Obertura

SEGMA Y CAVUALIS

 

Universo17, planeta Zimi, Año 31 Z.E.

La atmósfera del Zimi, pobre en vapor de agua, se empeña en formar paisajes de escasas nubes. Estas surgen de los reactores nucleares de fusión y vuelan como rebaños de ovejas mutantes que se condensan para luego desintegrarse en la cobija invisible de efecto invernadero, el cual paulatinamente transforma al planeta en un símil de Lu-Um, su madre tierra.

Un manto de colores oxidados cubre los accidentes geográficos de un despoblado territorio a 1500 metros sobre el nivel del radio oceánico. El termómetro registra tres grados centígrados en el valle del río Ya-Lakstá, cuyas aguas viajan hacia el mar del comienzo, el cual planea crecer hasta convertirse en el único océano del Zimi. Manchas multicolores y verdosas, que delinean el río, son indicios del reino fungi y protista que está recibiendo la visita de los exploradores Segma y Cavualis, quienes investigan la falla tectónica que encausó el caldo primitivo de vida de los biomas Natit, pequeños oasis de vegetación donde los memges trabajan para germinar vida en el desértico planeta.

Dentro de una caverna, Segma encuentra una pequeña roca con antiguas inscripciones que, al ser tocadas, se activan y generan un flujo de energía que viaja directamente a su corteza cerebral. Ella tiene la secreta tarea de almacenar recuerdos, como aquellos que deliberadamente Yehero borró de su propia mente para encapsular en píldoras dispersas por el Zimi.

Cavualis observa cómo, poseída por el pasado, Segma pierde la noción del ahora y se entrega a la ilusión de un presente que ya había sucedido. Su negro cabello rizado, abundante como la melena de un corcel zaino, flota en el aire como si estuviera sumergida en un espeso líquido, y su traje de exploración refleja destellos que provienen de la energía liberada durante el proceso de absorción del recuerdo; estos iluminan su tez negra y su atlético cuerpo femenino de más de dos metros de altura.

—¡Wow! —exclama Cavualis—. ¡Es-pec-ta-cular! ¿Qué fue eso? Nunca había visto algo así.

Algo aturdida, Segma responde: —Dame unos segundos, necesito asimilarlo. Este recuerdo fue diferente en comparación a todos los que he absorbido anteriormente. No se sintió tan técnico, sino que tuvo una carga emocional alta y fue bastante conmovedor.

—Tranquila, Segma. Tómate tu tiempo, yo estoy disfrutando de la épica vista que hay dentro de esta caverna. Tenemos que hacer más trabajos de exploración juntos, veo que desde que ascendiste al rango de Maestra Quásar has invertido muy bien tus puntos en mórfosis físicas.

Ella se ruboriza ante el atrevido comentario. —¿De qué… exactamente… estás hablando?

Impávido, Cavualis añade: —Redondito, no muy grande, pero lo suficiente como para no pasar desapercibido. Inmune a la gravedad. Tus largas piernas no podrían terminar de una mejor manera y no existe lugar más adecuado para mis manos. Segma, ¡verlo brillando y levitando en la oscuridad de esta caverna debe ser la experiencia más sublime de la era del Zimi!

—Escúchame bien, Cavualis —replica Segma muy seria, apretando fuertemente sus voluminosos labios—. No creo que estés interesado en hacer una reconstrucción de tu más preciada parte orgánica, porque estoy segura de que, en tu enorme cuerpo de metal líquido, no traes repuesto alguno que pueda reemplazar esa pequeña área animal que acumula toda tu energía erótica.

Responde Cavualis, conciliador: —¡Relájate, Segma! Sé que no tengo oportunidad contigo, pues te encuentras en la cúspide de los rangos jerárquicos de nuestra sociedad. Estoy hablando en broma, a menos que me aceptaras justo ahora, en este romántico lugar. Porque una vez que entrase en acción, no tendrías oportunidad de rechazarme. Sé que tus órganos palpitan de deseo, es lógico que no te puedas resistir ante uno de los diez Taa-lu rango-1 más guapos del Zimi, según información oficial. Aunque racionalmente entiendo que perderíamos mucho tiempo de nuestra misión y que mi intención es acabar esto pronto, porque mañana quiero luchar todo el día, no hay mejor descanso para la mente que la violencia socialmente aceptada.

—Omitiré lo que acabas de decir porque mi rango de confianza está configurado al máximo contigo; solo espero no tener que reajustar mis límites de tolerancia.

Ambos recogen pequeñas muestras del terreno y las paredes de la caverna, para almacenar estos datos adquiridos por sus detectores nucleares sísmicos.

Los únicos sonidos que se escuchan son los del eco de sus pasos. Aunque se encuentran a menos de 30 metros de distancia, Segma se comunica con Cavualis a través del llamado Código onda:

—Cavualis, ya asimilé las memorias de Yehero de los momentos previos a su partida. Hay muchas cosas inconclusas, espero que en el segundo punto estén los recuerdos del libro que le dejó a Áitapih. Avanzaré hacia el siguiente bioma mientras tú instalas los detectores sísmicos en este lugar. También yo quiero finalizar esto pronto.




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