Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 54

Palacio de Amasya (1553

Narra Bayezid

 

-Alteza-Fidan hizo una reverencia.

 

Alcé mi mirada, con una sonrisa me comunicó la noticia que estaba esperando hace ya un rato.

 

-La señorita Fatma ha dado a luz. Ha sido una hermosa niña.

 

Me levanté del diván y me dirigí hacía a la puerta. Fidan realizó una reverencia y agachó la cabeza cuando pase por su lado. 

 

9 meses antes 

 

Mustafá, Mehmed y Cihangir, ninguno de ellos estaba presente. Los tres se habían ido. Allah, como los echaba de menos. Mustafá era fuerte, él era mejor candidato para el trono. Él había prometido que no habría fratricidio. Yo le creí… ¿Por qué mi madre no pudo hacer lo mismo? Ella le tendió una trampa, en mi fuero interno jamás podría perdonar aquella acción. Sus motivos, los sé. Mi madre sólo quería protegernos, ella estaba segura de que Mustafá nos asesinaría. Pero no era así. Él no lo habría hecho.

 

El pasado me pesaba, me pasaba más con el tiempo. Los años, los días, todo transcurría y cuanto más corría el tiempo, más crecía dentro de mí un rencor y un odio que yo ya no era capaz de controlar. 

 

¿Hasta donde podría contener lo que sentía? Mis impulsos me decían que debía vengar a Mustafá… ¿Por qué ahora? ¿Por qué me torturaba así?

 

-¡Guardias!

 

Necesitaba dejar de pensar, lo necesitaba con urgencia.

 

-Tráiganme vino. 

 

No me gustaba beber, pero dicen que uno lo olvida todo. La noche se me estaba haciendo demasiado larga, necesitaba que acabara. Necesitaba perder mi consciencia.

 

Las puertas se abrieron y una odalisca ingresó con una jarra de vino, la depositó sobre la mesa pequeña, frente a mí. Despaché a la mujer rápidamente. Quería estar solo. La joven a la cual ni siquiera miré, hizo una reverencia y se marchó. 

 

Terminé de beber la primera jarra y volví a pedir al guardia de la puerta que me trajera más. Luego perdí el conocimiento. 

 

La bebida nubló mis sentidos, lo olvidé todo y dejé que mi mente naufragara por una irrealidad inexistente. 

 

Amanecí al día siguiente, con Fatma a mi lado. No pude encontrar una explicación. 

 

Me levanté de la cama. Hace mucho que no pasaba una noche de halvelt con Fatma. Pensaba nunca más llamarla, sin embargo al parecer la ebriedad me había hecho olvidar mis palabras y mis ideas. Lo que pensaba, antes de beber hasta llegar a la inconsciencia, quedó en un olvido. 

 

Presente.

Entré a los aposentos de Fatma. En sus brazos acunaba a la recién nacida. 

 

-Príncipe-Fatma me miró y sonrió, le devolví la sonrisa. 

 

No había amor hacía Fatma, no había aprecio de mi parte, pero acababa de dar a luz a una hija mía. Al menos devolverle la sonrisa, podía hacerlo.

 

Extendí mis brazos para tomar a la niña.

 

-Es preciosa-Murmuré.

 

Bajo la atenta mirada de Fatma deposité a mi hija en brazos de la partera. Luego estaba por marcharme de los aposentos, pero  la voz de Fatma de detuvo.

 

-Príncipe-Volteé a mirarla- Quedese conmigo.

 

Entorné los ojos. Fatma y yo no eramos compatibles. No podía estar junto a ella mucho tiempo, siempre acabábamos discutiendo. La única razón por la cual no la enviaba lejos de Amasya, era Mihrumah.

 

Mihrumah amaba a su madre, a pesar de que Fatma no era la mejor a la hora de cuidarla. 

 

Miré al bebé en los brazos de la partera.

 

-Lleva a la niña con una nodriza-Le dije.

 

La mujer hizo una reverencia y salió de los aposentos.

 

Me acerqué a la cama de Fatma. 

 

-Sé que no me ama, sé que ni siquiera el haber dado a luz una hija suya por segunda vez hará que usted me quiera, aunque sea…

 

-¿Por qué sigues con esto?-Pregunté-Sabes bien mis sentimientos por ti. 

 

-¿Sentimientos dice?-Rio con sorna- Habla del desprecio, seguro. Jamás he visto más que eso.

 

No lo negué. No podía negarlo, cuando lo que decía era cierto.

 

-Me duele, me duele que no me ame príncipe- Fatma comenzó a llorar- Sé que la única razón por la cual estuvo conmigo aquella noche, fue porque había bebido, sé que si no fuera por el alcohol…

 

-Ya basta Fatma. Nunca hubo amor entre nosotros, ni de tu parte ni de la mía.

 

Me sentí mal al ver como su rostro se compungía de la pena.

 

Largué un suspiro. Ya no quería oírla. 

 

Me di la vuelta para irme, pero ella se echó hacía adelante y tomó de mi muñeca impidiéndolo. 

 

Cerré los ojos, los abrí y la miré. 

 

-Sé que  nunca me amó, tampoco yo lo  amaba, es cierto. Pero eso ha cambiado príncipe. Yo me he enamorado de usted. Por favor, deme  una oportunidad, sólo una oportunidad para entrar en su corazón.

 

Me solté de su agarre.

 

-Eso no es posible Fatma. 

 

El labio inferior comenzó a temblarle a causa del llanto y el coraje.

 

-¿Quién es? ¿Quién está en su corazón? ¿Quién es tan importante para usted como para que se prive del amor? ¿Acaso es la señorita Nuria? 

 

Nurbanu, tú nombre esta tallado en mi corazón 

Sultana de mi corazón, he sellado mi destino 

Si no puedo ser feliz contigo, si no puedo ser tu sol y tu luna 

No habrá para mí verano, no habrá para mí una primavera. 

No habrá para mí, un día, ni una noche… 

Sólo habrá oscuridad, sólo estaré en la nada misma 

Las estrellas no me alumbraran, porque tu amor era todo mi cielo 




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