Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 50

Palacio Topkapi (1550

1 mes después 

Narra Nurbanu 

 

Lentamente caminaba en dirección a los aposentos privados. Sabía que el sultán había tenido compañía la noche anterior. Ender me avisó que se hallaban preparando a una chica, la madre sultana la enviaba. Selim no recibía la compañía de otra mujer que no fuera yo desde que había nacido Şah. Tenía la esperanza de llegar a sus aposentos y corroborar que estaba solo, al menos necesitaba saber que la chica no había estado allí el tiempo suficiente como para cautivarlo. 

 

Era ya medio día, él tenía que estar solo. 

 

Llegué al pasillo de los aposentos. Me detuve y respiré hondo. Deseaba con el alma que esté solo, deseaba con el alma llegar a su puerta, que los guardias me permitieran ingresar y que él me recibiera con un abrazo y un dulce beso en mi frente. Deseaba ello como nunca antes lo había deseado. 

 

Dejé de caminar, oí la puerta abrirse. El corazón se me aceleró. La decepción me golpeó con fuerza cuando vi salir de los aposentos a una mujer. No la conocía, no la había visto antes, o tal vez nunca le presté atención. Era muy hermosa, no podía negarlo. Morena, alta y delgada. Tal vez era más alta que yo. El cabello oscuro, largó y lacio. Sus rasgos faciales eran bellos, seguramente Selim había reparado en la belleza de la concubina. 

 

 

Salió, segura de sí misma y rebosante de felicidad. Podía notarse en su caminar.

 

Volteó y me vio. Esbozó una sonrisa sobradora.

 

Caminó hacía a mí contoneando sus caderas, sin dejar de sonreír. 

 

En cuanto me tuvo en frente hizo una reverencia.

 

-Buen día sultana. 

 

Alcé el mentón, sólo la miré con ira. Me estaba provocando. El tono burlón de su voz no me dejaba dudas.

 

-Espero que haya pasado bien la noche-Dijo con descaro, volvió a hacer una reverencia- Con su permiso.

 

Pasó por mi lado. No dije nada, me tragué la cantidad de insultos que me vinieron a la mente. 

 

Miré al frente con recelo, ya no iría a ver al sultán después de saber que pasó toda la noche y parte del día con esa mujer. 

 

Di la vuelta y volví rumbo a mis aposentos. 

 

Narra Mihrimah.

 

 

Visité el palacio Topkapi temprano, madre había ideado un plan que según ella no fallaría para hacer caer a Nurbanu de su trono de mentiras. Quería ver de qué se trataba. 

 

-¿Así que has enviado a una mujer a los aposentos del sultán?-Pregunté- Madre... ¿En que podría eso perjudicar a Nurbanu? Selim siempre ha recibido a otras mujeres, ella ni siquiera se molesta por eso.

 

Mi madre esbozó una sonrisa, tomó asiento en el diván y dijo:

 

-Es verdad Mihrimah, pero las cosas han cambiado. El sultán no recibe compañía de ninguna muchacha desde el nacimiento de la pequeña Şah. Ni siquiera tiene la intención de ver a la señorita Arleth. Me temo que se ha aburrido de esa mujer. Así que le he enviado a una muchacha diferente, una joven que nunca fue. 

 

-¿Por qué habría de funcionar esta vez? Sigo sin comprender en que podría eso perjudicar a Nurbanu.

 

-Nurbanu nunca se ha molestado por las mujeres que pasan por el camino dorado, por una simple razón: ella no amaba al sultán. Pero he visto a los largo de los años como eso ha cambiado. No soy ninguna tonta, sé observar y se darme cuenta cuando alguien ama y cuando no. Nurbanu se ha enamorado de Selim. Lo noté en sus ojos, lo noté aquel día en el que envié a esa joven a los aposentos de él cuando ella estaba en plena fecha de parto. Vi en sus ojos la pena y el dolor. Esa pena y ese dolor tan familiares, también los he sentido. Se reconocer cuando una mujer ama y sufre. El dolor del amor, los celos; todo ello nos lleva a cometer errores y actuar cegados por la ira. Nurbanu no podrá escaparle a los celos, ellos la tomaran y ella actuará en consecuencia-Me miró con una gran sonrisa- Espera y verás. Con un poco de ayuda de nuestra parte, Nurbanu causará su propia desgracia. 

 

Bajé la mirada y reí. Era perfecto, dicho así no podía fallar.

 

Oímos la puerta.

 

-Adelante.

 

Una joven de piel morena, cabello largo y lacio, ingresó.

 

Se paró frente al diván e hizo una reverencia.

 

-Sultana Mihrimah, Valide Sultán. 

 

Mi madre sonrió a la muchacha.

 

-Mihrimah, ella es la joven de la que te hablaba, ella es Dilara, la mujer que hará caer a Nurbanu. 

 

Dilara era muy bella. Nurbanu tendría que esforzarse sí no quería competencia. Era imposible que Selim se resistiera a una mujer como la que estaba parada en frente, por mucho amor que tuviera por Nurbanu, él no podría ignorar lo hermosa que era Dilara. Conocía a mí hermano, sabía cómo era. 

 

-¿Y bien?-Preguntó mi madre- ¿Has estado con su majestad?

 

-Acabo de salir de sus aposentos, su alteza ha quedado muy conforme conmigo-Dilara hablaba con una sonrisa- Ha dicho que espera volver a verme pronto.

 

La valide se puso de pie con felicidad. Yo no podía salir de mi asombro, a pesar de todo me asombraba ¿Podía ser posible que esta hermosa joven morena lograra romper el hechizo que Nurbanu había provocado en Selim?

 

-Eso son buenos presagios, a su majestad le has gustado. Siéntete dichosa, si eres astuta y me eres fiel te ayudaré a llegar alto-le dijo mi madre a la joven- Tendrás todo lo que tiene la sultana Nurbanu, incluso podrías tener aún más.

 

Ella asintió.

 

-Haré todo lo que me pida sultana. 




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