Nyx y las Alas de la Fe

Capítulo 8

Capítulo 8

 

            Sopló el polvo que tenía el libro y abrió en el índice. Pasó su dedo por los nombres de los hechizos hasta encontrar lo que buscaba… Y allí estaba. Cerró el libro y lo metió en su mochila. Llegó a Colatux, pasó frente a la chimenea con dirección al cuarto de ella. Encontró a su prima escuchando música acostada en su cama. Cuando ésta la vio, se quitó los audífonos. Mina le mostró el libro sin decir ninguna palabra. Ángela no comprendía.

            –Es un libro… ¿Y? –preguntó Ángela–. ¿Piensas estudiar?

            Mina bajó el libro y lo miró.

            –Olvídalo, nunca entiendes nada sin palabras –dijo ella mirando a Ángela desconcertada–. Por lo menos deberías leer el título del libro –y volvió a alzarlo al nivel de su barbilla.

            –¿Grandiosos Hechizos de Magos? Sigo sin entender, prima.

            Mina suspiró.

            –Olvídalo. Ya me voy –y así lo hizo.

            Ángela dudaba. No comprendía lo que Mina trataba de decir o hacer… Luego se le vino a la cabeza que tal vez ese libro era para aprender más hechizos y pensaba que Mina quería derrotar a Lucífero ella sola. Ángela sentía ganas de reprocharla por lo que sentía. Quería decirle que el director tenía razón; que no sabían mucho utilizar la magia y que por esta razón no podían ayudar en esta batalla. Ángela conocía muy bien a su prima; algunas veces Mina le había dicho que ella se sacrificaría por los seres que ama sin importarle morir por ellos. Al recordar esto, los ojos de Ángela se llenaron de lágrimas. Se imaginaba a Mina luchando con Lucífero y luego que moría. Quería ayudar, pero no sabía cómo.

            Ángela se paró y se dirigió hacia la ventana. Tomó a Atenea que estaba jugando con las cortinas y la acarició.

            Mientras Mina se dirigía con la mochila en su espalda y el libro entre sus brazos hacia el campo a mostrarle a Alex lo que encontró, se encontró con Michelle. Se detuvo a saludarla.

            –Hola –le dijo amablemente y sonriéndole.

            –Hola, ¿qué andas haciendo?

            –Pues, no mucho.

            –¿Qué es eso? –dijo Michelle señalando el libro que traía su amiga.

            –Es un libro de hechizos que pienso aprender.

            Michelle se quedó sin habla por un instante.

            –Libro de hechizos, ¿eh? La verdad no entiendo, pero creo que es para una buena causa que te aprendas el libro entero, ¿no?

            –Créeme; este libro nos salvará. Bueno, debo irme. Hablamos luego –dijo mientras corría hacia el filo del río de la entrada al bosque. Vio a Alex sentado allí.

            –¡Alex! –el chico se dio vuelta. Mina paró frente a él y descansó un rato. Respiró hondo y soltó el aire. Esto lo hizo varias veces.

            –¿Haciendo ejercicio? –preguntó el chico. Mina rio.

            –No… solo que… –tragó saliva. Aún estaba cansada y apenas podía hablar–. El asunto es que… mira –le mostró el libro.

            –¿Grandes Hechizos de Magos? –luego pareció que comprendía el significado–. ¿Qué es lo que tienes planeado?




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