—¡Lo grabé todo! ¡Lo grabé todo!— Dijo Constanza.
Como la pared era de rocas (Es decir, no era uniforme la pared), pudo esconderse a través de una grieta que había entre las rocas. De ahí, activó su celular cuando escuchó lo que decía el padre de Isaac, y lo grabó.
Teníamos la prueba, todo para poder acusar a los Moore.
Pero nos faltaba lo más valioso: El tiempo.
Ahora sólo teníamos 7 horas para evacuar a todo el mundo, estábamos en peligro.
Cony nos desamarró a mí, y a mi papá.
—Papá, tenemos que irnos ya, no hay tiempo, luego te explico.— Le dije rápidamente, el solamente asentió.
Yo y mi amiga, nos fuimos inmediatamente hacia el centro de la ciudad, mientras mi padre se quedaba desamarrando al resto de la familia.
Nos costó subir las infinitas escaleras del subterráneo y luego salir de la mansión.
Nos teníamos que dirigir a la municipalidad de la ciudad, y hacer una advertencia de todo lo que iba a suceder en unas horas. El problema era que tal institución quedaba muy lejos de nuestra mansión.
Teníamos que -literalmente-, correr por nuestras vidas.
Quedaban 5 horas para la explosión de Neullén.
Cuando llegamos a la Municipalidad, aunque nos costó convencer a las autoridades (Porque más encima, después de eso, fuimos a carabineros, que son los policías de Chile.)
Y nos creyeron, al menos con las pruebas que tenía y la misma grabación de Cony.
Había una alerta de evacuación, para todo el pueblo.
De hecho, esto alarmó hasta la capital de la región: Concepción.
Una gran parte de la ciudad iba a explotar, todo por la familia Moore, que de paso, estaban desaparecidos.
Luego de avisar a todo el mundo, se volvió un caos en Neullén: Carabineros y la gente corriendo por todos lados, mientras una sirena de evacuación sonaba; era el auténtico fin del mundo, solo para un pueblo.
Guiamos a cierta brigada especial de policias a nuestra mansión, nuestros padres estaban en el auto a las afueras de la mansión, ya con sus cosas listas y de hecho, me estaban esperando para partir lejos de Neullén.
Estaban mi madre, Lucie y mi bisabuela adentro del auto. (Que por cierto, mi bisabuela me miraba entre preocupación y orgullo de que finalmente descubrí todo, con su mirada me podía decir todo. Después de todo, ella a la final, sabía todo lo que estaba haciendo, ella sabía que iba a encontrar lo que estaba atrás del cuadro.)
—Ya avisaste a todo el mundo, ¡Vamos ya!— Me decía mi papá, el único que estaba fuera del auto esperándome.
—No me iré hasta que me deshaga de esto.— Dije yo, me sentí hasta como una heroína.
¿Por qué no Marvel me contrata o algo? Me lo merezco, me merezco mi propio súper héroe ¿No?
Obviamente, lo heroína llegó hasta cierto punto, porque mi padre después comenzó a gritonearme de que debía salir de aquí, pero me negué completamente. Tenía que guiar a los de la brigada a la bomba.
También preguntaron por Cony, qué iba a hacer ella.
Ella respondió que nada, que estaba bien, sabía que todo iba a acabar bien, además, su madre actualmente estaba en Chillán. (Que por cierto, Chillán es la ciudad más cercana, así que ahí iban todos los evacuados.)
Guié a las autoridades a donde estaba la bomba.
Cuando bajamos al "sótano" nos dimos cuenta de algo.
No estaba la bomba. Solamente una carta.
"La bomba sigue activa. Quedan unas pocas horas. Mis papás ya están de camino a Argentina. Ellos creen que estoy en su auto, pero no. Si quieres que la bomba se desactive, encuéntrame en el parque del siglo, a las afueras de la ciudad. Ven sola, sin bomberos, ni policías ni nada de eso. Sólo quiero conversarte. Apúrate. No hay tiempo. Si no llegas, no podré hacer nada. -Isaac. "
Después de leer esta carta en voz alta, hubo en un silencio largo, que después terminó con un sinfín de voces humanas sin saber que hacer.