Oasis

Capítulo 3 El pasado

 

Me crie entre basura, jeringas y hambre. No recuerdo muchas cosas felices, sé que al principio mi madre cuidaba de mí, no estaba tan hundida en las drogas entonces, pero aun así habían noches en las que me encerraba en el pequeño cuarto en el que vivíamos y se iba toda la noche. Me dejaba sola, sin comida, sin ninguna forma de pedir ayuda si es que pasaba algo o ella no volvía. Pero esa no era la peor parte.

Aunque suene horrible la amaba más cuando estaba drogada. Era amable, me decía cosas cariñosas, bueno monosílabos cariñosos, o si los oía yo. Y no me pegaba, no me insultaba ni le daban sus ataques de ira cuando le faltaba la droga. Era raro, preferirla drogada, pero al mismo tiempo desear que ya no lo hiciera. Era solo una niña.

Me fui de su lado con catorce años. Una noche que desperté cuando me sacudían con fuerza y me lastimaban, no era mi madre. Pero ella estaba ahí, drogada, inconsciente en su colchón apestoso en el suelo, ella no pudo ayudarme.

Desde entonces me busque la vida. Fui mensajera, limpie baños, trabaje en lo que pude, donde me daban trabajo, dormí debajo de puentes, oculta en algunas tiendas, a veces me quedaba en la casa de una amiga, pero era muy rara vez, no me sentía cómoda. Al final, logre que me dieran un trabajo de mesera y de limpia baños en dos lugares, mientras iba al instituto de noche para estudiar. Logre tener dinero suficiente para sobrevivir, para dormir tranquila. Aunque el hambre se hacía sentir en muchas ocasiones.

Vi a mi madre un año después de que me fui. Al principio me dijo que había estado preocupada, que me amaba y que me veía bien. Me vio tan bien que me pidió dinero, que no tenía para comer. No pude negarle y le di un poco de dinero. A la tercera vez, le ofrecí comprarle comida y llevársela diariamente, pero que ya no le daría efectivo. Esa fue la última vez que la vi ese año.

Cuatro años después termine aquí. El portal me succiono en medio de la noche, después de mi último turno como mesera. Y hasta ahora no se si fue lo mejor o lo pero que me pudo pasar. Yo era Olivia, aquel nombre que me dio mi madre, una niña débil, triste, tímida y sufrida, con pesadillas por la noche. Aquí nació Beth, fuerte, fría, y sin corazón.

Aquel corazón había sido enterrado con lo más preciado que había tenido, mi cabello. Negro y largo, sus ondas caían y me cubrían. Todo eso había sido enterrado en lo más profundo de mi ser, quemado por el fuego, la noche que Lest había logrado vencer a Jared y se había apoderado de su cuerpo.

Tres meses habíamos sobrevivido aquí desde que habíamos llegado, tres meses de ser golpeados día tras día por Rhonda y Al. Días que había compartido desayunos, almuerzos y cenas. Noches en las que yo había gritado y me había despertado sudando y en las que Jared me tranquilizaba y se dormía a mi lado. Meses en las que fuimos novios. Le cure heridas hechas por la espada de Al, me curo de las heridas hechas por Rhonda. Reímos y lloramos cuando perdimos a dos compañeros en manos de los demonios azules, pero únicamente nos habían atacado tres veces desde que habíamos llegado. Era extraño ¿Dónde iban cuando se los dragaba la tierra? ¿El infierno? ¿Qué objeto tenían en poseer nuestros cuerpos? ¿Para qué más los querían utilizar? ¿Por qué éramos tan importantes para ellos? Y la pregunta del millón ¿Quién había abierto esos portales y por qué?

Una punzada de dolor me devuelve a la realidad. Dank, en mi momento de distracción logra moverse rápidamente, no me da tiempo para esquivarlo, me da un puñetazo con el mango de la espada, haciéndome sangran la nariz, nublándome la vista. Se detiene, y me ve, estaba a punto de continuar pegándome, pero al ver la sangre se detiene.

- ¡No te detengas! ¡Tú enemigo no se detendrá!- le grito y con la vista nublosa por el dolor y el sabor de la sangre en mi garganta, gire rápidamente, poniéndole mi pie como obstáculo detrás de su pie derecho, empujándolo hacia atrás haciéndolo caer. No tuvo tiempo de reaccionar.

-¿Beth?- Escuchó la vos de Al, y veo su silueta.- ¿Estás bien?

-Creo que el pequeño Dank me rompió la nariz.

-Lo siento.- dice Dank, levantándose del suelo.

-No te disculpes. Al fin estás aprendiendo, tendré que tener más cuidado al entrenar contigo. No sé qué un día me mates por error.

-¿Necesitas ayuda?- me dice Al.

-No, iré con Nube, ella tiene algunos conocimientos básicos de medicina, tal vez pueda ponerla en su lugar o al menos parar la hemorragia.

Nube, pequeña, delgada, con la cara llena de pecas y el cabello rubio, apenas puede pelear y defenderse, pero es muy buena curando heridas, es como la doctora del campamento, es amable y delicada, y es una de las pocas mujeres que ahí en este campamento.



#26991 en Otros

En el texto hay: amor, amistad, traumas infantiles

Editado: 08.03.2019

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