Nunca te olvidaré

Capítulo 14 - Besos de amor y notas de disculpa

¡Hola! Ya sé, para estar completa debería estar subiendo más continuamente esta novela, pero lo cierto es que me estoy atrasando un poco por que estoy con un proyecto nuevo. En fin, voy a tratar de actualizar más constantemente.

 

- ¿En dónde te habías metido? - preguntó Brad al verme llegar a su lado.

- Milo se me ha soltado y ha salido corriendo por el parque - respondí mirando al perro a mi lado.

- ¡Ah! con que eres un travieso ¿eh? - exclamó el muchacho, alborotándole un poco las orejas a mi perro en un gesto cariñoso.
 

Y a diferencia de como se solía comportar Milo cuando estaba al lado de Curt, esta vez ignoró por completo a mi actual acompañante, como si éste no estuviera frente a él tratando de llamar en vano su atención.

- Bueno, aquí tienes. Un helado de chocolate - anunció mientras me pasaba un cono de helado, el cuál se me antojaba mucho menos.

- Gracias - dije yo, mirándolo con desgana.

- ¿Qué pasa?

- Es que… creo que no me siento muy bien.
 

Empezaba a buscar una táctica para salir lo más rápido en dirección a mi casa, pero al ver la rápida reacción del muchacho en cuanto me escuchó decir aquellas palabras, mi idea cambió por completo. ¿Qué culpa tenía él de que las cosas no estuvieran saliendo como yo quería? El no era el culpable de que me hubieran roto el corazón…
 

- ¿Sabes qué? ya se me pasará - dije al instante, tratando de componer una sonrisa -. Creo que te debo esta salida y no puedo quedarte mal ahora.

- Pero…

- Insisto, Brad - exclamé dando por terminada aquella pequeña discusión -. Vamos.
 

Seguimos andando por el parque, caminando lentamente. El cielo cada vez más oscuro nos iba rodeando, como una manta de terciopelo negro con pequeños diamantes en colores tornasol, y la fría brisa de otoño nos embriagaba con aquel ya conocido aroma de las hojas secas.

Aquel habría sido sin duda el escenario ideal para la cita perfecta, pero no era así, solo hacía falta algo… o más bien alguien. 
Brad era un chico muy lindo, caballeroso, inteligente, simpático; pero sólo había un inconveniente. No era Curt. No era aquel muchacho rebelde, atrevido, espontáneo, bromista y a veces un tanto odioso del que yo estaba perdidamente enamorada.
 

- Has estado muy callada toda la tarde.
 

Acabábamos de llegar hasta el jardín delantero de mi casa, no sabía con exactitud qué hora era, pero seguramente pasaban de las diez de la noche.

- Lo siento - dije yo con la mirada baja.

- ¿Tiene que ver con el chico con el que estás saliendo? - preguntó él lentamente, como si apenas se atreviera a hacer aquella pregunta.
 

No contesté, ya de por sí era agobiante no hablar sobre aquel asunto con alguien más.
 

- Creo… sí, tiene que ver con él - repuse al fin tras varios minutos transcurridos.

- Y… ¿se puede saber quién es ese muchacho?. Digo… me gustaría saber con quién estoy compitiendo - inquirió él vacilante.

- ¿Compitiendo? - repetí yo indignada ­-. ¿Te parece que tengo pinta de algún tipo de trofeo o algo así?

- Bueno no, no quise decirlo de esa manera - dijo Brad al instante -. Es sólo que creo que ambos estamos peleando por ganarnos tu amor.

Levanté la mirada y vi al muchacho que estaba frente a mí. Su cabello castaño destellaba ante la luz mortecina de la farola que estaba al lado de la acera, y sus ojos verdes intenso tenían un brillo poco común.
 

- Curt… Curtis - respondí.

- Curtis ¿qué?

Y fue entonces que me di cuenta de algo más. No conocía siquiera su apellido. ¿Cómo era posible que en todos aquellos días no me hubiera tomado la molestia de preguntárselo?
 

- Eso ya no importa, ¿está bien? - repliqué sacando la vuelta a la pregunta. No quería verme como la tonta que ahora me sentía.

- ¿Por qué dices eso? - preguntó él mirándome atentamente.

- Hay problemas y creo que no nos volveremos a ver - repuse cabizbaja.

- ¿Tan graves son esos problemas?

- ¿Podemos dejar el tema? - dije de manera casi suplicante.

- Está bien - aceptó Brad esbozando una sonrisa.

A mi lado, Milo se recostó junto a los escalones que se encontraban en la entrada y cerró los ojos en señal de cansancio. Al parecer, el día no sólo había sido largo para mí.

- Creo que será mejor que entre, Milo está rendido - comenté tras echar un vistazo hacia abajo.

- Buenas noches - dijo Brad con una sonrisa en sus labios.

- Bue… - empecé a decir yo.

Pero antes de terminar aquellas palabras, incluso antes de poder reaccionar ante lo que fuera a pasar a continuación, Brad juntó sus labios con los míos en un beso casi fugaz. Me quedé atónita, en shock, sin saber qué decir. Y cuando el muchacho estuvo de nuevo en mi campo visual, sólo lo miré con los ojos muy abiertos y sin casi aliento.
 

- Buenas noches - exclamé al salir del shock.
 

Me di la vuelta llevando a Milo tras de mí, cerré la puerta a mis espaldas sin preocuparme ni un poco si se la estrellaba en la cara a Brad, llevé al perro hasta la puerta del patio trasero y antes de que me dispusiera a subir hasta mi habitación, aún con el rostro un poco contraído por la impresión, alguien me detuvo.

- ¿Sam?, ¿en dónde habías estado?

Era mi mamá, que ya iba vestida con el pijama que solía usar en invierno, y el rostro desmaquillado.
 

- Fui a dar un paseo con Milo por el parque - contesté al instante.

- ¿Tan tarde? - dijo arqueando las cejas.
 

No contesté, únicamente me limité a encogerme de hombros y tratar de no mirarla a los ojos, pues en momentos como aquellos parecían tener una especie de rayo laser, cuyo objetivo parecía ser leer mi mente.

- ¿Qué es lo que pasa? - inquirió cruzándose de brazos una vez que comprendió que no podría cruzar mirada conmigo -. ¿Qué es lo que tratas de ocultarme?. Y no me digas que no es nada, sé que algo está…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.