su banco con incomodidad.

-Ya no podré olvidarlo, dime.

-No. Y déjame sola, ¿quieres? - respondí de malos modos.

-No, no quiero. Me quedaré aquí hasta que me digas qué es lo que pasa- repuso él poniéndose nuevamente en pie y empezando a jugar de nuevo con aquella pelotita suya.

No dije nada, seguí con la vista fija en el libro, continuando con la lectura que él había interrumpido. Pero era inútil hacerlo con aquel ruidito que se producía al golpear aquel objeto constantemente, como un tic-tac de reloj, pero un poco más intenso. Traté de ignorarlo, de concentrarme en el libro que tenía frente a mí, pero no podía, no podía ignorar el saber que él estaba ahí jugando con aquel juguetito estúpido.

- ¡¿Quieres dejar eso de una vez?!- exploté yo sin poder evitarlo-. ¡¿Por qué no vas y buscas a tu amiguita y me dejas en paz?!

- ¡Ah! ¿con que eso era?- exclamó dejando de hacerlo. Tomó la pelota con la mano y se sentó-. ¿Te has molestado por eso?

- No - dije mirándolo por primera vez.

- ¿Estás segura?- sus labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción.

- Me vale un cacahuate con quien hables o no, ¿entendido?- atajé bruscamente.

-Yo más bien creo que estás celosa.

Al escuchar aquello me puse en pie de un salto, tomé el libro, lo metí en la mochila y me dispuse a salir del salón.

-No estoy celosa ¿Por qué tendría que estar celosa por ti?- exclamé al pasar por su lado.

-¿A dónde vas?- preguntó poniéndose en pie también.

-¡A donde no estés tu!- grité avanzando hacia la puerta.

-¡Vale, vale!- dijo él tratando de alcanzarme-. No estás celosa, bien.

Alcanzó a tomarme por la mochila, para después sujetarme del brazo y darme vuelta para que lo mirase fijamente.

-Creo que me he hecho ilusiones yo mismo al pensar que podías estar celosa por mi- dijo Curt en voz baja-. Yo lo estaría si te viera charlando con otro chico...

Sentía su rostro muy cerca del mío, tanto que podía ver cada una de las largas pestañas que había en sus ojos, tanto que podía verme reflejada en sus ojos verdes y sentir el calor de su cuerpo.

Noté cómo nuestra distancia se fue acortando poco a poco, sintiendo su aliento con cada respiración suya. Mi corazón latía con fuerza, con una violencia que parecía estar a punto de quebrar mi pecho.

Estábamos a escasos centímetros, sólo un poco más...

La campana sonó de pronto, provocando que ambos saltáramos y nos separáramos medio metro de distancia.

-Creo que tengo que ir a clase- dije yo un tanto nerviosa.

-¿Por qué no te tomas un descanso de las clases y te quedas un rato aquí conmigo?- preguntó él haciendo un gesto en dirección al interior del aula.

-No puedo- repuse negando lentamente-. Quizá otro día...

El muchacho despegó los labios para decir algo más, pero no esperé a que lo hiciera, giré la perilla de la puerta y salí del salón dejándolo solo.

Me detuve un momento, pensando ahora en la petición de Curt, ¿qué tan malo podía ser saltarme una hora de clases?. Pero de inmediato me negué a mi misma a aceptarlo, impidiéndome darme vuelta y volver a entrar por la puerta que yacía cerrada a mis espaldas. Coloqué bien mi mochila sobre el hombro y empecé a andar por el pasillo.

-Llega tarde, señorita Norton- dijo el profesor Murray.

-No he escuchado la campana, lo siento... no volverá a pasar- me disculpé yo, tratando de no mirar a todos aquellos que tenían la vista sobre mí.




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