Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 31

Palacio Topkapi (1546

 

Narra Nurbanu 

 

La ausencia de Elif se sentía, quien más la sufría era yo. No había pasado más que dos días desde que había partido camino hacía su nueva y feliz vida, y yo sentía que las horas en Topkapi eran eternas, el tiempo pasaba sin pena ni gloria. Me hacía falta su compañía, su buen humor, su atención, sus ideas y su risa. Me hacía falta hablar con ella. 

 

-Sultana…. ¿Desea algo?-Me preguntó Melissa tan servicial como siempre. 

 

Desvíe mi vista de la ventana, y la posé en la joven. 

 

-¿El príncipe aún esta con la nodriza?-Pregunté.

 

Melissa asintió. 

 

-Así es sultana. 

 

Suspiré. 

 

-No hay nada que desee, Melissa-Le dije- Puedes irte si lo quieres. 

 

Hizo una reverencia y salió de los aposentos. Yo me quedé allí, pero pretendía ir a los establos para salir a montar a caballo con el príncipe Bayezid. Nuestros paseos a caballo eran la única oportunidad que tenía para estar junto a él, la única excusa para pasar tiempo a su lado. Cada vez que acudía sentía culpa, pero mi corazón me decía que ignorara el sentimiento. Que fuera realmente feliz, aunque sólo sea por esos momentos. Mi corazón me decía que no había nada más fuerte que el amor, y que si no me arriesgaba a vivirlo cuando se me presentaba la oportunidad, me arrepentiría a lo largo de mi vida. 

 

Fui hasta los establos, llegué sola como siempre. Nunca pedía la compañía de mis criadas para ir. 

El príncipe ya se encontraba allí, esperando. 

 

Hice una reverencia, cuando estuve a pasos de él, a su vez él inclinó levemente la cabeza. 

 

-¿Cómo estas Nurbanu?-Me preguntó. 

 

-Bien-Respondí, caminando hacía mi caballo. 

 

Él me hizo una seña para que subiera, ya se hallaba ensillado. 

 

Ambos nos subimos a nuestros caballos. Cabalgamos juntos con rapidez a través del bosque. Llegamos a un lago, dejamos de cabalgar. El lugar era hermoso. 

 

Bajé de mi caballo y me acerqué al lago. Cerré los ojos y respiré  profundamente el aire que allí corría. El príncipe también descendió de su caballo y vino hasta a mí, se situó a mi lado y dijo: 

 

-Me gustaría saber en qué piensas Nurbanu… has estado muy callada.

 

Lo miré, largué un suspiro y me acerqué más a él quien a su vez se giró para estar frente a mí. Era más alto que yo, de cerca sus ojos azules eran más hermosos. Se trataba de un azul oscuro, parecido a la noche. Me vino a la mente nuestro primer encuentro. Recordé sus brazos sujetándome para no caer. 

 

Ojalá yo sólo fuera Olivia, y el sólo fuera Bayezid y no el príncipe Bayezid. Ojalá el sólo fuera un hombre corriente, un efendi y yo una muchacha libre. Pero no, éramos quien éramos y eso no cambiaría. 

 

-Sólo pensaba en la vida…-Confesé- Nada importante, sólo divagaba… 

 

Lo miraba a los ojos embelesada, su rostro estaba cerca del mío. Mi corazón comenzó a acelerarse. Quedé inmóvil ante él, perdida en sus ojos y esperando el momento para cometer el pecado que me convertiría en una traidora…. Su rostro estaba cada vez más cerca del mío ¿Qué pasará a continuación? 

 

“-Mi sultana, mujer resplandeciente, haces que mi camino brille por el hecho de estar presente. Allah me ha bendecido contigo, desde que te he conocido el amor ha sido una fuerza poderosa capaz de ablandar al más duro corazón. Mi corazón que solía ser como una roca ha sido vencido por el amor de una mujer. Una mujer de ojos grandes y oscuros, una mujer brillante como la luna en la noche, una mujer de belleza única ¿De dónde has venido? ¿Quién te envío? ¿Acaso eres un regalo de nuestro dios?” 

 

Las palabras del sultán acudieron a mi mente, como un recordatorio de la realidad. 

 

No podía traicionar al sultán, no podía hacerlo…. 

 

Retrocedí dos pasos evitando que el príncipe y yo cometiéramos una locura. 

 

-Creo que es mejor que volvamos-Le dije al príncipe sin mirarlo a los ojos por pudor. 

 

El asintió con la cabeza, pero no dijo nada. No sabía que estaba pasando por su mente… ¿Habíamos estado a un paso de besarnos? ¿Era consciente de eso? 

 

Nos subimos a nuestros caballos y cabalgamos de regreso. No dijimos una sola palabra en todo el trayecto del lago a los establos… 

 

Al llegar, me llevé una sorpresa al ver al príncipe Cihangir. 

 

Bajamos de nuestros caballos, el príncipe Cihangir se acercó a nosotros. Llevaba tiempo sin verlo. 

 

-Hermano, sultana-Dijo él inclinando la cabeza. 

 

Hice una reverencia. 

 

-Príncipe. 

 

El príncipe Bayezid se acercó a su hermano y palmeó su hombro. 

 

-¿Cómo estas hermano?-Le preguntó.

 

-Gracias a Allah hoy estoy mejor-Su mirada se posó en mí y luego en la de su hermano- Sabía que estabas en los establos, pero no sabía que estabas acompañado. 

 

Bajé mi mirada al suelo. 

 

El príncipe Bayezid carraspeó. 

 

-Así es, la sultana no sabía montar a caballo y me he ofrecido a enseñarle.

 

El joven príncipe asintió. 

 

-Si me disculpan-Dije yo- Debo irme a ver al príncipe Murad. 

 

Ambos asintieron, realicé una reverencia y me alejé a paso apurado. No corrí hacía al palacio, sólo por el  hecho de que no quería llamar la atención de nadie. Pero necesitaba alejarme de ambos príncipes. Aún me sentía terrible por lo sucedido. Al ingresar al palacio, entré dentro, no había nadie por los alrededores. Me apoyé en la pared y cerré los ojos respirando hondo. había estado a punto de cometer una traición hacía el sultán ¿Qué hubiese pasado si no me detenía a tiempo? ¿Y si el príncipe Cihangir en vez de hallarse esperando en el palacio hubiese ido al lago a buscarnos? ¿Y si nos veía juntos? Me llevé una mano al pecho. Oh Allah ¿Qué haré con este amor? Oh Allah no permitas que comete un terrible error, dame fuerzas y muéstrame el camino correcto, aquel que no me lleve a una muerta segura. 




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