Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 25

Territorio de Francia, Campamento de tropas Otomanas (1546

 

Narra Bayezid 

 

La campaña acabó, una batalla más ganada por el imperio Otomano. Era hora de finalmente volver. Miré a mi hermano, el sultán Selim. Se hallaba en la carpa escribiendo una carta a Estambul informando de nuestro regreso. 

 

Habíamos vencido, quería sentirme conforme pero había discutido con Selim. Mi hermano era el sultán del imperio pero estuvo a punto de cometer un error y ello podía habernos costado la batalla. Me vi en la obligación de hacerle notar su error, lo cual lo enfadó mucho. 

 

-Príncipe, relájese. La batalla ha sido ganada. No debe preocuparse-Me dijo Rüstem acercándose a mí. 

 

-Claro que debo preocuparme Rüstem-Alegué- La incompetencia de nuestro sultán casi nos lleva a la derrota. Si no fuera… 

 

-Alteza-Me interrumpió bajando su voz y arrimándose más a mí-Debe cuidar de sus palabras. Si alguien lo oyera… 

 

No podía callar. Me hallaba fastidiado. Selim no era un buen soberano, no estaba preparado. Nunca lo había estado. De no ser por el consejo y su gran visir ya habríamos decaído en la primera campaña. 

 

-Está bien-Procuré tranquilizarme- Tienes razón. 

 

Rüstem se relajó. 

 

-Lo mejor su majestad es reservarse las malas opiniones. Dentro de poco le asignaran una provincia para gobernar, podrá marcharse y demostrar sus cualidades como gobernador. 

 

Asentí. 

 

-Tienes razón, Allah mediante será pronto. 

 

Selim salió de la carpa, su mirada se cruzó con la mía. El desafío podía verlo en los ojos. Pero él no me intimidaba. 

 

-Iré a mi carpa a prepararme para emprender el viaje a Estambul-Anuncié a Rüstem. 

 

Narra Nurbanu 

 

El tiempo había pasado, tenía el vientre gigante. Ya sólo faltaba un mes de embarazo y luego entraría en la fecha de parto. La Valide Sultán había venido a visitarme a mis aposentos. Estaba en últimas instancias de embarazo y debía andar con cautela. 

 

Las criadas nos trajeron dulces y lo depositaron en la mesa frente a nosotras. 

 

-Serás una madre increíble Nurbanu. Estoy segura de eso-Me dijo ella sonriéndome. 

 

Asentí y agaché la cabeza. 

 

-Gracias madre, daré lo mejor de mí para que mi hijo sea un gran príncipe.

 

La sultana me confundía. A veces solía mostrarse amable, hasta parecía sentir apreció hacía a mí. Pero otras veces me generaba temor. Si ella se ponía en mi contra, si un día decidía que yo era un estorbo en el palacio, entonces no dudaría en deshacerse de mí. Probablemente lo lograría, porque todo aquel que se enfrentó a la sultana Hürrem acabó desapareciendo del mundo de los mortales. 

 

Se abrió la puerta de mis aposentos, Gul Aga ingresó. Bajó su mirada y se reverenció. 

 

-Mis sultanas-Traía una gran sonrisa en su rostro- Ha llegado una carta. 

 

Extendió la carta hacía la Valide. Ella la tomó con ansias. Esperábamos noticias del sultán. Gul Aga volvió a hacer una reverencia y se marchó. 

 

La sultana leyó la carta en silencio. Pero pude ver en su rostro que no se trataba de problemas. 

 

-Nurbanu, hemos ganado la batalla una vez más. Nuestros vencedores se dirigen nuevamente a Estambul-Me anunció. 

 

Sonreí con verdadera felicidad y me llevé las manos a la cara. Gracias a Allah todo estaba bien. 

 

-Nurbanu… ¿Por qué no le dices a Gul Aga que reparta oro en tu nombre? Así todos se enteran de las buenas noticias. 

 

Me sorprendió la propuesta de la  sultana. 

 

-Claro, lo haré de inmediato. 

 

Ella esbozó una sonrisa. 

 

-Bien-Murmuró. 

 

Se puso de pie, yo hice lo mismo. 

 

-Iré a ver a Mihrimah, ella debe enterarse de las novedades-Me dijo. 

 

Asentí e hice una reverencia antes de que se marchara. 

 

-Melissa dile a Gul Aga que venga-Ordené. 

 

La joven de inmediato salió de mis aposentos. 

 

-¿Has oído cariño?-Dije  hablándole a mi vientre- Tu padre está de regreso, Allah mediante podrá estar el día de tu nacimiento. 

 

La puerta se abrió, se trataba de Gul Aga y Melissa. Gul Aga se paró ante mí e hizo una reverencia agachando su cabeza. 

 

-Reparte oro entre las criadas. El sultán está de regreso, sano y salvo. Debemos celebrarlo-Dije. 

 

-¡Alabado sea Allah!-Exclamó, luego volvió a agachar su cabeza-De inmediato, mi sultana. 

 

Le dediqué una sonrisa, él  hizo una reverencia y salió de los aposentos. Cuando Gu Aga se fue quise ponerme de pie pero una fuerte puntada en mi vientre hizo que volviera a sentarme. El dolor que comencé a sentir era terrible. 

 

-¡Ah!-Grité al tiempo que me inclinaba sujetándome la barriga. 

 

Me puse de pie y en cuanto lo hice un líquido  chorreó mis piernas. 

 

-¡¡Melissa!! ¡Elif!! ¡¡Ah!! 

 

Comencé a gritar con desesperación. Me hallaba nerviosa, y asustada por el dolor que sentía. Un dolor fuerte que era desconocido para mí. 

 

Las puertas se abrieron y Melissa junto con Elif, Lena, Alina y Aurora ingresaron dentro. 

 

-¡Sultana!-Melissa se acercó a mí de inmediato. Vio el líquido en el suelo y gritó- ¡Llamen a la doctora! ¡De prisa!

 

Aurora salió en busca de la doctora. El resto de las muchachas se acercaron a mí, notablemente preocupadas, ya que yo no dejaba de gritar. 




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