Nunca te olvidaré

Capítulo 11 - La carta

Me quedé plantada junto a la puerta que permaneció abierta, dibujando una gruesa franja de luz que partía el patio delantero en dos oscuros paisajes llenos de siluetas irreconocibles. Observando el lugar por el que mi amiga había desaparecido, inmóvil ante la escena que acababa de vivir, con su imagen aún viva en mi mente y su rostro lleno de desilusión… Sus palabras seguían resonando en mi cabeza como un eco interminable; perforando mis oídos con cada palabra.

Mi mano se apretó contra algo y al bajar la vista me pude dar cuenta de que llevaba las cartas aún en ella un poco arrugadas. Las miré con atención por un momento, lancé un suspiro que dejó sin aire mis pulmones por un momento y luego fui hacia las escaleras.

Arriba, mi habitación estaba tan oscura como mi ánimo, tan sola como ahora yo me sentía y fría como los ojos de Brooke. Por un momento había creído que todo estaba mejor que nunca. ¿Por qué lo había arruinado de aquella manera? ¿por qué había olvidado aquella fiesta? Justo por eso había pedido libre aquel día.

Me dejé caer sobre la cama de espaldas y tras mirar el techo por un momento, puse las cartas frente a mis ojos, analizándolas detenidamente, pensando en la idea de abrirlas y ver qué era lo que decían.

-No creo que empeoren las cosas- me dije a mi misma encogiéndome de hombros.

Tomé una de las cartas y la rasgué por la orilla. Dentro había una hoja tapizada con la estilizada letra de mi madre en tinta negra, tan bonita como siempre que hace cuando quiere causar una buena impresión. El tipo de letra que usa para las postales navideñas que envía a la abuela. O la que plasmaba para hacer los letreros mencionando las especiales del día en la cafetería.

Desdoblé la hoja por completo y empecé a leer.
 

Hola, Nathan:

Sí, soy yo de nuevo. No sé qué es lo que pasa, no sé si no quieres contestar a mis cartas, o quizá no las has recibido. Pero sea cual sea el motivo, espero que te encuentres muy bien, gozando de la buena salud con la que siempre te conocí.

¿Recuerdas aquellos momentos?, que aunque cortos yo disfruté como nunca. Fuiste mi primer amor, Nathan. Y sí, éramos jóvenes y los problemas no se hicieron esperar, tal vez debimos haber esperado como muchos nos lo pidieron… pero  bueno, eso ya es pasado y ahora las cosas son distintas. Ambos tenemos vidas diferentes con personas diferentes y espero de todo corazón seas muy feliz con esa mujer que has elegido para ti. Nosotros lo estamos. Billy y Sam están enormes y son dos chicos maravillosos, ojalá pudieras conocerlos y pasar tiempo a su lado, entonces sabrías de lo que hablo.

¿Sabes?, me preguntan por ti, en especial Sam. Les haces falta, mucha falta… En fin, no quiero aburrirte mucho con esto, sólo quiero que sepas que estamos bien, y que ellos siempre piensan en ti. Espero tu pienses en ellos.

Un saludo…

Dayana.
 

Me quedé sin palabras, nunca había escuchado a mi mamá dirigirse así a nadie, nunca había escuchado decirle a Chad que lo amaba. Y lo más preocupante, nunca la había visto pedirle a alguien algo de aquella manera, era como si le rogara ver por nosotros. Acercarse con nosotros.

Me dolió. ¿Estaría ignorando las cartas? ¿evitando a toda costa contestarlas? Vernos o saber de nosotros. Yo esperaba que  no. Rogué entonces que las cartas hubieran caído en manos de un desconocido y que este las hubiera mandado de nuevo al remitente para hacer saber del error.

Miré la ventana, examinando vagamente la oscuridad y pensando cómo se encontraría. Tal vez no sabía que nosotros aún seguíamos en Nueva York, podía ser que creyera que nos habíamos mudado y quizá ya nos había buscado… Pero aún así, inundando mi mente de positivas opciones no quise leer las otras dos cartas que seguían selladas en mis manos. Rodé por mi cama hasta una orilla y las metí dentro de mi mochila, sintiendo un débil temblor en mis manos. Había estado equivocada al pensar que aquello  no empeoraría las cosas.
 

El domingo pasó lento y tedioso, y durante aquel día no tuve ni una sola noticia de Brooke, ni un mensaje, ni una llamada, y la ausencia me empezaba a preocupar demasiado. Tal vez debía dejar pasar unos días para que su enojo pasara. Probablemente ella sería quien me buscara después para pedirme una explicación; explicación que sin duda le daría sin pensarlo dos veces.

Y entonces a pesar de lo molesto y lentos de aquellos días que dan por finalizada la semana pasó el domingo, dando paso al feliz pero agotador lunes, que siempre llega cargado con una ración de estrés para todos los estudiantes. Pero para mí, con un regalito extra de preocupación y nervios. Ese día vería a mi amiga una vez más, le ofrecería la disculpa que no me dejó darle el sábado y le contaría lo que había ocurrido. Además, vería a Curt por primera vez desde que nos habíamos convertido en novios… bueno, por lo menos eso era lo que yo pensaba que éramos.

Andaba a paso lento por el abarrotado pasillo del colegio, buscando entre la multitud alguna seña de Brooke. Sentía una maraña de sentimientos con respecto a ella: miedo, culpabilidad, indignación, tristeza. Por una parte me sentía verdaderamente mal por haber faltado a su fiesta, sabía lo importante que era para ella que yo estuviera allí. Yo era su mejor amiga, o por lo menos lo era hasta aquel momento… por otra parte también estaba molesta, no le hubiera tomado más de cinco minutos el guardar silencio para poder escuchar mis motivos.

Estaba a punto de darme por vencida e ir hasta el aula donde sería mi próxima clase, cuando vi una cortina de cabello rojizo dar vuelta en una esquina del pasillo y de inmediato me encaminé hasta ahí. Era ella.

-¡Brooke!- grité con esfuerzo.

Pero ella no se inmutó siquiera en mirar hacia atrás, siguió de frente sin hacer la más leve muestra de que sabía que yo corría tras ella. Definitivamente seguía molesta conmigo, pero ¿cuánto tiempo más pensaba seguir con aquello? ¿pensaba dejar de hablarme sólo por eso?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.