Nurbanu La sultana que no podía amar

Capítulo 61

Palacio de Amasya (1560

Narra Bayezid 

 

Dentro de mi mente se formaban distintas razones por las cuales Ferhat Ağa había acudido a mi palacio… y ninguna de las razones eran buenas.

 

-¡Atención, el príncipe Bayezid!

 

Ingresé a la sala, Ferhat inclinó la cabeza  e hizo una reverencia.

 

Me situé frente a él, increpándolo con la mirada. 

 

-Príncipe Bayezid-Dijo-He venido en nombre de su hermana, la valide sultán Mihrimah. Ella ha ordenado que acuda aquí a su palacio  para decirle estas palabras…

 

En cuanto oí que venía en nombre de Mihrimah supe que estuve en lo cierto en todo momento, la venida de Ferhat eran malas noticias. 

 

Ferhat alzó su mirada y las palabras esperadas finalmente fueron dichas:

 

-Su alteza, el sultán Selim se ha enterado de todo y su vida corre peligro. El sultán enviará por usted, debe partir del palacio si quiere preservar su vida.

 

El sultán lo sabe todo… ¿Qué de todo sabía? ¿Sabía que había sido parte de la conspiración que quería derrocarlo? ¿Sabía de mi amor por la sultana Nurbanu? Tenía ganas de agarrar del cuello a Ferhat y gritarle mis incógnitas para poder obtener una respuesta concreta. Quería calmar  los fuertes latidos de mi corazón, necesitaba saber que era lo que Selim sabía. 

 

Respiré profundo y respondí:

 

-Regresa a la capital y dile a la sultana Mihrimah que no se preocupe, estaré bien.

 

¿Pero lo estaría? Ni siquiera sabía cuál sería mi próximo movimiento. Pensaba ir a la capital en busca de Fatma, pero claramente el plan debía ser sustituido. 

 

Después de despechar a Ferhat de mi palacio, llamé a Taşlicali. Él coincidió que debía partir ¿Pero a dónde ir? ¿Qué vía de escape tomar? 

 

***

 

-Padre-Hanzade  extendió los brazos para que la alzara.

 

Había salido unos minutos a tomar aire al jardín y allí se encontraban las niñas jugando.

 

Sonreí e hice lo que ella esperaba, a lo lejos venían sus hermanas Mihrumah y Ayşe. 

 

-¿Cómo está mi adorada hija?-Le pregunté. 

 

-Muy bien… ¿Dónde está mamá?-Preguntó frunciendo los labios.

 

No tenía la respuesta, así que sólo callé y cambié de tema cuando Mihrumah y Ayşe llegaron a donde estábamos Hanzade y yo.

 

Ambas hicieron una reverencia.

 

-Padre-Mihrumah mostraba una espléndida sonrisa- Que alegría me da verlo. 

 

Miré a Mihrumah, tan bella y tan joven. Pensaba en casarla pronto, no se lo había dicho a ella aún, pero Taşlicali la había pedido en matrimonio. Quería que  fuera feliz, era mi primera hija, deseaba una vida plena para ella ¿Quién mejor que el fiel Taşlicali? Sabía que el la protegería como ningún otro hombre lo haría.

 

Posé mi vista en Ayşe, que permanecía de pie junto a su hermana, mirándome expectante… No quería dejarlas solas, pero tenía que irme. 

 

-Mihrumah, quiero hablar contigo y con tu hermano Abdullah. Es importante-Dije mientras intentaba mostrarme tranquilo para no preocupar a las más pequeñas.

 

Mihrumah asintió.

 

-Buscaré a mi hermano entonces-Dijo ella haciendo una reverencia y alejándose de nosotros.

 

*** 

 

-Adelante.

 

Mihrumah y Abdullah ingresaron a la sala. 

 

-He llamado a ambos, porque tienen la edad suficiente para comprender lo que les voy a decir.

 

Ambos me miraron con atención, el rostro de Mihrumah mostró inquietud, Abdullah se mantenía inmutable.

 

-Me iré del palacio…

 

Mihrumah ahogó una exclamación y miró a su hermano.

 

-¿Cómo que te irás padre? ¿Qué ha pasado?-Preguntó.

 

-No puedo explicar ahora mismo esos motivos, pero partiré pronto… 

 

Los ojos de Mihrumah se llenaron de lágrimas.

 

-No comprendo…-Se acercó a mí- Primero mi madre nos abandona… ¿Y ahora usted? ¿Qué será de nosotros?

 

-No estarán solos, se quedaran aquí en Amasya- Centré mi mirada en mi hijo- Abdullah tienes la edad suficiente para asumir la responsabilidad de un gobernador. Quedarás a cargo de Amasya. En mi ausencia,  Amasya, este palacio y tus hermanas estarán bajo tu cuidado.

 

Abdullah tragó duro, vi que se hallaba al igual que su hermana, inquieto. La preocupación también asomó en sus rostros.

 

-Padre… -Mihrumah tomó mis manos- ¿Por qué? Denos al menos una explicación.

 

Cerré los ojos con pesar, y negué.

 

No pude responder, pero no fue necesario porque en ese entonces un guardia irrumpió en la sala.

 

-Su alteza ha llegado un carruaje al palacio. 

 

De inmediato salí al jardín, detrás de mí fueron Abdullah y Mihrumah. Llegué a la entrada del palacio, y lo que vi me dejó impactado.

 

Un cajón fúnebre, abierto, el cual dejaba expuesto el cuerpo ya sin vida de Fatma.

 

Al instante volví mi vista hacía atrás; el rostro de Mihrumah se compungió del llanto y las lágrimas surcaron sus ojos. Se llevó ambas manos a la boca y pegó un grito de dolor y angustia.

 

Abdullah la sostuvo en brazos, cuando se dejó caer en el suelo llorando sin ningún consuelo.

 

Corría hacía ellos, e intenté abrazar a mi hija.

 

-¡Han matado a mi madre!-Lloraba a gritos- ¡La han matado!

 

Abracé con fuerza a Mihrumah, mis ojos también se habían cargado  de lágrimas y mi corazón sufría de la pena, pero lo que causaba mi dolor era ver el sufrimiento de Mihrumah.

 

Palacio Topkapi 




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