"Amar a una persona nos hace vulnerables, imagina amar a dos personas".
–A M A R–
Vimos a Mateo hacer como si nada, Iker y yo decidimos separanos un poco.
—Necesitaba hablar contigo pero no importa, podemos hacerlo en otro momento.—dijo para volverse a la puerta y salir.
Me quedé callada unos segundos, estaba confundida por todo lo que estaba pasando.
—Perdón, debo salir—tomé la perilla y salí evitando cualquier mirada.
Miré a mi alrededor intentando tomar aire, estaba abrumada y cansada, cansada de amar a dos personas, y no poder entregar mi corazón a una sola.
Al mirar al frente vi a el padre de Mateo hablando con un joven, este era alto y portaba un arma y un uniforme de la armada.
Caminaba hacia a ellos cuando alguien me tomó del brazo para luego volverme a ella.
—Xay, ¿Por qué lo hiciste?.
Estaba confundida era Mel preguntado algo que no podía comprender.
—¿A qué te refieres?.
—Eres mi hermana y te apoyo en todo, pero, Vale está triste al igual que Mateo, haz roto el corazón no solo de ellos tres si no el tuyo también.
—Lo sé, y prometo aclarar mis emociones para no lastimar a los que me rodean. Es difícil pensar que amo a los dos—sonreí—es difícil amar.
—Iker me dijo de que te irás en dos días.
—Sí, estoy cansada de este lugar. Y necesito hacerlo, si tu deseas quedarte aquí está bien, sé que puedes cuidarte sola y confío en ti.
Asintió volviéndose de donde venía, la vi irse. Al caminar sin fijarme antes, choqué con alguien y al verlo me quedé muda y vi a alguien familiar.
—E-e-eres—tartamudeo aquel joven.
—Te pareces mucho a mi—dije fuerte sonriendo.
Aquel joven portaban los mismos rasgos físicos que yo, parecía mi gemelo.
Rodeados de aquellos árboles sentí como un aire frío pasó por mi piel, haciendo este momento tan intenso y especial al mismo tiempo.
Él seguía en shock, me miraba demasiado y aún así ambos seguíamos callados.
—¿Cómo es que?...
—Supongo que eres Max—contesté antes de que él terminara aquella pregunta.
Se quedó pensando un segundo para luego hablar nuevamente.
—Es realmente difícil digerir algo así, jamás pensé encontrar a alguien tan parecido a mi.
Me quedé viendo su rostro mostraba confusión y al mismo tiempo duda.
—¿Sabes mi nombre?—pregunté rápidamente.
—No, jamás antes te había visto—respondió Max mirándome a los ojos.
Me quedé callada intentando averiguar por qué razón él no sabía de Vanessa.
Oí como gritaron su nombre y rápidamente miró hacia a el lugar, volvió a mi unos segundos para despedirse.
—¡Espera!—dije rápidamente—¿Podemos hablar más tarde?
—Estaré en uno de los comedores como en dos horas—hizo una seña con el número dos mientras se alejaba de mi.
Asentí para luego entrar al lugar de la última vez.
Caminaba por un camino poco conocido este apenas podía verse, estaba cubierto por ramas y una que otra hierba.
Me seguí derecho para luego encontrar la casa que vi aquel día de mi accidente.
Al llegar me paré en la puerta, esta se encontraba cerrada con un candado.
La casa era de madera estaba grande pero se encontraba en un lugar lejano.
Busqué muchas formas de entrar hasta que vi una de las tablas un poco floja; decidí moverla hacia aún lado para luego entrar por ella, pude meter medio cuerpo y al final el restante. En el transcurso una astilla entró a una de mis palmas, me quejé un poco pero pude soportarlo.
Estaba oscuro aquel lugar, escuché como sonaban unas cadenas, estas se arrastraban y chocaban entre si.
Tragué saliva despacio, tenía miedo.
Aquel lugar parecía una bodega, pero, sentía que había algo más ahí.
Intentaba ver en aquel lugar... por lo que podía observar habían bastantes cosas pero la mayoría estaban llenas de polvo, parecía que no se ocupaba ese lugar.
Me quedé quieta al escuchar nuevamente las cadenas.
Me acercaba poco a poco al lugar de donde provenía, pasaba por lugares muy reducidos.
Intentaba tocar los objetos para no caer, mis ojos estaban completamente obstruidos por aquel lugar tan oscuro.
Al llegar toqué unos barrotes estos estaban fríos y fue cuando algo se me aventó, por la reacción y el momento caí al suelo pero no pude gritar, este estaba dentro de una jaula de un tamaño grande.
Había algo ahí dentro; hacia bastantes sonidos con su boca y el olor que desprendía de este era insoportable.
Me levantaba poco a poco intentando volver a la salida, quería avisarles a todos, y preguntar el porqué de esto.
Corrí intentando abrir la puerta, esta se abrió y me quedé parada unos segundos.
—Esto estaba cerrado—dije para luego volver hacia la puerta.
Vi a un hombre quien sin previo aviso me golpeó dejándome inconsciente.
Desperté con un dolor en la cien, había sangre cayendo de ella, sentía ardor por aquel golpe que recibí.
Quise mover mi manos pero me encontraba amarrada en una silla, y sentí un trapo en mi boca lo que provocaba que no pudiera hablar.
Oía las cadenas moverse y golpearse entre sí. Había velas encendidas haciendo que el lugar se iluminara un poco.
—¿Por qué no dejar en paz algo? ¿Por qué querer a fuerza averiguarlo? La curiosidad mató al gato—habló un hombre de unos 30 años.
Solo podía mirarlo, intenté hablar pero no podía hacerlo.
—Te vas a quedar a aquí mientras te calmas, esperemos que puedan ser en unas horas. Si no lo haces serán en días. Tú decides el tiempo. Y si no—tocó los barrotes produciendo ruido de estos mismos—Él hará el trabajo—apuntó mientras sonreía.
Minutos después lo vi salir, saqué la venda que tenía en la boca. Intenté sacar mis manos pero era imposible. Estaba bastante cansada y desesperada.
Sobresalía una punta de un mueble, que estaba justo a lado. Intenté acercarme lo más que pude y pasar varias veces por ella mis manos las cuales se encontraban detrás de mi.
Logré romperlas un poco y seguí haciéndolo hasta que minutos después pude romperlo por completo.
Quité lo que me tenía atada de los pies.
Busqué la tabla y salí corriendo sin importarme nada, corrí desesperadamente entré la noche chocando con los árboles y tropezando con las piedras.