—CONTROLADO–
Luego de varios segundos, intenté salir de donde me encontraba, coloqué una de mis manos debajo de mi para luego recargarme sobre ella; me impulsé y salí de la cama.
Al ponerme poco a poco de pie sentí como algo me jaló y caí de golpe hacia a el suelo. Mi cabeza dió contra el piso de madera, me quejé e intenté safarme de aquella persona que se aferraba a mi.
Oí un disparo y rápidamente cubrí mis oídos con mis manos, después dejé de sentir aquello que me sujetaba.
—¿Estás bien?—Oí la voz de Max la cual comenzaba a acercarse cada vez más—déjame ayudarte—llegó conmigo y me dió la mano para poder ponerme de pie.
Acepté su mano y con toda mi fuerza me puse de pie.
Lo analicé al momento de estar frente a él; noté que una de sus manos subió por su brazo izquierdo haciendo presión.
—¿Te irió?—me acerqué a él, y viendo la herida me quedé pensando en el lugar en el que había dejado la mochila de emergencias.
—No es nada en realidad, puedo soportarlo—habló intentando mantenerse despreocupado.
Busqué rápidamente la mochila, caminaba de un lado a otro intentado recordar donde la había dejado.
Caminé revisando las mesas, ventanas y camas. Hasta que la encontré, estaba en una de las mesas la cual se encontraba cubierta por ropa.
La tomé y decidí abrirla, saqué unas pinzas, alcohol y una venda.
—Debes sentarte—ordené para luego tomar las pinzas—debo sacar la bala.
Él se sentó en la cama, se quitó la chaqueta de camuflaje azul fuerte que llevaba puesto, dejándose la camisa de manga larga que traía abajo.
Tomé unas tijeras y corte la manga para que pudiera revisar la bala que entró.
Tomé las pinzas y la saqué, Max se quejó del dolor haciendo que apretara los dientes fuermente.
Tomé el alcohol y desinfecté la herida, al último coloqué un parche y la venda.
—Gracias—tomó su chaqueta y se la volvió a colocar—¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?.
Asentí, mientras guardaba las cosas.
—Aunque, estaré mejor cuando hayamos terminado con todo esto. Y cuando vuelva a ver a mi familia.
—Estoy seguro de que será así.
—Max... a veces me cansa pensar en que todo saldrá bien, y es que aunque quiera verlo de ese modo se me es muy difícil.
—Creo que se vale sentirse de esa manera, pero prefiero tener fe, aunque eso no me asegure nada—terminó de abrochar su chaqueta.
—¿Y los demás?—pregunté repentinamente.
—Están muertos—se quedó callado luego de decirlo.
Me quedé seria.
—¿Quién era él?—pregunté
—No lo sé—fue hacia a el cadáver que estaba en el suelo e intentó buscar algo—Probablemente saqueadores, buscan recursos por todos los lugares, pero no son nada pacíficos.
Me quedé callada escuchándolo.
Vi como revisaba los bolsillos de su pantalón y los de su camisa.
Llevaba un pasamontañas y observé como se lo quitó.
Se quedó callado unos segundos mientras miraba detenidamente su cuello en la parte baja de su oreja derecha.
—¿Qué es?—pregunté pero no respondía, caminé hacia a él y me coloqué a su estatura.
—Tiene una marca pero...—se detuvo unos segundos—Hay algo aquí—colocó su dedo en el lugar descrito anteriormente—Tiene una pequeña incisión, al parecer debe tener ya tiempo, aún así no ha logrado cicatrizar.
Aquella incisión era como de un centímetro, tenía un color entre rosado y rojizo.
Parecía ser de hace no mucho tiempo.
Max sacó un pequeño cuchillo y decidió abrirla nuevamente.
Tomó unas pinzas y buscó algo que pudiera tener dentro de aquella herida.
—Siento algo, parece ser plano—trató de tomarlo y sacarlo—Necesito un trapo.
Me puse de pie y tomé un pedazo de trapo que estaba en la mesa, este era de color blanco.
Lo coloqué frente a Max, este puso aquello que sacó del cuello del hombre en el trapo.
Limpié la sangre que tenía y pudimos observarlo mejor.
—¿Es un chip?—observé a detalle el chip, era pequeño de color grisáceo.
—Estaba siendo controlado—afirmó Max para luego guárdarlo en su bolsillo—Estoy seguro de que Oliver a empezado con la fase final de su cometido.
—¿De qué hablas?—pregunté rápidamente mientras él tomaba su arma.
—Todo aquel que tenga el chip estará expuesto a hacer cosas que jamás antes había hecho. Recuerdo que Ava recibió informes hacerca de los chips.
—Debemos volver lo antes posible con ella, tenemos que avisar, deben ser lo más precavidos posible—tomé la mochila y la puse en mi espalda.
Abrimos las puertas y salimos directo hacia el bosque.
Caminamos por horas sin parar.
Sin importar lo duro y cansado que era no paramos nos mantuvimos fuertes.
Nos quedamos una noche a dormir, pero apenas y podíamos hacerlo.
Recordábamos que podrían estar en cualquier lugar.
Nos mantuvimos despiertos por unos instantes hasta que ya no pudimos, o por lo menos hasta que ya no pude.
—¿Me estás diciendo que no vas a poder hacerlo?—preguntó furiosa y tomando un arma le disparó a aquella persona.
Ella volvió hacia a mi y sonrió con la boca cerrada.
—Vane, lo que acabas de ver es una simple discusión.
—Pero lo acabas de matar—hablé con miedo.
—No, eso fue un accidente—se puso a mi estatura y me tomó por los hombros—Él ya no quería ayudarme y tomó la decisión de ya no hacerlo.
La miraba detenidamente, segundos después mi mirada se desvió a aquel hombre tirado en el suelo.
—Cuando ya no quiera ayudarte ¿Me pasará lo mismo?—pregunté mientras mis lágrimas se comenzaban a notar en mi rostro.
—Claro que no Vane—limpió mis lagrimas con sus dedos—Pero, cuando ya no puedas darme lo que necesito tendré que reemplazarte.
Me quedé callada mirándola, su mirada era fría, y casi nunca dejaba ver lo que realmente sentía.
Sentí como algo me movía y la mía mi cara.
Abrí de inmediato mis ojos y me levanté de golpe.
Oí una risa fuerte en forma de burla.
Estaba aún dormida.