Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 34

Palacio Topkapi (1546

 

Narra Nurbanu 

 

La Valide Sultán y yo estábamos sentadas bajó un toldo que habíamos mandado a preparar. Ella se encontraba sentada en un diván y en su regazo estaba el príncipe Murad. Mi hijo se encontraba cada vez más grande, y ya parecía querer hablar. Aunque aún sólo eran balbuceos. 

Aún me encontraba un poco resentida por lo que había dicho la Valide sobre mí. Me sentí una madre terrible ¿Realmente ella creía que no cuidaba de mi hijo? Había pasado un mes, ni rastros quedaban de la gripe que el príncipe había pescado. Pero aun así yo seguía recordando las palabras de la Valide, del sultán y de Mihrimah. 

 

Les demostraría que estaban equivocados, yo cuidaba de mi hijo. Cuidaba de él como nadie lo haría. Ya no les daría motivos para que hablaran. 

 

Miré a la Sultana Hürrem, y sonreí al ver que el príncipe se reía con sus morisquetas. 

 

A lo lejos, atravesando el jardín, venía a paso apresurado Gul Aga. 

 

Traía una carta. 

 

Entorné los ojos al mirarlo. 

 

-Sultanas-Hizo una reverencia- Ha llegado esta carta del palacio de Amasya… 

 

Al oír el nombre de la provincia mi corazón se aceleró. Posé mis ojos en la carta que Gul Aga le entregaba a la Valide Sultán. Tenía ansias de saber lo que decía porque sabía que eran noticias sobre el príncipe Bayezid. 

 

-Gracias Gul Aga, puedes irte. 

 

La sultana abrió la carta, yo la observaba ansiosa. Vi como su rostro pasaba a mostrar una gran sonrisa. 

 

-Allah nos ha bendecido-Dijo-Seré abuela por segunda vez. Fatma está embarazada. 

 

Abrí la boca sorprendida. No podía y no quería asimilarlo. Había sucedido lo que más me temía. Y lo que Fatma más quería. 

 

¿Cómo había podido el príncipe hacer una cosa así? Sentí que mis ojos me escocían, debía alejarme de la  sultana antes de que ella notara las lágrimas en mis ojos. 

 

Me puse de pie, la sultana me miró sorprendida. 

 

-Si me lo permite, debo llevar al príncipe a los aposentos. Hay demasiado viento y podría hacerle mal. 

 

La Valide pareció extrañada. Era verdad, había un poco de viento, pero no era tanto. 

 

-Está bien Nurbanu, puedes ir-Dijo. 

 

Agradecí e hice una reverencia, luego le indiqué a Melissa con una seña de cabeza que tomara al príncipe. 

 

Me alejé de la Valide Sultán. Melissa a mi lado llevaba al príncipe, y unos pasos atrás iban Alina y Aurora. 

 

Abrí la puerta de los aposentos, y entré dentro con furia. Sentía que me habían traicionado. Era un sentimiento estúpido, porque era algo que sabía que podía suceder, aun así dolía. El príncipe me había dicho que me amaba… ¿Acaso su amor hacía a mí se había acabado? ¿Por qué tenía que ser Fatma? ¿Por qué ella? Parecía una venganza, ella siempre decía que yo le había quitado lo que más quería, el sultanato. Y ahora ella me estaba quitando a mí , a la persona que yo más quería. 

 

Me senté en el diván y miré por la ventana dejando que mis lágrimas corrieran. 

 

Me sentía engañada, ni siquiera me había sentido así cuando el sultán llevo a Feriha a sus aposentos. Ni siquiera me sentía así cuando era ella quien pasaba más noches con él, de las cuales yo pasaba. 

 

Pero ahora, me sentía destruida. No quería que el príncipe Bayezid estuviera cerca de Fatma, no quería pensar en ellos juntos en una misma cama, ni mucho menos quería imaginar a ella siendo madre de un hijo de él. No, me negaba a aceptarlo, porque los celos que sentía me llevarían a la locura. Maldita Fatma, serpiente venenosa, ojalá la hubiese delatado cuando me empujó de las escaleras. Ojalá hubiese permitido que la expulsaran del palacio cuando me tendió una trampa para que me castigaran y me encerraran en el calabozo. Pero no, fui buena y estúpida; y ahora ella sería la madre del hijo del príncipe Bayezid. 

 

Narra Fatma 

 

Palacio de Amasya (1546

 

En cuanto me enteré de la noticia, quería reír de dicha. Finalmente todo estaba mejorando, las cosas me estaban saliendo tal cual quería. Era la favorita del príncipe, quien pasaba más noches en sus aposentos. Y ahora estaba embarazada. La doctora al saberlo de inmediato se lo informó a la encargada del harem, la señorita Fidan, quien a su vez le informó al príncipe. Y ahora lo sabían en la capital, porque el príncipe había enviado una carta para informar las buenas noticias. 

 

La señorita Fidan no me quería demasiado, solía decirme que yo era una altanera que se creía superior al resto. Lo cual es cierto, nada más lejos que la verdad. En el palacio de Amasya sería yo quien lo dirigiera todo. Sin Nurbanu, sin la Sultana Hürrem, sin ninguna de ellas; yo podría ejercer mi poder. Un poder que Nurbanu me arrebató en cuanto se convirtió en la favorita del sultán. 

 

-Señorita Fidan-Dije poniéndome de pie y acercándome a ella con la mano puesta sobre mi vientre. 

 

Ahora tenía unos aposentos para mí sola, dignos de la madre de un príncipe. 

 

Vi la mirada fastidiosa de la mujer, era mayor que yo, pero no demasiado.

 

-Dime, Fatma. 

 

Me molestó su actitud. Llegaría el día en que esa mujer estaría a mi servicio.

 

-Tengo hambre ¿Crees que podrías traerme algo de comer? 

 

-Te han traído el almuerzo hace menos de 3 horas-Dijo ella. 

 

-¿¡Acaso estas negándome la comida!? No olvides que llevo al hijo del príncipe en mi vientre-Respondí  levantado la voz.




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