Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 53

Palacio Topkapi (1553

Narra Nurbanu 

 

El príncipe Cihangir abrió los ojos en cuanto me senté en el borde de su cama. 

 

-¿Eres un ángel?-Preguntó con la voz debilitada.

 

Yo sonreí, pero me hallaba muy triste.

 

-No, sólo soy Nurbanu.

 

Él cerró los ojos otra vez y sonrío.

 

-Entonces sí, estoy ante un ángel. 

 

Apreté los labios, me estaba costando mucho no llorar. Desde que la salud del príncipe Cihangir había empeorado y sus dolores se habían vuelto aún más fuertes que nunca, el palacio se hallaba sumergido en puras tristezas.

 

El príncipe llevaba tres meses de agonía.

 

-Voy a morir Nurbanu, siento que cada vez estoy más cerca de la verdad.

 

-Ya no diga eso-Dije yo- Los doctores están haciendo todo lo posible…

 

-No hay posibilidad Nurbanu, lo siento en mí.

 

Sentí que si hablaba el llanto que tanto me esforzaba por reprimir, saldría a la luz. Las lágrimas las tenía amenazando.

 

-Ya no es vida Nurbanu, quiero ir al paraíso, Allah me recibirá y allí me encontraré con mis hermanos. 

 

Miré a Melek, estaba de pie a unos pasos. Ella agachó la cabeza y vi que estaba llorando.

 

-¿Recuerdas la primera vez que nos vimos Nurbanu?

 

Asentí y sonreí. Ya no pude contener el llanto.

 

-Sí, lo recuerdo príncipe-Dije con la voz hecha pedazos- Le llevé sopa de pollo.

 

-Fuiste la primera mujer en pisar mis aposentos, además de mi hermana y mi madre.

 

Me reí ante el recuerdo y un par de lágrimas se escaparon de mis ojos, el príncipe también pareció querer reír, pero su dolor se lo impidió. 

 

-Me dio oro y me trató muy bien. 

 

Cihangir esbozó una sonrisa.

 

-Te veías muy distinta al presente. No sólo la vestimenta, sino todo tu ser era diferente. Pero siempre has sido hermosa. 

 

-Y usted siempre ha sido un héroe-Le dije.

 

-Eso no es cierto-Dijo él, hizo una mueca de dolor- No es cierto.

 

Miré a Melek, ella se puso alerta. 

 

-¿Esta bien príncipe? ¿Quiere que vaya por la doctora?

 

Negó.

 

-No, quédate. Tal vez esta sea la última vez que tengamos una charla.

 

Oír eso me despedazó.

 

-No, no diga eso. No tiene que decirlo.

 

-No lo veas como algo malo Nurbanu, no temas a mi muerte si yo no le temo. Yo estoy sufriendo estando vivo, sólo deseo que Allah me lleve a su paraíso. Deseo ya no sentir este dolor que me ha acompañado desde que tengo razón. Deseo mi paz.  

 

-Pero príncipe…

 

Las puertas se abrieron y la sultana Hürrem ingresó. 

 

Me puse de pie e hice una reverencia. La Valide  me miró de mala manera.

 

-Regresaré a verlo más tarde, príncipe-Dije casi en susurros .

 

Miré a la madre sultana,  me reverencié y salí de los aposentos. 

 

Narra Bayezid 

 

Llegué a Topkapi. Bajé del caballo, se lo entregué a unos guardias y me dirigí  hacía su interior.

 

Mi madre me había enviado hace una semana atrás una carta en donde me informaba que Cihangir estaba muy enfermo, su condición había empeorado de una manera atroz. Me pedía que por favor acudiese a la capital porque pedía verme. Cuando pasé por el pasillo que conectaba con la entrada al harem imperial, un guardia anunció mi llegada. Las muchachas formaron línea rápidamente y se reverenciaron. Pasé de largo y fui directamente a los aposentos de Cihangir.

 

Cuando estaba llegando, me encontré a Nurbanu.

 

Verla después de tanto tiempo me impactó. Sus hermosos ojos oscuros seguían siendo iguales, sus ojos eran tiernos y llenos de significados. Pero ella se veía más grande, igual de bella, pero podía notar que ya no era la niña que había conocido y de la cual me había enamorado. Tampoco yo debía verme como el joven príncipe con el cual ella salía a cabalgar por los bosques. Los años habían pasado, pero aun así mi amor  por la sultana Nurbanu no había muerto. 

 

En cuanto me vio ella también se paralizó. La criada que estaba detrás de ella, nos miraba cabizbaja, hasta incluso me pareció que estaba nerviosa como si sintiera la tensión entre la sultana y yo.

 

-Príncipe Bayezid.

 

Nurbanu hizo una reverencia, no me miraba a los ojos. Lo evitaba. 

 

-Sultana-Incliné mi cabeza. 

 

Como en los viejos tiempos, no había un vínculo entre nosotros. No había una relación, pero yo me sentía atraído por ella. Yo sentía que debía tenerla cerca. La abstinencia de los días y las noches se hizo presente en mi alma.

 

-La Valide esta en los aposentos del príncipe Cihangir. Debería ir a verlo. Ha estado esperando por usted los últimos días.

 

Asentí.

 

-Con su permiso-Volvió hacer una reverencia y se dispuso a seguir su camino.

 

Cuando paso por mi lado, su aroma me inundó. Deseé tomarla en mis brazos y besarla, pero la dejé ir. Ella ya no me amaba, sus ojos no me buscaban. En ellos siempre vi la verdad. Vi en ese momento que ya no había sentimientos.

 

*** 

 

-Hijo mío-Mi madre me abrazó. Le devolví el abrazo y al separarme noté sus ojos húmedos.

 

-¿No hay posibilidad?

 

Ella negó con tristeza.

 

-Ya no. Los días han sido muy difíciles durante los últimos tres meses. Los médicos han hecho todo lo posible, pero no hay una cura, ya no hay nada que pueda aliviar su dolor. 




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