O N L Y

CAPÍTULO 32

–EL INICIO– 

"Cuando pierdes a alguien, algo dentro de ti también muere" 


Oliver se acercaba a mi; en su rostro se podía ver la furia, solo me quedé inmóvil no podía pensar. Y mi cuerpo parecía no reaccionar. 

—¿Quiere decir que a la que acaban de asesinar es a Mel?—Preguntó gritando mientras me miraba y al mismo tiempo podía ver un vacío en él—Tómala de inmediato—Ordenó Oliver mientras daba unos pasos más para llegar a mi. 

Aquel hombre de gran estatura me tomó por los brazos, lo hizo tan fuerte que comencé a quejarme del dolor. 

—Acabas de asesinar a tu propia hija—Hablé cuando lo tuve a centímetros de mi—No quiero pensar cuando quisiste hacerle lo mismo a Mateo. 

—Xay debo reconocer que el intercambió fue algo que pude no haber imaginado—me tomó por el cuello y se acercó más—¿Realmente crees que me importa haberla perdido? ¿Crees que la amaba? Para mi no son más que simples experimentos, como ratas de laboratorio para ser exacto. No me interesa en lo absoluto quererlas, para mi lo más importante es lo que logré sacar de ustedes. Y ahora seguiré contigo. 

Pagarás todo, lo harás y vas a sufrir.—Dije mientras me quejaba e intentaba safarme del agarre de aquel hombre. 

Aquel hombre me jaló hacia la caja, intentaba evitar entrar a aquel artefacto, hasta que me cargó y me azotó en el. Mi espalda recibió el golpe y me quejé del dolor. Lo cerraron y comencé a golpearla, intentaba salir pero era demasiado fuerte. 

Comencé a sentir dolor, era un dolor que quemaba, podía sentir el ardor introduciéndose en todo mi cuerpo. 
Podía sentirlo en mis manos expandiéndose por mis brazos para terminar en mi cabeza. 
Sentía como todo el ruido se iba, solo me encontraba yo en ese momento. No escuchaba nada era como si lentamente viajara a otro mundo, mí mundo aquel al que casi siempre viajaba, el que día a día volvía a mi. 
Mis recuerdos; todos llegaban a mi como rayos callendo en en la habitación, todo estaba ahí. 
Mi niñez, mi adolescencia, vi a mi madre a mi hermano, vi a Xay, y vi a Vanessa, vi a ella en mi. Vi mis recuerdos esos recuerdos que creí que eran de Vanessa. Supe que Vanessa había muerto para que surgiera Xay. Supe que Xay siempre fue Vanessa. 

Segundos después escuché disparos en la habitación, me encontraba moribunda, sin fuerza. 
Vi la caja abrirse, sentí como alguien me sacaba de ahí mi vista se encontraba borrosa. 

—Vas a estar bien—escuché decir a la persona que me cargaba. 

Cerré los ojos y no supe más. 

—Tienes que inyectarte esto Vanessa —los tomé con ambas manos, el líquido era de color azul claro—Con esto vas a olvidar todo, es por tu seguridad. 
Asentí mientras lo metía en una mochila que sostenía fuertemente. 

—Saldremos de aquí Vane, por fin seremos libres—Habló Xay mientras sonreía. 

Una día después me encontraba acostada en la habitación de Xay. Oí sonar la alarma y decidí salir de inmediato. Había bastantes personas caminando de un lado a otro.  
Caminaba por donde Xay me había dicho hasta que ne encontré con Iker. 

—Tienes que saber algo, antes de que sigas pensando en la mala persona que soy—habló pero no entendía absolutamente nada. 

—Debo irme, puedes venir conmigo—le di mi mano para que la pudiera tomar. 

—Vanessa, no puedo tarde o temprano me encontrarán, y no podré protegerte como te lo he prometido. Debes irte sola, debes irte con Xay. Ambas deben hacer lo posible por sobrevivir. Yo estaré controlado toda mi vida. 
Miraba  a Iker, sentía una gran tristeza el saber que él siempre sería controlado, que jamás podría tomar decisiones por el mismo. 

—Toma—Le acerqué uno de los sueros que previamente Xay me había dado—No se si llegue a funcionar, pero puedes intentarlo. Quiero que seas libre también. 

Vi como lo metió a su bolsillo. Tomó su radio transmisor y comenzó a hablar. 

—Quiero que vengan ahora mismo—vi su mirada cambiar. 

Salí corriendo rápidamente hasta la salida, abrí las puertas y corrí directo al bosque. 

Vi que él aún me seguía, decidí correr más aún, dejando a Xay en ese lugar. 
Se encontraba a tres metros atrás de mi y detrás de él estaban más sujetos corriendo rápidamente. 

