Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 36

Palacio Topkapi (1547)

 

Narra Nurbanu

 

Pasaba por el pasillo que conducía a la entrada del harem, me detuve en cuanto vi descender de las escaleras a un par de guardias y criadas que cargaban las pertenencias de la sultana Mihrimah. 

 

Había conseguido lo que me había propuesto, en cuanto Aurora me avisó sentí un gran alivio. Mihrimah se iría, sin ella el palacio sería un sitio más pacífico para mí. Ya no tendría que soportar sus maltratos y su desprecio. Debo reconocer que la sensación que una siente al conseguir lo que quiere, es indescriptible. Por primera vez en mi vida sentí lo que se llama tener poder. Nunca me había sentido poderosa, a pesar de que lo era. Nunca me había aprovechado de mi poder, ni siquiera para vengarme de Fatma que bien merecido se lo tenía. Lo más que pude hacer fue enviarla una semana al calabozo, lo cual no sirvió de mucho puesto que salió odiándome más y sin tenerme una pizca de miedo. 

 

La sultana Mihrimah bajaba de las escaleras con el mentón en alto y esa mirada desafiante que siempre ponía cuando yo estaba presente. Como si quisiera recordarme en todo momento que ella era más importante que yo y que eso jamás cambiaría.

 

-Sultana-Hice una reverencia, y luego la miré mostrándole una sonrisa de oreja a oreja.

 

Ella se detuvo.

 

-Espero que estés contenta Nurbanu, has logrado lo que querías-Dijo- Me iré del palacio.

 

Largué una risita.

 

-No exagere sultana, tampoco se está yendo al otro lado del mundo. Sólo estará a unos minutos de aquí. Además todo ha sido para su beneficio.

 

-Querrás decir tu beneficio-Me soltó con enfado.

 

-Se equivoca, esto será muy bueno para su matrimonio. Era momento de que usted partiera e hiciera...

 

-Mejor cállate-Me espetó- No creas que soy tonta. Yo soy la sultana Mihrimah, la hija de solimán el magnífico, yo soy parte de la realeza. Tú sólo eres una criada que apenas si ha dado a luz un niño, y sólo ha sido suerte. No quieras venir a decirme lo que es mejor para mi matrimonio, porque no te lo voy a permitir.

 

Respiré hondo.

 

-No es necesario que me recuerde quien es usted, puede estar segura de que lo sé perfectamente. Sólo pretendo ser amable, no sé porque es así conmigo. Nunca le he hecho nada.

 

La mirada de la sultana se ensombreció, apretando los dientes de furia me dijo:

 

-Todo estaba bien hasta que el sultán decidió casarse contigo. No sé qué es lo que vio en ti mi hermano... Pero pronto él se dará cuenta de que ha sido engañado todo este tiempo, y cuando lo haga tu sultanato acabará Nurbanu. 

 

-Cuide de sus palabras sultana-Dije yo haciendo acopló de mi moral- No olvide que está ante la madre de un príncipe y no olvide que el sultán me ama y por ende él escucha todo lo que le digo. 

 

-Hasta que has demostrado tu verdadera cara-Dijo riendo con sequedad- ¿Me amenazas? ¿Te atreves a amenazarme? 

 

-Nunca sultana, sólo estoy recordándole un par de cuestiones que usted parece olvidar. 

 

Mihrimah se hallaba demasiado enojada, lo veía en su mirada. Miró atrás, a las cridas que la seguían siempre y volvió su vista a mí.

 

-Has colmado mi paciencia Nurbanu, te has metido con la persona equivocada.

 

Siguió su camino, y yo volví a reverenciarme como el protocolo lo indicaba.

 

La sultana Mihrimah se vengaría de mí, estaba segura de eso. Lo había dicho todo con sus últimas palabras.

 

Palacio de Amasya 

 

Narra Fatma

 

Me llevé ambas manos a la cabeza, ya no soportaba el llanto de Mihrumah. Lloraba tanto que mi cabeza parecía explotar. Me sentía alterada y exhausta. 

 

-¡¡Nurhan!!-Grité por sobre el llanto de la bebé-¡Nurhan!

 

La criada apareció de inmediato.

 

-Llévate a la niña, ya no quiero oírla.

 

-Pero señorita Fatma...

 

-¡Te dije que te la lleves!

 

La chica hizo una reverencia y tomó a la niña marchándose de mis aposentos. En cuanto se fueron me senté en el diván pequeño y largué un suspiro.

 

Odiaba ser madre, nunca pensé que sería tan horrible. No sólo había engordado, sino que tampoco podía dormir por las noches a causa del llanto de la niña, sentía dolor en los pechos al amamantarla y para completar Mihrumah no paraba de llorar.

 

Había pensado que mi vida sería mejor, como la de una sultana. Pero casi nada había cambiado, ni siquiera me llamaban "sultana" las mismas criadas. Además Nuria, la rubia tonta estaba embarazada y la atención de todo el mundo estaba puesta en ella. Incluso el príncipe le prestaba más atención a ella que a mí. 

 

Me puse de pie y caminé hasta la puerta de los aposentos, luego me detuve... No quería ir al patio de las concubinas, no quería ver a la tonta de Nuria ni a ninguna otra favorita.

 

Narra Bayezid 

 

Salí del palacio para recibir a mi hermano, el sultán. Había venido solo por asuntos políticos, con él estaba Sokollu Pasha. No pude evitar disgustarme al verlo, simplemente a veces no toleraba a ese hombre. Bajaron del carruaje, y se acercaron.

 

-Bayezid-Me saludo el sultán.

 

Incliné ligeramente la cabeza haciendo una reverencia. 

 

-Su alteza- Sokollu Pasha hizo una reverencia hacía a mí.

 

-Pasha

 

Intenté que mi voz no delatara la poca alegría que me daba verlo.

 

Comenzamos a caminar camino al palacio. 




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