Capítulo 3
Desde la altura de los edificios más altos de Gangnam, la ciudad brillaba de forma impresionante, la noche se convertía en un laberinto de secretos. Y en el distrito un almacén discretamente iluminado, un equipo de hombres de Kim Hyun-woo se movía con la eficiencia silenciosa de depredadores nocturnos.
No eran matones de poca monta, sino profesionales, exagentes de operaciones especiales y mercenarios, reclutados por su lealtad inquebrantable y su capacidad para desvanecerse.
En una pared en varias pantallas de monitor, la vida de Noah se desplegaba en un mosaico inquietante. La cafetería "El Rincón del Expresso" era ahora el centro de su universo de vigilancia. Las cámaras de seguridad ocultas, los micrófonos diminutos, los informantes casuales disfrazados de clientes habituales: todo formaba parte de una red que se tejía lenta pero implacablemente alrededor de la vida del joven barista.
—Informe actualizado.
Ladró Jin-woo, sin apartar los ojos de una pantalla que mostraba a Noah limpiando la barra y una sonrisa extremadamente amable.
Entregó una tableta al presidente Kim que permanecía sentado en el sillón con una pipa en la boca. Escuchaba atentamente a su subordinado más leal, leer el informe.
—Park Dong-hyun, de herramientas de la esquina, reporta que Noah recibió un envío de granos de café provenientes de Latinoamérica y Arabias, hoy por la mañana. Proveedor habitual, nada fuera de lo común. También tuvo una conversación de cinco minutos con una mujer mayor, cliente constante, sobre el clima. Sin contactos sospechosos. Su rutina es impecable: abre a las siete de la mañana, cierra a las diez de la noche. Ya que va caminando por tres horas a su casa en el barrio de Guro-gu. No parece tener contacto con su familia.
El presidente Kim asintió lentamente, su mirada un pozo de cálculo. Y con voz cautelosa mencionó:
—Demasiado limpio. Nadie es tan... transparente. Especialmente no un civil que ha captado la atención de nuestro vicepresidente.
Un leve fruncido apareció en su frente.
—¿Qué hay de su historial financiero? ¿Deudas? ¿Movimientos bancarios inusuales?
—Solo una deuda por ahorros, cantidades insignificantes. Y la deuda de su cafetería. Parece vivir de forma modesta.
El presidente Kim suspiró poniéndose de pie, dirigiéndose a su escritorio, donde tomó asiento en una silla de cuero. Mientras, la punta de sus dedos tamborileando sobre la mesa metálica.
—Y sobre el... encuentro. ¿Algo más sobre eso?
El operario vaciló.
—Solo lo que ya informamos, señor. El joven Kai ingresó a la cafetería, ordenó y permaneció una media hora y dejó una propina y pagando el café.
Observó al sujeto Noah. Hubo un breve intercambio de palabras cuando se le sirvió el café. Sin gestos inusuales, sin contacto físico. Dentro de la cafetería, Kai tuvo una breve conversación telefónica, pero no se pudo captar el contenido."
—¿Y no detectaron absolutamente nada que justificara esa prolongada estancia?
Jin-woo inquirió, su voz subiendo un tono.
—Señor sabe muy bien que el joven Kai no pierde el tiempo en trivialidades.
—Es cierto yo lo eduqué...Pero o el informante era inepto, o había algo más en ese encuentro que no se había registrado con los métodos habituales. Y quiero que aclares cuál de las dos es la respuesta correcta.
El operario tragó saliva.
—Una pausa... —Analizó— mi hijo Kai no hace 'pausas' sin un propósito. Esto no es un paseo dominico.
Agrandando la pantalla de la Tablet, mostraba un primer plano del rostro de Noah mientras sonreía. Y eso lo enfurecía más
—Aumenten la vigilancia.
Ordenó el presidente, su voz ahora un susurro glacial. El secretario Jin-woo sacó su teléfono llamando a su equipo de subordinados para difundir la orden del presidente.
—Quiero un equipo rotativo de tres hombres en todo momento. Dos visuales, uno en el audio. Rastreen sus comunicaciones digitales. Intercepten cada llamada, cada mensaje. Busquen cualquier anomalía, cualquier desviación. Si hay un hilo suelto, lo quiero. Si no lo hay, quiero saber por qué. Quiero su pasado. Cada escuela a la que asistió, cada trabajo que tuvo, cada relación. Quiero saber si tiene familia que pueda ser... una palanca para nuestro beneficio.
Las palancas eran herramientas de manipulación, y la mafia no dudaba en usarlas si era necesario para su beneficio.
—Y lo más importante. Quiero un informe detallado de cada interacción que tenga con Kai. Obsérvalo. Graben cada palabra, cada gesto. No quiero que se pierda nada. Esto es una orden directa del jefe. Y ya saben lo que pasa cuando el jefe quiere algo y no lo hacen bien ¿Verdad?
El presidente dejó el almacén para subir a su oficina que se encontraba en el mismo edificio. Pero en el último piso. Y ahí se sentó a esperar a su hijo.
Junto con la llegada de Kai a la oficina. Sus ojos oscuros, profundos y penetrantes como pozos sin fondo, permanecían fijos en su hijo, analizando cada detalle de su porte. A pesar de sus cincuenta años aún denotaba una voluntad y autoridad inquebrantable.