Nunca te olvide (#3 Secuestrada)

Capítulo 13

– ¿Entonces el gran Héctor Montañez se dio vacaciones? –Asiente –Vaya –Digo y me rio, son las 12 de la noche y estamos medios borrachos

–Hay que jugar un juego –Dice Héctor y yo vuelvo a reír – ¿20 Preguntas? –Asiente –Muy bien señor Montañez, empiece usted  ¿Qué es lo que le gustaría saber? –Pregunto y se ríe –Un poco de todo –Contesta

– ¿Cómo se ha portado mi niña? –Doy un trago de vino –Muy bien –Respondo – ¿Quién es la mamá de Ann y que paso con ella? –Pregunto y el ríe –Hiciste dos preguntas –Niego –Solo fue una

–Bien –Se puso serio de un momento a otro y miro a otro lado –Se llamaba Sara López, era mexicana, murió cuando dio a luz a Ann, como no tenía familiares en Canadá yo cuide de Ann

– ¿Has tenido sexo con Steven? –Asiento –Es mi esposo –Digo y doy un trago

– ¿Ann es tu hija biológica? –Él iba a tomar de su vino pero no lo hace y me mira directamente a los ojos –No –Responde y frunzo el ceño, volteo a otro lado y me levanto de mi asiento, voy por una botella de tequila, algo más fuerte, tomo dos copitas, lleno una y de un solo trago me lo tomo

– ¿Por qué me pediste el divorcio? –Vuelvo a preguntar, él toma una copita, la llena y hace lo mismo que yo

–Cuando fui a tu clínica me dijiste que querías estar sola, yo iba a explicarte todo pero no me dejaste y regrese a Canadá, a las dos semanas una de las chicas con las que me metí fue a mi oficina y dijo que estaba embarazada, llevo una prueba de embarazo de sangre y era positiva, me dijo que si no me hacía responsable que me iba a destruir y también que lo haría contigo, yo no quería que te hicieran daño, te quería proteger, le dije que me haría cargo del bebe pero que no se metiera contigo, me pidió que me casara con ella y le dije que no podía porque ya estaba casado, fue entonces que salió de la oficina enojada y lo pensé bien, si quería protegerte tenía que pedirte el divorcio, tenía que alejarme de ti y así lo hice –Se vuelve a servir y se toma otro shot de tequila

–No me case con ella, le dije que ya no estaba casado pero que no me volvería a casar, que le daría mi apellido al bebe y ella acepto

– ¿Por qué no me dijiste la verdad? –Pregunto tratando de que mi voz no se escuchara tan débil

–Porque no quería que intervinieras, sabía que si te pedía el divorcio jamás ibas a tratar de buscarme, te alejarías pero jamás me imagine que te casarías con Steven, me dolió, me dolió mucho, llore y sufrí, cada vez que me llegaba un recuerdo de ti me hacía a mí mismo daño, me odie como no tienes idea, cuando llego el día de su boda ese día comencé a tomar, me puse borracho, en la noche comencé a tirar todo lo que estaba en mi escritorio, Sara intento tranquilizarme pero no pude, iba a golpearla –Se queda callado unos minutos y continua

–Yo iba golpear a Sara, la tome fuerte de los brazos y la moví sumamente fuerte pero cuando le mire la cara te mire a ti, llorando, sufriendo de miedo, ya estaba en terapias, la deje y ella se dejó caer en el suelo asustada, la tome en mis brazos y la lleve a su recamara, me quede acariciándole el cabello hasta que se quedó dormida, meses después Sara ya estaba teniendo contracciones, tenía la cuenta, no era posible, le faltaban dos meses para que diera a luz, la lleve a un hospital y entre con ella a quirófano, nació una hermosa niña y le dije a los doctores que si no necesitaba incubadora o algo, que aún le faltaban dos meses por nacer y me dijeron que no, que la niña ya había cumplido con los nueve meses, me acerque a Sara y está llorando me pidió perdón, me dijo que me había dicho lo del embarazo para sacarme dinero pero que se había encariñado conmigo y que si me decía la verdad la niña no nacería con un padre –Agarra la botella de Tequila y le da un gran trago

–Después de decirme eso los aparatos y el monitor comenzaron hacer ruidos y ella batallaba al respirar, me pidió mi mano y se la di, le dio un beso y me pidió que me acercara a ella, lo hice, estaba cerca de ella, fue entonces que me dijo “Héctor, sé que te mentí y que esa niña no es tuya pero no tiene con quien quedarse, cuídala, protégela, ella no tiene la culpa de mis errores, te lo suplico hasta cargo de ella”, la mire a los ojos y asiento diciéndole que yo la iba a cuidar como si en verdad fuera mi hija, ella sonrió y le comenzaron a dar convulsiones, los doctores me sacaron y después de varias horas me dijeron que Sara había muerto –Me limpie las pocas lagrimas que me habían salido, pues me imagine si hubiera sido yo quien hubiera estado en ese lugar

–No sabía qué hacer, tenía miedo, iba cuidar a una niña recién nacida, los doctores me dijeron que al siguiente día podía llevarme a mi hija a casa y que en dos o tres días podía darle sepultura al cuerpo de Sara, al final lo hice, enterré a Sara, cuide de Ann y cada aniversario de muerte de Sara, Ann va a la tumba de su madre a llevarle flores y cuando se siente sola o quiere hablar de cosas que no puede hablar conmigo por pena también va al panteón a platicarlas mientras está sentada arriba de la tumba de Sara




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