Nunca te olvidaré

Capítulo 28 - Nunca te olvidaré

Una luz cegadora, un chirrido y luego un estruendo de metal al choca con fuerza... Una vez más ese sueño, pero ya no era un sueño extraño, mi mente había recordado instintivamente el accidente durante las noches. Abrí los ojos casi de golpe sintiendo el corazón latir a mil por hora, pero ahora había algo más dentro de mí, una voz que me repetía en mi interior que no temiera más, que no estaba sola. La voz de un joven que decía estaría conmigo siempre para protegerme...

Me incorporé lentamente y caminé hacia la ventana. Ahí afuera hacía un día estupendo, con un cielo perfectamente azul y un sol más radiante que nunca. Me quedé allí por un momento, analizando todo, pero no me refería al clima, si no a mí. Había un gran dolor dentro de mi alma, de mi corazón... pero aquel vacío había desaparecido.

Estuve en mi habitación gran parte del día, no hacía nada, sólo daba vueltas en ella con la mente llena de recuerdos del pasado, con un rostro rondado por mi cabeza y una sonrisa de suficiencia llenando mis oídos. De mis ojos corrían lágrimas silenciosas que aunque intentaba calmarlas estas se resistían a permanecer dentro de ellos. Me dolía su ausencia, y deseaba con todas mis fuerzas volviera como el fantasma o alma o lo que sea con lo que había vuelto para mí, pero algo me decía que eso ya no podría ser mas.

- ¡Sam!

Media docena de voces gritaron mi nombre al unísono y yo alcé la mirada. El reloj marcaba las ocho de la noche y yo tras casi veinte minutos de pensármelo bien, había decido salir de mi habitación e ir a la cocina. No era que tuviera hambre, sólo necesitaba distraerme un momento. Pero al bajar las escaleras me había encontrado con seis personas en la estancia. Mi mamá, Billy, Sherly, Chad, Brooke, y para mi sorpresa, Nathan. Brooke corrió hacia mí, impidiéndome ver algo más que no fuera su larga cabellera pelirroja frente a mis ojos. Sus brazos rodearon mi cuello y la escuché sollozar junto a mi oído.

- Lo siento... - dijo entre suspiros y sollozos -, en verdad lo siento tanto. Sé que tenía que haberte dicho esto antes de que todo pasara así, pero la sola idea de volverte a ver sufrir como aquella vez me aterraba... lo siento, Sam...

- No te preocupes, Brooke - dije a mi vez.

Mi voz se escuchó ahogada, como si estuviera recuperándome de una fuerte gripe.

- Sam...

Miré hacia un lado, mi mamá estaba tras de Brooke y al frente de los demás. De sus ojos se derramaban lágrimas y mantenía una mano frente a su boca, como todas aquellas veces que intenta no llorar y permanecer fuerte ante la situación.

- Mamá... - alcancé a pronunciar antes de caminar hacia ella y abrazarla con fuerza.

Sentía como si acabara de despertar de un profundo sueño y tuviera muchísimo tiempo sin ver a todas aquellas personas, como si no hubiera estado ahí. Pero era como si al despertar, también conmigo se hubiera despertado una gran tristeza, una tan profunda e intensa como ninguna otra; como si hubiera estado ahí dentro de mí, acrecentándose día con día dentro de mí. Me preguntaba si en aquel momento, cuando Curt acababa de morir yo había sufrido de aquella manera... Aunque... No, no había manera.

- Fred llamó ayer, unos minutos antes de que llegaras... y nos lo contó todo - exclamó la voz de Chad muy cerca de nosotros -. Está verdaderamente apenado por lo que sucedió y...

Me separé un poco de mi mamá y miré al hombre fijamente.

- Tarde o temprano tenía que recordarlo, ¿no? - exclamé encogiéndome un poco de hombros.

- Pero no de esta manera, cariño - dijo mi mamá entre fuertes sollozos que ya no ocultaban su dolor.

- Ya no importa, mamá. Curt se ha ido...

- Ya hace casi un año que él se fue, querida - repuso ella asintiendo.

- Él había vuelto, ¿sabes? Estuvo conmigo durante este tiempo. Había vuelto para que lo recordara... él se sentía olvidado por mí - comenté con voz baja, casi en un susurro para que ella sólo pudiera escucharme.

Pero lo vi en su cara. Ella no me creía, no creía nada de lo que yo le estaba diciendo. Me miraba con gesto de profunda lastima, como si mirara a un niño que entusiasmado le habla sobre ir al espacio montado en su triciclo. Pero no me decepcionada que ella o alguno de los que se encontraba en aquella habitación me creyera. Y es que viéndolo bien, ¿quién iba a creer sobre un alma volviendo del cielo solo para volver a enamorar a su novia que lo había olvidado? Sí, sonaba ridículo. Pero no lo es tanto cuando lo has vivido en carne propia.

- Este... - empezó ella tratando de desviar un poco la conversación -. ¿Viste quién está aquí?

- Nathan... - contesté mirándolo de reojo. Sintiendo un repentino vuelvo en el corazón.

- ¿Quieres hablar con él? - preguntó con un dejo de incomodidad -. Creo que quiere hacer los pases contigo.

No supe qué contestar a eso, únicamente me limité a encogerme de hombros y volver la mirada hacia aquel individuo. La última vez que lo había visto había llorado por su culpa, pero sin embargo, ahora no sentía nada al ver a esa persona a quien debería llamar padre; pero desde aquel día, me había encontrado rodeada de tantas personas que me amaban que su ausencia ya no me lastimaba. Y es que como una vez dijo Chad: No te lamentes por aquellos que dicen no quererte, alégrate por aquellos que estaremos siempre a tu lado. Y yo sabía que aquellas personas que en verdad me amaban siempre estarían conmigo... Sobre todo Curt que aunque no...

 

- ¿Qué pasa? Continúa... - dijo casi con urgencia la señora Zheng.

- Es que ya no dice nada más - exclamé pasando la última hoja y comprobando que no había nada detrás -. Pero tiene que estar por aquí...

Sacudí el viejo cuaderno, haciendo con un par más de hojas oscilaran peligrosamente y amenazaran con desprenderse de él. Dejé de lado el cuaderno al comprobar que la hoja faltante no estaba ahí y tomé la mochila con urgencia, rebuscando dentro por si acaso ahí se había quedado.




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