Capítulo 13
A la mañana siguiente se despertó al mediodía; aún las plumas seguían ahí. Se puso las pantuflas y salió de la enfermería.
Mientras salía del colegio hacia el campo, Mina se sobaba los ojos por la luz. Había pasado como dos días acostada y en la oscuridad que al salir al aire libre sintió como si hubiera dormido por siglos.
Vio brillar algo por la orilla del río que cruzaba al bosque y corrió hacia allá. Cuando llegó vio que era un cofre pequeño de plata pintada con unas flores de cerezo y en la superficie había dos iniciales: la letra H y la letra J.
–Es de tu madre. Ella misma pintó aquellas flores de cerezo; eran sus favoritas –dijo Zeta al otro lado del río–. Consérvalo muy bien, me lo dio antes de casarse. Me dijo que cuando llegaras al colegio te lo de. Es muy especial.
Mina abrió el cofre con cuidado. En el encontró una cadena que tenía un amuleto redondo de color púrpura en forma de estrella.
–Cuando se pone rojo, es porque estás en peligro o porque va a pasar algo malo.
Zeta se marchó y Mina se sentó en la orilla del río, vio las estrellas y la luna llena. Se quedó allí un largo tiempo.
Mientras que, en el comedor, Lance, Yuri y el resto estaban totalmente preocupados por Mina. No la habían encontrado en la enfermería cuando fueron a visitarla.
–¿Dónde podrá estar? –se dijo Lance a sí mismo.
–No te preocupes Lance. Estoy seguro que ella está bien y lo único que necesita es estar sola y despejarse de lo ocurrido por un buen momento –le dijo Alex al ver a su amigo preocupado.
–Iré al campo y al río. Son los únicos lugares que no fuimos –dijo Lance levantándose.
–Iré contigo –le dijo Yuri. Antes de salir por la puerta, escucharon un gruñido; era Okami. El lobo se acercó a ellos. Yuri lo acarició; sabía que también estaba preocupado.
–Nosotros nos quedaremos aquí por si regresa –comentó Alex.
Lance, Yuri y Okami salieron del colegio hacia el campo, fue entonces cuando Yuri notó una sombra ya que la luna llena estaba detrás de ella.
–¿Esa no es… Mina? –le preguntó el chico a su amigo. Okami salió corriendo hacia la sombra; los otros dos chicos también se dirigieron hacia la sombra silenciosamente. La sombra alzó la cabeza, acarició a Okami y mientras Lance y Yuri se iban acercando pudieron ver más la cara de aquella persona. Al ver a la persona que buscaban, Lance sonrió plácidamente y se quedó tranquilo al verla. Mina también sonreía.
–¿Dónde estabas? –preguntó Yuri sentándose a su lado.
–Aquí…
–Estábamos muy preocupados por ti –dijo Lance.
–Lo siento. Siento haberlos preocupado.
Yuri le dio su abrigo ya que el de ella la había dejado en la enfermería.
Mina les contó que se había encontrado con Zeta.
–Debes tener mucho frío. No debiste salir así vestida –le dijo Yuri abrazándola y calentándole las manos.
–No sabía qué hacía tanto frío. Y aún estoy algo mareada.
–Será mejor que entremos si no queremos enfermarnos –comentó Lance.
Los tres caminaron juntos mientras los dos chicos abrazaban a su amiga. Fueron a Colatux y Mina se sentó enfrente de la chimenea para calentarse.
–Tengo hambre –dijo de pronto la chica.
–Es por que no has comido en estos dos días –le dijo Lance tapándola con una manta.
–Te traeré algo de comer.
–Gracias, Yuri –el chico salió de Colatux hacia la cocina.
–¿Segura estás bien?
–Sí, no te preocupes Lance. Estoy mejor que nunca –dijo con una sonrisa.
–Me alegro –se sentó a su lado.
Luego llegó Yuri con unos trozos de pastel de fresas y se sentó junto a sus dos amigos.
Al día siguiente la señora Dublee llamó a su despacho a Mina.
–No sé cómo decir esto…Tus abuelos… murieron ayer en un accidente. Lo siento –la miró apenada, le puso una mano en el hombro y se marchó despacio del despacho dejando a la chica que empezaba a sorprenderse y a la vez a ponerse triste; se paralizó. No podía imaginar decirle eso a Ángela; ella los quería mucho más. Le salieron algunas lágrimas y enseguida se las secó.