Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 23

Palacio Topkapi (1546

 

Narra Nurbanu 

 

Pasaron 5 meses desde la partida del sultán, 5 meses desde aquel día que me enteré de que llevaba un bebé dentro de mí. 

 

Me paré frente al espejo observando mi barriga, aun no era tan grande, para tratarse de un embarazo de 6 meses resultaba algo pequeña. Usaba vestidos con una falda tan ancha y suelta que alguien que no sabía que estaba embarazada podía creer que sólo se trataba de una pequeña hinchazón estomacal. Nada que un té de boldo y hierbas aliviase. 

 

-Está usted hermosa sultana-Me dijo Melissa. 

 

Me di vuelta y la miré. 

 

-Estoy redonda-Dije yo riendo- Pero supongo que podría verme más redonda de lo que me veo, así que no me quejo. 

 

-Aún le quedan unos meses, su barriga crecerá más y más. 

 

Entorné los ojos. 

 

-Y me veré aún más redonda. 

 

-No se preocupe por eso sultana, lleva a un niño dentro y es normal que su cuerpo cambie e incluso que suba de peso. Una vez que tenga al niño volverá a ser como antes. 

 

Yo asentí. Me preocupaba mi aspecto, pero ya no tanto como al principio. Los primeros dos meses cada vez que comía, pensaba en las repercusiones que tendría, pero pronto entendí lo que la Valide Sultán me había dicho. Ahora debía comer por dos. Así que ya no me privaba de nada y comía cuanto se me antojara. 

 

Me coloqué una de mis tiaras y luego salí de los aposentos con Melissa a mi lado. Fuimos hacía al harem. 

 

-Sultana, esta usted cada vez más bella-me halagó Gul Aga en cuanto me vio ingresar al harem. 

 

Yo le sonreí. 

 

-¿Hay algo que desee sultana? 

 

-No-Negué- Estaba aburrida en mis aposentos y he decidido venir aquí un rato. 

 

Gul Aga mandó a preparar un diván y una mesa con comida para mí. Me senté allí, miré la mesa con manjares y me pareció que era demasiado sólo tratándose de una sola persona. Así que le dije a las muchachas que se sirvieran si querían. Hasta les sugerí que se sentaran a mi lado, pero ellas negaron con pena. Ada andaba por el harem y si las veía sentadas a mi lado se enojaría mucho. 

 

-¿Dónde está Elif?-Le pregunté a Melissa- Últimamente ha estado desapareciendo mucho. 

 

Melissa se acercó a mí. 

 

-No lo sé, no la he visto desde ayer sultana. 

 

-Estoy preocupada, me pregunto qué será que hace. 

 

En ese instante veo entrar a Serafín y a Nihal juntas. Ambas hacen una reverencia. 

 

-¡Sultana que bella esta!-Me dijo Nihal. 

 

-Gracias-Dije yo sonriendo. 

 

Luego como no podía faltar quien paso por delante de mí fue Fatma. Me miró por unos instantes y yo la miré sin pestañear. Correspondía que se reverenciara ante mí, pero claro que no lo hizo y siguió su camino. 

 

-¡Fatma!-La llamé. 

 

Ella se detuvo. Lentamente se dio vuelta. 

 

-No aprendes nunca ¿Cierto?-Me puse de pie tomándome de mí barriga y me acerqué a  ella-Ahora llevo al hijo del sultán en mi vientre ¿No merezco ser llamada sultana aún?-Inquirí con odio- Si mal no recuerdo dijiste que yo estaba seca y que no era una verdadera sultana. Ahora eso ha cambiado-Me toqué el vientre- Daré a luz a un príncipe y eso nadie lo cambiará. 

 

Fatma inspiró hondo. 

 

-¿Pretendes que me arrodille ante ti?-Fatma sonrío con sorna- Te he dicho que jamás lo haría y jamás lo haré. Por mi puedes parir mil hijos del sultán, porque seguirás siendo lo que eres. Seguiré viendo en ti lo que veo. 

 

Me acerqué dos pasos más. 

 

-¿Quieres ir a pasar otra semana en el calabozo? –Pregunté bajando mi voz.

 

-Nurbanu un día de estos tu título como sultana no te valdrá de nada, pagarás con sangre tus pecados. Todos tienen secretos-La mirada oscura de Fatma me hizo temblar- Y yo descubriré los tuyos, y cuando lo haga no dudes en que haré uso de ello para enviarte derecho al infierno. 

 

Nos miramos unos segundos más, desafiándonos. Estaba a punto de irse cuando se detuvo y volvió  a hablar. 

 

-Y por cierto, no has dado a luz aún, así que no te creas vencedora. Así como Allah te ha bendecido hoy dándote un niño, puede maldecirte mañana quitándotelo. 

 

Apreté los dientes  con furia. 

 

-Serpiente venenosa…-Murmuré conteniéndome para no correr tras ella y jalarle el cabello, arrastrarla por el suelo y hacerla pagar por sus palabras con mis propias manos. 

 

Me volví a sentar, pero ya no me sentía  tan animada. Las palabras de Fatma revoleteaban en mi cabeza. No quería reconocerlo, pero ella me había amenazado, había amenazado a mi hijo. 

 

Vi a la sultana Mihrimah ingresar al harem, en cuanto me vio allí sentada su expresión fue de fastidio. Ni siquiera se detuvo a saludarme, dio media vuelta y se marchó por donde había venido. No lo decía para a veces me sentía demasiado sola, sobre todo cuando Elif desaparecía y no tenía nadie con quien poder hablar. Melissa solía ser como una amiga antes de que me casara con el sultán, pero en cuanto la pusieron a mi servicio su actitud se volvió tan cordial y su manera de tratarme empezó a ser diferente. A pesar de que reiteradas veces le dije que no me llamara “Sultana” siempre,  que se sentara junto  a mí a comer y no se quedara observándome, que no era necesario que se reverenciara en todo momento, ella ha sido fiel a las normas impuestas. 

 

-Melissa, de verdad, siéntate aquí conmigo-Pedí casi rogándole. 

 

-Sultana, no puedo hacerlo. La señorita Ada está cerca y si la Valide Sultán ingresara y me viera sentada a su lado como una igual a usted, seguramente se enfadaría. 




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