Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 58

Amasya (Diciembre, 1559

Narra Bayezid 

 

“O te lanzas al vacío y lo arriesgas todo, o te mantienes en tu confinamiento por el resto de tu vida. O luchas como un héroe, y haces valer tu hombría, o te mantienes en el exilio de los reprimidos” 

 

Desperté en plena madrugada, con aquellas palabras dichas por un ser extraño, dentro de mi cabeza ¿Cuánto de verdad había en aquella frase? 

 

Yo, el príncipe Bayezid, el que un día, aspiró a convertirse en máximo soberano del imperio otomano, había perdido prácticamente todo. Si, tenía mi vida, estaba en mi provincia con mi familia ¿Pero qué hay del orgullo? Yo era un guerrero, un hombre capacitado para mucho más. Lo sabía, la adrenalina corría por mis venas, el deseo de revelarme me atormentaba. 

 

¿Unirme a los rebeldes? ¿Unirme a aquella conspiración para derrocar a un sultán que tarde o temprano llevaría el imperio a la decadencia? Las cosas serían muy diferentes si yo asumiera el trono. Los rebeldes tenían razón…

 

Habían enviado a mi palacio a un hombre llamado Sinan. Sinan habló conmigo, primero ocultó sus verdaderas intenciones, pero no me fue difícil darme cuenta por mí mismo que era lo que traía a aquel hombre a mi palacio.

 

Querían que me una a ellos, querían que conspirase en contra del sultán. Ellos querían que yo tomara el trono, una vez que Selim fuera derrocado. 

La decisión debía tomarla cuanto antes. Sólo tenía dos opciones en mi vida… Y ya había elegido que era lo que haría. 

 

Palacio Topkapi (1560

Narra Mihrimah 

 

 

Miré a mi alrededor, cada detalle de mis aposentos, me traía nostalgia. A pesar de que llevaba ocupándolos desde hace dos años, desde que el sultán me otorgó el título de Valide sultán. 

 

Los aposentos que habían sido de mi abuela, luego de mi madre, eran ahora míos. La vanidad rebosaba dentro de mí. 

 

¿Cómo otra mujer que no fuera yo iba a ocupar este sitio? Nurbanu no merecía estos aposentos tan magníficos. Gracias a Allah, no era ella quien dormía aquí, no era la que regía sobre el harem.

 

Era yo, Mihrimah la sultana del sol y la luna. La luz de los ojos del sultán solimán. Su hija predilecta. Sé que si él me viera ahora estaría dichoso. Yo Mihrimah sultán, la princesa de la dinastía otomana, la  sultana más hermosa de todas; era la mujer más poderosa y el titulo no me quedaba grande, lo manejaba todo con suma perfección. Una perfección propia de mí. 

 

Una odalisca entró a mis aposentos, se situó en frente e hizo una reverencia.

 

-Sultana, ha llegado una carta para usted.

 

Entorné los ojos.

 

-El mensajero está en el salón principal, dice que no le entregará la carta a nadie porque tiene  órdenes de entregársela a usted en persona.

 

Me puse de pie, de repente la preocupación y el temor surgieron a mí. Lo primero que pensé fue que venía de Amasya ¿Qué podría haber pasado? 

 

Me dirigí hacía el salón principal. 

 

Hice anunciar mi llegada. El mensajero agachó la cabeza e hizo una reverencia. 

 

-Sultana Mihrimah, disculpe las molestias, pero he venido a traerle esta carta. Tengo ordenes de entregarla en sus propias manos. 

 

-¿Quién la envía?-Pregunté.

 

-No puedo decirle sultana-Respondió.

 

Tomé con cuidado la carta, con desconfianza.

 

Respiré hondo y recé a Allah que no sean malas noticias.

 

El mensajero hizo una reverencia y yo me marché de allí. Guardé la carta para leerla cuando este sola en mis aposentos. 

 

-Retírense, quiero estar sola-Dije ni bien ingresé.

 

Las odaliscas de la puerta y las criadas que siempre me acompañaban hicieron una reverencia y cumplieron con mi pedido, saliendo de los aposentos.

 

Me senté en el sofá frente a la chimenea y saqué la carta. 

 

Sultana Mihrimah 

 

Debe acudir a Amasya de inmediato, ocurrirá una desgracia y debe detener al príncipe Bayezid antes de que este cave su propia tumba. 

 

Habrá un ataque al palacio del sultán, si no hace algo para evitar la participación del príncipe Bayezid en el ataque, se correrá mucha sangre y la cabeza del príncipe será la primera en rodar. 

 

Debe ayudarnos a proteger a nuestro príncipe, para que no cometa esta locura y debe advertir al sultán del ataque. Todos en el palacio corren peligro, principalmente su alteza el sultán y el príncipe Murad. 

 

Taşlicali Bey 

 

-¡Por Allah!-Exclamé- No puede ser cierto. 

 

Narra Nurbanu

 

-¡No! ¡No! ¡Por favor!

 

Sentí unas manos sujetarme, y abrí los ojos.  El corazón me latía con fuerza y la respiración se me entrecortaba.

 

-Nurbanu, tranquila, estoy aquí. Sólo ha sido un sueño.

 

Recuperé mi tranquilidad poco a poco, al darme cuenta de que efectivamente, todo había sido una pesadilla. Selim estaba a mi lado, estaba con vida y también yo lo estaba. Ambos estábamos en sus aposentos, durmiendo juntos. Nada de lo que había vivido en el mundo de los sueños había sido real. 

 

Me llevé una mano al pecho, en dónde se hallaba mi corazón. Cerré los ojos y respiré hondo. 

 

Selim me atrajo hacía a él  para abrazarme.

 

-Ha sido un mal sueño-Repitió en susurros.

 

Había sido una terrible pesadilla, una de las más crueles y reales que jamás había tenido. 

 

Me aferré al cuerpo de Selim, el susto aún permanecía. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.