Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 42

Palacio Topkapi (1548

Narra Nurbanu 

 

Oír los desgarradores gritos de Feriha me hacía estremecer. Me hallaba en el harem, pero podía escuchar desde allí, sentada en uno de los divanes sus gritos provenientes del ala de las favoritas. 

 

Me llevé una mano a mi propio vientre el cual se hallaba grande, para tratarse de 5 meses era mucho más grande de lo que había sido en mi primer embarazo. 

 

Tragué saliva y cerré los ojos, suspiré. Me ponía muy nerviosa oír a Feriha gritar de aquel modo. Me recordaba a mi cuando di a luz; me hallaba asustada y nerviosa. Creí que el dolor me mataría antes de poder siquiera parir a mi hijo.

 

Me puse de pie.

 

-Iré a ver si precisan ayuda.

 

La Valide que se encontraba frente a mí, a la espera del nacimiento de su nieto, me detuvo. 

 

-Nurbanu, relájate. La partera y la doctora están con ella. Debemos rezar a Allah, para que todo salga bien. 

 

Volví a sentarme. La sultana Hürrem comenzó a recitar el Corán, me uní a ella. No podía hacer más. 

 

Estaba preocupada por Feriha, la joven era demasiado buena. Le había tomado cariño, a pesar de que era mi rival. Me daba pena su situación, su embarazo había sido complicado. Me había ocupado de velar por su bienestar. Aunque en el fondo de mí, deseaba que tuviese una niña. 

 

-¿Cuándo acabará?-Pregunté.

 

Llevaba horas en trabajo de parto. 

 

La sultana no respondió. Simplemente me miró y siguió rezando. Supongo que creía que mi preocupación por la señorita Feriha era una farsa. Pero no era así, me preocupaba realmente. 

 

Pasaron unos minutos, los gritos dejaron de oírse y me pareció oír muy a lejos el llanto de un niño. 

La Valide también lo oyó. Ambas nos pusimos de pie al mismo tiempo. 

 

-Ha nacido-Dije sonriente.

 

Nos encaminamos hacia los aposentos de Feriha, cuando llegamos a la puerta la señorita Ada salió a nuestro encuentro. 

 

-¿Cómo está mi nieto?-Preguntó la sultana con ilusión.

 

La mirada de Ada, era devastadora. Algo había pasado. Miré a la  sultana, el miedo tiñó su rostro. 

 

-¿Qué sucede Ada?

 

-Sultana, ha sido niña. Se encuentra en perfecto estado....-La sultana Hürrem y yo suspiramos con alivio, pero Ada prosiguió- La madre de la niña no ha soportado el parto. Ha muerto. 

 

Ahogué una exclamación. 

La Valide me miró, y yo bajé la cabeza.

 

-Hazte a un lado-Dijo a la tesorera del harem.

 

Ingresó en los aposentos. Yo fui tras ella, ingresando también.

 

El cuerpo sin vida de Feriha estaba allí en su lecho, la chica estaba llena de sangre en la parte baja del camisón blanco. Su rostro se hallaba pálido y sus labios morados. 

 

La doctora sostenía a la hija de la señorita Feriha en brazos. La acercó a la Valide para que esta la viese. 

 

Sentí verdadera pena por Feriha, había muerto sin poder conocer a la hermosa niña que había dado a luz. Miré al bebé en los brazos de la sultana y lágrimas cayeron de mis ojos. 

 

Entregó la niña a la doctora y le dijo que la llevara a limpiar y luego con una nodriza para que sea alimentada. 

 

Ahora sólo quedaba ocuparse del cuerpo de Feriha. 

 

Me acerqué al lecho donde se hallaba sin vida la mujer que por lógica era mi mayor rival. Pero su muerte, a pesar de que era un beneficio para mí, no me hacía feliz en absoluto. Hubiese querido un mejor destino para ella. Pero Allah así lo había decidido.

 

-Cuidaré de tu hija, como si fuese mía. Te juro por Allah que jamás desampararé a la pequeña nueva sultana-Dije casi en susurros para que nadie más me oyera. 

 

Me alejé del lecho y volví junto a la sultana Hürrem.

 

-Ha sido una desgracia Nurbanu. Que Allah otorgue el paraíso a esa pobre mujer.

 

-Amén. 

 

 

Habían pasado días de la muerte de Feriha, gracias a Allah su hija, quien había sido nombrada por la Valide sultana como Fatma; se encontraba sana y sin ningún tipo de problemas. Era amamantada por una nodriza y contaba con mi compañía. Siempre iba a verla, incluso llevaba a Murad y le decía que era su hermana. Murad aun no entendía cómo es que esa niña que no había nacido de mi vientre, sino del de otra mujer, podía ser su hermana. Aún era muy joven para comprender esas cuestiones. Pero sólo quería que entendiese que la pequeña Fatma, debía ser querida y cuidada por él, porque necesitaba de cariño y amor para poder crecer. 

 

Volvía de visitar a Fatma. Iba caminando por los pasillos con Murad de mi mano y el sequito de criadas detrás de mí.

 

La sultana Mihrimah acababa de llegar al palacio, me crucé con ella que se dirigía a los aposentos de su madre.

 

Me detuve e hice una reverencia.

 

-Sultana.

 

Mihrimah miró al príncipe y le dedicó una sonrisa.

 

-Cariño-Se acercó y se agachó a su altura para saludarlo- ¿Cómo estas Murad?

 

Murad respondió con una sonrisa tímida y se escondió entre mis faldas, riendo.

 

La sultana Mihrimah se puso de pie y me miró con dureza.

 

-Melissa-Dije, llamando a la joven-Lleva al príncipe a mis aposentos. Yo iré en unos momentos.

 

Melissa asintió, tomó la mano de Murad y ambos se alejaron. 

 

Se avecinaba el ataque de Mihrimah y no quería que mi hijo fuera testigo.

 

-¿Estas contenta Nurbanu? Apuesto a que sí. Todo ha salido según tus planes.

 

-No comprendo de lo que habla sultana-Dije yo.




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