ʟᴀ ᴍɪꜱɪóɴ ᴅᴇ ᴄᴜᴘɪᴅᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴀꜰɪᴀ || ʙʟ || ᴏʀɪɢɪɴᴀʟ

Capítulo 7

Capítulo 7

Kai

—Am… la verdad —Dije, sin rodeos, mi voz grave y contenida.

Él levantó la mirada. Sus ojos se posaron en mí con una mezcla de incertidumbre.

—Esa mujer… Es mi prometida.

Sus cejas se alzaron apenas, y el ambiente cambió al instante. Denso.

—Mi padre quiere que me case con ella —continué, mi voz más baja, como si confesara un crimen.

Me levanté del sofá y caminé hacia el ventanal. El cielo le daba la bienvenida al atardecer.

—Pero… yo no la amo. Solo es un acuerdo. Un intercambio de apellidos, de poder, de futuros planeados por otros.

Lo miré de reojo. Noah no dijo nada. Solo me escuchaba, y eso me impulsó a seguir.

—No estoy listo —confesé con un suspiro quebrado— Quiero poder enamorarme de alguien genuinamente. Enamorarnos juntos. —Volví a mirarlo.

Noah tenía una expresión serena. Casi dulce. Sus ojos brillaban y eran un lugar seguro. Y sin pensarlo, solté una pequeña risa, como si todo lo dicho acabara de liberarme un poco del peso que llevaba años arrastrando.

—Es tan fácil hablar contigo —le dije, sorprendiéndome de la sinceridad de mis propias palabras.

Él sonrió. No fue una sonrisa educada ni distante. Fue honesta, cálida, tan sincera que me atravesó el pecho como un suspiro olvidado.

—Al inicio pensé que éramos diferentes —respondió, con la voz suave —Pero después de todo, somos muy parecidos. Ambos queremos ser amados genuinamente.

Se acomodó mejor en el sofá, abrazando sus rodillas con los brazos, como si de pronto volviera a ser un niño.

—Yo antes estaba enamorado —dijo, casi en un murmullo — Fue como un cuento de hadas. Tan perfecto que asustaba… pero reconfortante. Esa clase de amor que uno cree que solo pasa una vez en la vida.

Mis labios se fruncieron levemente. Escucharlo me removía cosas. No celos… sino algo más primitivo: tristeza, simpatía.

—Pero la realidad golpeó mi vida. Esa persona… se llevó mi dinero. Todo lo que tenía. Supongo que solo estaba conmigo por eso. Por la estabilidad, él nunca tuvo que pagar nada. Me dejó con una deuda enorme que apenas estoy terminando de pagar.

No supe qué decir. Y sus ojos se encontraron con los míos.

Y ahí estaban… las miradas entrelazadas. Dos faros buscando refugio. Esperanza. Cuidado. Algo que el mundo exterior no nos había ofrecido.

Me acerqué de nuevo al sofá. Me senté a su lado sin decir nada.

Y mientras bebíamos el café —el suyo dulce, el mío amargo, como nuestras vidas— supe con certeza que esa historia, fuera lo que fuera, recién estaba empezando, sin saber nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.