Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 59

Palacio  de Amasya  (1560

Narra Bayezid 

 

Las noticias del ataque al palacio del sultán, y de su victoria en contra de los traidores, se esparcieron y llegaron hasta Amasya. 

 

La ejecución de quienes encabezaban la rebelión se llevaría a cabo públicamente. Se les cortaría la cabeza y las mismas serían expuestas ante todos. 

 

-Debería estar ahora mismo en los calabozos, esperando a mi ejecución- Dije a Taşlicali.

 

-Gracias a Allah, está aquí. El sultán incluso le está agradecido…

 

-¡Es una farsa!-Espeté antes de que acabara la frase- Sabes bien que mi intención en un principio era tomar su lugar, cortar su cabeza y la de su hijo y ocupar el trono. No seré hipócrita Taşlicali, no iré a la capital a hacer las paces con mi hermano.  

 

-Su alteza,  el sultán Selim lo tomará a mal. Lo ha invitado, y si no va la relación de ambos jamás mejorará.

 

-No me interesa mejorar nuestra relación-Dije terminantemente. 

 

Selim me agradecía el haberme “infiltrado” con los rebeldes, quería que nuestra relación volviera a ser la misma y por eso mismo me había invitado a la capital. Pero no iría, no podía porque no tenía deseo alguno de fingir un aprecio que ya no sentía. Yo no había desistido por él; lo había hecho por la vida de mis hijos, , por la vida de sus hijos, por la memoria de mi madre, por Mihrimah y por ella,  Nurbanu. Esas eran las  únicas razones. 

 

Palacio Topkapi 

Narra Nurbanu 

 

Las horas que pasé escondida, refugiada, esperando alguna señal de que ya no había peligro, esperando saber algo de Selim y rezándole a Allah que nos protegiera; se hicieron las horas más largas de toda mi vida. El tiempo no transcurría y la incertidumbre era cada vez más latente. 

 

Por eso cuando los guardias ingresaron, Mihrimah y yo lo primero que hicimos fue preguntar por su majestad. Cuando asintieron con la cabeza, y nos informaron que él estaba a salvo, la calma regresó a mi cuerpo y comencé a llorar del alivio que me provocaba. 

 

Habían transcurrido sólo dos días, sería la ejecución de todos los que habían llevado adelante el ataque.

 

-La cabeza de quienes han osado enfrentarme rodaran por los suelos-Me dijo Selim.

 

Asentí, pero no dije nada al respecto. Antes me hubiese dolido la ejecución de cualquier persona, pero me había vuelto fuerte e insensible cuando se trataba de las decisiones sobre el imperio. Me había vuelto capaz de decir con la frente en alto “Merece morir” aquellas personas merecían morir. 

 

Pasé mis brazos alrededor de su cuello, y él a su vez me tomó de la cintura. 

 

-Estoy orgullosa de mi sultán, ha demostrado a los rebeldes que tiene el poder-Dije con una sonrisa, agregué- El príncipe Bayezid ha sido de gran ayuda, pero usted, fue quien los venció. 

 

-Mi Nurbanu, tu rostro en mi mente fue la motivación, temía tanto por ti. Haberte dejado en la sala del trono, no me ha gustado para nada. Por eso luego envié a Ferhat en tu busca, gracias a Allah él llegó a tiempo.

 

-Usted temía por mí, y yo temía por usted- Acerqué mi rostro al suyo hasta que nuestras narices se tocaron- Nunca dude de que lo amo alteza, no lo dude jamás. Pase lo que pase, yo lo amo, y esa es la única verdad.

 

Selim cerró los ojos e inspiró.

 

-Te amo más mi sultana. 

 

Palacio de Amasya 

Narra Fatma 

 

El príncipe Bayezid, no me prestaba atención. Desde el nacimiento de Hanzade, nunca más volví a pisar sus aposentos.

 

Él se hallaba empecinado en rechazarme, me ignoraba deliberadamente, sólo me hablaba para preguntarme sobre las niñas y a veces ni siquiera me preguntaba a mí; se dirigía directamente a las criadas encargadas de cuidarlas. 

 

Ya no podía tolerarlo, sentía que envejecia y se me iba la belleza entre las paredes del palacio de Amasya. Me sentía como una sultana exiliada en el palacio de las lágrimas. Bueno, en realidad yo era la sultana de un príncipe que había sido expulsado del paraíso del sultán. Vaya a saber que había hecho para provocar su exilio, jamás me lo diría, nadie en este palacio me decía nada. 

 

Yo sólo era la sultana Fatma, la madre de las hijas del príncipe. Pero nada más que eso. Intenté acercarme a Taşlicali, pero fui cortésmente eludida. Era demasiado leal al príncipe. 

 

-He llegado a este extremo, pero no quería hacerlo-Le dije a Nurhan, la cual había hecho llamar a mis aposentos. Tenía una gran tarea para ella- Bien sabes que he estado recibiendo visitas de una extraña. 

 

Nurhan asintió, se veía dubitativa. 

 

-Es una hechicera muy reconocida en Amasya, la gente dice que es muy buena haciendo hechizos de todo tipo -Conté, al tiempo que me sentaba nuevamente en el diván- Ella se encargará de hacer que el príncipe finalmente me ame a mí.

 

-Pero sultana…

 

-No he pedido tu opinión Nurhan-Dije- No me interesa lo que sea que pienses. No estás aquí para eso. Te he llamado para pedirte que hagas algo por mí. Para que el hechizo funcione, sólo me falta conseguir una cosa, sólo una.

 

Nurhan entornó los ojos.

 

-Un objeto, algo, que pertenezca al príncipe, debe ser algo que sea completamente valioso y que tenga un vínculo muy fuerte con el príncipe. Sólo necesito eso, luego la mujer se encargará de todo. El príncipe Bayezid me amará. 

 

Nurhan me miró con expresión de horror, había comprendido que era lo que ella debía hacer.




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