Me perdí entre las ramas y vi separarse en dos partes a aquellos hombres armados. 
Comenzaron a disparame, las balas caían al piso hasta que una me hizo caer, me había herido un poco. Me levanté de inmediato apenas podía correr pero debía hacerlo. 
Amarré bien mi mochila a mi y corrí de inmediato. 
Llegué a un risco; los hombres me tenían acorralada, vi a lo lejos a Iker quién caminaba hacia mi. 

Lo miré y negué con la cabeza, él dejó de caminar. 
Le sonreí y pronuncié las palabras que durante bastante tiempo había querido decirle. 

—Te amo—dije sin sonido alguno aventandome así hacia el risco. 

Caía con gran velocidad a este, hasta que llegué al agua, me sumergí y la corriente comenzó a llevarme. 
Me golpeaba con las rocas que se encontraban ahí, haciéndome heridas bastantes dolorosas, hasta que una de esas rocas me dió en la cabeza tan fuerte que perdí conocimiento alguno. 

Desperté en la orilla del río, me dolía la cabeza así que decidí sentarme. Tenía frío y no sabía siquiera en dónde me encontraba. Mi mochila estaba aún sujeta a mi, la tomé y caminé hacia el bosque, vi el reloj en la mochila y por suerte aún funcionaba. 
El río me había arrastrado durante varios días. 
Tenía bastante hambre, así que al ir caminando en el bosque busque algo comestible. 

Encontré zarzamoras aunque estaban bastante ácidas. Eso me dió fuerzas para poder caminar un poco más. 
Caminé durante días, mis pies estaban bastante heridos, y uno de mis tobillos había sido golpeado fuertemente contra una de la rocas  y el dolor parecía no tener fin. 

Llegué a un lugar que parecía ser seguro, había bastantes árboles con frutas que podía comer, agua que corría lentamente. 
Era perfecto. 
Tomé mi mochila y saqué algunas cosas de ella. 
Una de ellas una foto, se encontraba mi mamá, Max mi padre y yo. Todos estábamos ahí, nos veíamos muy felices, parecía un sueño, no tenía nada ni a nadie. No había pronunciado palabra alguna desde aquellas últimas palabras antes de aventarme al risco. 

Había una  nota dentro de la mochila hasta el fondo. La tomé y la desdoblé. 

Querida Vane, querida hermana. 
Deseo que puedas ser libre, y que puedas formar una familia, gracias por permitirme vivir, porque pude hacerlo incluso cuando no debía hacerlo. 
Jugaron a ser Dios y me crearon, querían sacar todo de ti, quería seguir creando vida y controlarla a su manera, dejando a lado su propia voluntad.
Ahora soy libre, libre para siempre. 
Solo tu tienes los genes que se necesitan para poder crear más vida, es por eso que debía hacer lo posible por alejarte de todo esto. El suero hace que pierdas la memoria, puedes ser la nueva Xay, puedes ser yo y dejar atrás a Vanessa. Puedes comenzar nuevamente y hacer tu voluntad. Gracias por darme una vida, y por ser mi hermana. A veces perder a alguien no necesariamente debe ser doloroso, ahora puedo decir que estoy bien, incluso mejor que cuando solía vivir. Debía morir para que tú pudieras recuperar la vida que te habían quitado, te regreso un poco de lo que me diste, te amo Vanessa gracias por todo, te veo en la otra vida. 

Unas cuantas lagrimas caían en mi rostro, ahora sabía que ella jamás salió de ese lugar, y que yo iba a morir pero dio su vida por mi. 

Mis lágrimas cayeron a aquella hoja, mojando un poco de ella. 

El aire me arrebató la hoja haciendo que volara lejos de mi, corrí por ella pero cayó a la pequeña fuente de agua que corría más fuerte, logré tomarla pero se deshizo en mis manos. Dejando solo un pequeño pedazo de papel, en el que decía Xay, lo puse a secar rápidamente y me quedé un rato sentada intentando digerir todo. 

Tomé el suero y me lo inyecté segundos después sentí un poco de dolor, hasta que recordé que debía escribir algo. 
Tomé rápidamente un lapicero y aquel pedazo de papel que previamente había secado. Escribí en la parte trasera. 

—Tu edad, tu  cumpleaños—Mis ojos se cerraban poco a poco—Fecha y año, recuerdalo—comencé a temblar y a sentir mucho frío. 

—R-recuerdalo, recuerdalo Xay. Eres Xay. 

Caí al suelo sin fuerza cerré los ojos por completo teniendo la nota en mi mano, la sostuve fuerte hasta que perdí conocimiento alguno. 





 




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