Palacio Topkapi (1547)
Narra Nurbanu
-Me alegra mucho poder contar contigo en la fundación Nurbanu. Durante los últimos meses has demostrado compromiso con la causa. Creo que finalmente estas madurando. Eres toda una sultana.
Sonreí agradecida por las palabras de la sultana Hürrem.
Nos encontrábamos paseando por el jardín, seguidas por un sequito de mujeres a nuestro servicio.
Habían pasado 3 meses, ya nos encontrabamos casi a más de la mitad del año. La Valide Sultán tenía una fundación, de la cual sabía su existencia, pero no era parte. Como sultana me correspondía hacer el bien a las personas que realmente lo necesitaban. Además ¿Sino que otra cosa haría?
Le dije un día a la sultana Hürrem que quería colaborar con su fundación, incluso donar monedas de oro y encargarme de ayudarla en la administración.
Cuando se lo dije, me miró con sorpresa. Hasta me puso a prueba. Logré superar las expectativas de la sultana y acallar con las quejas de la sultana Mihrimah que reiteradas veces había intentado quitarme de la fundación de la cual por supuesto, ella también era parte.
-Me siento dichosa de oírla sultana-Dije con toda sinceridad.
La sultana Hürrem era exigente, siempre había sido exigente conmigo. Pero desde que comencé a ayudarla con la fundación, nuestra relación se vio beneficiada. Ahora casi podía asegurar, que la sultana me tenía cariño.
-Ayudar a los necesitados es un deber Nurbanu, como sultanas, debemos velar por el pueblo. Debemos ser organizadas. Un día fundarás tu propia fundación, crearás tus propios proyectos y si sabes manejarte los llevarás a cabo con éxito.
La Valide siempre me recordaba que yo algún día sería quien ocupase su lugar como encargada del harem y Valide Sultán.
Durante todo este tiempo, me propuse instruirme. Tenía que demostrar que era digna de ser llamada sultana. Es cierto que nunca deseé serlo, siempre quise ser libre para poder irme.
Finalmente era libre, pero era demasiado tarde para partir. No podía, ya era una sultana y debía mostrar mi fuerza a quienes me subestimaban.
Me había aprendido el nombre de todos y cada uno de los miembros del consejo. Había investigado sobre la vida de Sokollu Pasha, el gran visir. Un hombre al cual nunca le había dado demasiada importancia, pero ahora sabía que era necesario tenerlo presente.
Me había encargado de ganarme el aprecio de las muchachas del harem. No fue difícil hacerlo, porque siempre fui buena con todas ellas. La única que me odiaba era Fatma, y ya no vivía en el palacio. Todas las concubinas y criadas me apreciaban, a excepción de la señorita Zeinep. Ella no me quería, en absoluto. Ella quería tomar mi lugar. Incluso quería quitarse de encima a Feriha, porque Feriha presentaba más peligro para Zeinep que para mí. Feriha, estaba embarazada, su embarazo ya contaba con 5 meses y se notaba lo suficiente. La chica era mimada por todos en el harem, incluso yo misma velaba siempre por su bienestar. Si, tal vez era estúpido de mi parte. Puesto que si llevaba un niño dentro de su vientre, mi hijo ya no sería el único candidato al trono.
-Allah mediante sultana, seré como usted-Dije cordialmente.
Nos dirigimos hacía la entrada del palacio, pero pasamos primero por el harem. Me detuve, allí sentada en uno de los divanes se encontraba la señorita Feriha, junto a ella estaba Ada y parecía estar preocupada.
Feriha tenía mala cara, como si estuviese muy dolorida. Miraba su vientre y lo acariciaba con una mano.
-Madre, usted siga adelante. Me quedaré en el harem-Le anuncié.
Asintió sin darme demasiada importancia y siguió su camino con sus criadas detrás. Por el contrario yo ingresé al harem, con Aurora y Melissa.
Las muchachas formaron línea e hicieron una reverencia en cuanto me vieron entrar.
Me acerqué a Feriha.
Ada hizo una reverencia. Feriha estaba tan distraída que ni siquiera se había levantado para reverenciarse, porque no había notado que yo estaba allí.
-Oh sultana, disculpe…
-No es necesario Feriha-Dije indicándole con la mano que permaneciese sentada.
La muchacha me miró con sorpresa.
Estaba ojerosa y se veía más pálida de lo normal.
-¿Acaso estas enferma?-Le pregunté.
Miré a Ada.
-La señorita Feriha ha estado con muchos dolores, durante la noche ha sufrido perdidas.
Eso era muy grave, era muy riesgoso. Podía tratarse de un aborto.
-¿La ha visto una doctora?
Ada asintió.
-Así es sultana, la señorita ahora está mejor. Sólo debe hacer reposo. Ha estado toda la mañana en sus aposentos, recién ahora ha salido a tomar algo de aire.
-Debes cuidarte Feriha, llevas a un hijo del sultán dentro de ti-Dije.
No podía creer que yo estaba hablando así. Como si no fuese que esa mujer esperaba un hijo, del padre de mi propio hijo.
Como si esa mujer no fuese la que me reemplazó infinidad de noches, en los aposentos del sultán.
Ahora que ella estaba embarazada, no podía ir a los aposentos privados.
-Ada-Dirigí mi mirada a la encargada de las criadas- Quiero que te ocupes del bienestar de la señorita Feriha, no permitas que haga ningún esfuerzo. Debemos proteger al niño o sino lo perderá ¿Entendido?
Asintió.
-Entendido sultana.
-Bien-Volví mi vista hacía Feriha- Tú sólo cuídate, piensa que ya no sólo se trata de ti. Se trata del bien de tu hijo.
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Editado: 16.01.2024