Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 10

Palacio Topkapi (1545)

Narra Selim

¿Podía un hombre tan poderoso sentirse débil ante el amor? ¿Cómo podía tenerlo todo y seguir sintiendo que algo me faltaba? Era ella, Nurbanu. Siempre la extrañaba, siempre estaba en mi cabeza. Siempre quería que esté a mi lado, aun cuando pasaba la noche con otras concubinas, pensaba en ella. Necesitaba ver sus ojos, antes de dormir, oír su dulce voz, hacerla sonreír. Ninguna de las otras concubinas me dejaba satisfecho, ni siquiera sé porque pedía ver a otras mujeres, no quería a ninguna otra. Sólo la quería ver a ella. Nurbanu era mía, de mi propiedad, era de mi harem, pero... Sentía que faltaba algo. Siempre sentía que no estaba lo suficientemente cerca de mí. No estaba cerca de la forma en que quería. Era una criada, igual que todas, pero para mí ella era especial. Era mi favorita, pero habían 3 0 4 favoritas además de ella. Nurbanu merecía diferenciarse del resto, porque lo que sentía por ella era diferente, no lo sentía por ninguna otra ¿Era posible que me hallara tan enamorado? Estaba loco, me sentía loco por ella. No podía alejarla de mis pensamientos ni siquiera cuando debía ejercer mi poder en asuntos importantes. Y debía frenar esta locura. Nurbanu debía ser mi esposa....

Narra Nurbanu

-Que lindos vestidos ¿Te los ha dado el sultán?-Me preguntó Melissa.

Había llegado un baúl llenó de vestidos para mí. Era obvio que era un obsequio del sultán, no tenía a nadie más que pudiera darme esos regalos.

-Claro ¿Quién más sino?-Dije tomando uno rojo del baúl y examinándolo.

-Debes sentirte afortunada, recibes regalos todas las semanas. Y esos vestidos son demasiado finos, no son de telas baratas. Son de talas caras, telas importadas...

Yo sonreí, dejé el vestido rojo a un lado y tomé otro de color celeste.

-¿Te gusta?-Le pregunté a Melissa.

-Sí, es lindo. De hecho muy lindo...

-Te lo regalo-Le dije entregándole el vestido.

-Oh no, Nurbanu, no puedo aceptarlo. Te lo ha dado el sultán...

-Por favor Melissa, ahora son míos y si quiero regalarte uno estoy en mi derecho. Además tengo ya suficientes vestidos, ni siquiera sé en qué momento usarlos...

Ella dudó, pero finalmente aceptó mi regalo con una gran sonrisa. Melissa no tenía vestidos, más que aquellos blancos y celestes que debían usar las criadas de poca monta. Las no favoritas.

-Gracias, eres tan buena... ojalá fueras ya sultana. De ser así estaría encantada de servirte.

Yo me reí.

-Gracias Melissa, tú también podrías ser sultana... cualquiera podría.

-Nurbanu, el sultán ni sabe de mi existencia. En cambio tú eres la favorita de las favoritas.

Era cierto, pero era favorita hace tanto tiempo... Tal vez sería una favorita eternamente ¿Quién sabe? Tal vez jamás llegase a ser sultana, como todos suponían.

Narra Selim

Llevaba pensando en esa idea, esa solución al problema de mi corazón. Lo hablé con mi confidente, con Sokollu Pasha, quien me aconsejó hablarlo primero con mi madre. Lo cual era correcto. Ella debía enterarse lo que pretendía hacer. Y si estaba de acuerdo y me daba su bendición... No, no creía que eso vaya a suceder. Mi madre pondría objeciones. Pero sus objeciones no podrían detenerme si la decisión ya se hallaba tomada.

Entré a los aposentos de mi madre. Ella se hallaba allí junto con la señorita Ada. Me acerqué y besé su mano.

-Madre, debo hablarte de un asunto importante.

Mi madre asintió y le hizo una seña a Ada para que se marchase.

Cuando estuvimos los dos solos ella, preguntó.

-¿Qué sucede hijo? ¿Ha pasado algo?

-Madre, he venido a pedir tu bendición y tu aprobación.

Ella me miró con el ceño fruncido.

-No comprendo Selim... ¿Para qué quieres mi bendición?

-Para casarme.

La expresión de mi madre fue de asombro. No esperaba tal cosa.

-¿Para casarte? ¿Con quién?

-Quiero casarme, y ya lo he decidido. Quiero casarme con Nurbanu.

Parpadeó dos veces sin poderlo creer.

-¿Nurbanu? ¿La criada? Selim... ¿Quieres casarte con una de tus criadas?

Asentí.

-Así es madre.

-No puedes. No puedes casarte con una criada, va contra las reglas. Ella es una esclava y tú eres el sultán, el gobernador de todo un imperio.

Me sentí indignado y enfadado.

-¿Acaso te olvidas de tus orígenes madre?-Repliqué-Si mal no recuerdo tú eras una esclava también.

Ella tragó saliva, y apretó los dientes, visiblemente molesta.

-Eso fue diferente, yo me casé con tu padre siendo una sultana. 5 hijos le había dado, 5 príncipes le otorgué a esta dinastía. Nurbanu aún ni siquiera te ha dado un solo hijo-Dijo ella elevando la voz- Además yo ya no era esclava cuando me casé con el sultán, porque él me había emancipado.

-Entonces emanciparé a Nurbanu y luego me casaré con ella-Dije desafiándola.

Mi madre abrió los ojos comiéndome con su mirada.

-No, no puedes hacerlo. Selim entra en razón, no puedes casarte con Nurbanu.

-Madre, no he venido aquí a pedirte permiso, porque he tomado la decisión. Tengo 21 años, estoy en edad de contraer matrimonio.

-Pero...

-Madre. Querida madre-Me acerqué a ella y tomé sus manos apelando a su lado sensible-. Estoy enamorado de esa mujer, quiero que sea ella mi esposa, no quiero otra esposa.

-Pero Selim, Nurbanu te pertenece y siempre te pertenecerá... No es necesario...

-Sí, es necesario que me case. Porque lo deseo. Y quiero que respetes esta decisión. Si el problema es su origen esclavo, entonces la emanciparé.

Mi madre sonrío.

-Si la emancipas, ella será libre. Ya no será de tu propiedad. Tendrá derecho a irse si lo desea... ¿Estas segura de que esa muchacha te quiere? Porque sí, es cierto que tu padre me emancipó, pero yo lo amaba. Y jamás iba a marcharme de su lado, por mi propia voluntad... ¿Nurbanu te ama también para quedarse aquí aun teniendo su libertad?




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